El 'recluso de Hofburg'
Kurt Waldheim dice que no dimitir¨¢, pero los austriacos creen lo contrario
Kurt Waldheim insiste en que no va a dimitir de su cargo de presidente electo de la Rep¨²blica de Austria. Waldheim no entiende por qu¨¦ se le ataca, por qu¨¦ no se le invita a capitales occidentales donde siempre fue bien recibido durante sus 10 a?os de mandato como secretario general de las Naciones Unidas, y se cree a¨²n respaldado por la mayor¨ªa de los austriacos.
Sin embargo, a?o y medio despu¨¦s de su elecci¨®n son muchos los indicios de que el presidente austr¨ªaco tiene contados los meses de su vida pol¨ªtica. Kurt Waldheim se ha convertido en persona no grata en su propio pa¨ªs, y cada vez m¨¢s austriacos est¨¢n hartos de las consecuencias de la presidencia de Waldheim y de las tibias excusas y afirmaciones del jefe del Estado cuando alude a su pasado en la Wehrmacht. Su obcecaci¨®n por permanecer en el cargo pese a los da?os que inflige al pa¨ªs est¨¢ haciendo ver a muchos austriacos lo que algunos ya cre¨ªan saber antes: que Waldheim no piensa en el pa¨ªs, sino en su ambici¨®n personal.El recluso del Hofburg, como se le llama ya, en alusi¨®n a sus cada vez m¨¢s largos encierros en el antiguo palacio imperial, sede de la Presidencia, es una carga insostenible para el pa¨ªs. Muchos lamentan haber votado a Waldheim el 8 de junio de 1986, movidos por su solidaridad con el candidato atacado desde el exterior.
Los pr¨®ximos meses se presentan llenos de oscuros augurios para el presidente. Una comisi¨®n internacional de historiadores va a demostrar que el teniente Waldheim tuvo que saber de las deportaciones de jud¨ªos, de los interrogatorios a miembros de comandos brit¨¢nicos y su posterior ejecuci¨®n y de las represalias de las tropas alemanas contra la poblaci¨®n civil. Con ello quedar¨¢ demostrado, no que Waldheim participara en cr¨ªmenes de guerra, de lo que no existen indicios reales, sino que minti¨® en su campa?a electoral al asegurar haber ignorado hasta el final de la guerra que se hab¨ªan tomado tales medidas.
Seg¨²n una encuesta publicada la pasada semana, dos de cada tres austr¨ªacos desean que Waldheim dimita si la comisi¨®n demuestra que ten¨ªa conocimiento de los cr¨ªmenes.
La comisi¨®n de historiadores que investiga la supuesta implicaci¨®n de Waldheim en la guerra sucia del Ej¨¦rcito alem¨¢n contra partisanos y poblaci¨®n civil yugoslava y en la deportaci¨®n de jud¨ªos griegos a campos de exterminio en Polonia fue aceptada por Waldheim en la seguridad de que s¨®lo se dedicar¨ªa a buscar pruebas de cr¨ªmenes de guerra. Sin embargo, el grupo de estudiosos, presidido por el suizo Hans Rudolf Kurz, ha ampliado sus competencias sin que el presidente ni sus mas ac¨¦rrimos defensores en el partido democristiano (OEVP) pudieran evitarlo. A principios del pr¨®ximo a?o har¨¢ p¨²blicas sus conclusiones, y ya hoy est¨¢ claro que determinar¨¢ que Waldheim estaba plenamente al corriente de las monstruosidades cometidas por su unidad.
Damnificados
Los intentos de hacer frente al nuevo peligro que acecha al presidente llevaron al secretario general del OEVP, Michael Graff, a manifestar a un diario franc¨¦s que "mientras no se demuestre que Waldheim ha degollado con sus propias manos a seis jud¨ªos no hay problema". Esta frase supuso la culminaci¨®n de una escalada de ret¨®rica antisemita de conservadores austriacos y el final de la carrera pol¨ªtica de Graff.El canciller socialista, Franz Vranitzky, exigi¨® de su compa?ero de coalici¨®n el democristiano Alois Mock el inmediato cese de Graff por su deleznable declaraci¨®n. ?No bastar¨ªan cinco?
Graff, con Alois Mock, el culpable de la campa?a antisemita desatada en Austria en defensa del presidente, pas¨® a ser as¨ª uno m¨¢s en la larga lista de damnificados de la causa Waldheim, si es que queda alg¨²n austriaco que pueda excluirse de ella. El pa¨ªs sufre las consecuencias. Jefes de Estado y de Gobierno, personalidades extranjeras de todos los campos, evitan Austria desde hace a?o y medio para no tener que someterse al protocolo de saludar a Waldheim. Todas las gestiones del presidente para lograr una invitaci¨®n oficial de pa¨ªses occidentales han fracasado. En Bruselas, donde se ha celebrado este a?o la Europalia dedicada a Austria, se le hizo saber que no era bien venido.
En Austria comienza a pasarle lo mismo. Sus apariciones p¨²blicas son cada vez m¨¢s escasas. Cuando asiste a alg¨²n acto p¨²blico s¨®lo habla de s¨ª mismo y de las injusticias de que ha sido objeto. Los pol¨ªticos le huyen. Vranitzky est¨¢ aburrido ya de defender en el exterior a su presidente cuando el pa¨ªs tiene problemas serios que tratar, sobre todo en Occidente, ante la Comunidad Europea. En el congreso de los sindicatos, parte de los asistentes abandonaron la sala cuando Waldheim pronunci¨® su saludo. Artistas retiran sus cuadros de exposiciones cuando son inauguradas por el presidente. Invitados extranjeros y austriacos se excusan de cenas y recepciones cuando se anuncia su visita.
La Prensa austriaca, que casi sin excepci¨®n defendi¨® a Waldheim en la campa?a electoral y a mediados de este a?o, cuando Washington anunci¨® que el presidente austriaco hab¨ªa sido incluido en la lista de personas vetadas en territorio norteamericano, da ya tambi¨¦n la espalda al jefe del Estado. Diarios y semanarios est¨¢n repletos de informaci¨®n sobre el procedimiento para destituir a un jefe de Estado, declaraciones cr¨ªticas de diversos pol¨ªticos sobre un posible consenso de los grandes partidos para nombrar otro presidente y editoriales en los que se especula claramente con un pr¨®ximo fin del mandato de Waldheim.
Un pueblo cansado
Los austriacos est¨¢ hartos de que, como dice Michael Lingens, director de la revista Profil, que public¨® los primeros documentos sobre el pasado militar de Waldheim, "se identifique ya a Austria tanto con el antisemitismo como con los ni?os cantores de Viena o la escuela de equitaci¨®n". El presidente, enclaustrado y amargado por un trato que considera injusto, no entiende qu¨¦ se le achaca. Tendr¨¢ que ser obligado a cesar.No dimitir¨¢ voluntariamente. Georg Hoffmann-Ostenhof, editorialista del diario socialista Arbeiterzeitung y miembro de la asociac¨ª¨®n Nueva Austria, que hizo frente a Waldheim desde un principio, asegura que "no entiende qu¨¦ se le reprocha. No creo que las supuestas revelaciones sobre la implicaci¨®n personal de Waldheim en cr¨ªmenes de guerra sean ciertas".
Waldheim caer¨¢ por su falta de respeto a la verdad, por su falta de sensibilidad hacia las v¨ªctimas del nazismo y por su grotesca afirmaci¨®n: "Yo s¨®lo cumpl¨ª con mi deber", que le descalifica moralmente para el puesto que ocupa.
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