Castigo a los culpables. A todos
LA PARALIZACI?N del complejo industrial de Al¨²mina-Aluminio de San Cipri¨¢n, en el norte de Lugo -el m¨¢s importante de este sector productivo y uno de los tres primeros del mundo-, es un hecho absolutamente incre¨ªble. Es necesario que se investigue a fondo el proceiso que ha llevado a tal desaguisado econ¨®mico y laboral y exigir las debidas responsabilidades a los culpables.La acci¨®n de los trabajadores de Al¨²mina-Aluminio se enmarca en el clima de histeria colectiva generado en Galicia con el embarrancamiento en sus costas del buque Cason. Si es palmaria por eso la absoluta irracionalidad del comit¨¦ de empresa y de los huelguistas que, abandonaron los servicios m¨ªnimos en la f¨¢brica, conviene no olvidar las responsabilidades grav¨ªsimas en que las autoridades gallegas incurrieron con su torpe manejo de: una crisis que ha tenido ya consecuencias pr¨¢cticamente irreparables.
La resistencia de los trabajadores de Al¨²mina-Aluminio de San Cipri¨¢n a que los bidones con material peligroso rescatados de buque Cason fuesen reembarcados hacia Holanda desde el puerto de esta factor¨ªa tiene dificil justificaci¨®n. Y mucho menos la tiene -tomando pie en este hecho y en la posible contaminaci¨®n por la presencia del cargamento- su decisi¨®n de abandonar sus puestos de trabajo, poniendo en peligro el complicado y altamente costoso proceso de producci¨®n. No se ve qu¨¦ relaci¨®n pueda tener la oposici¨®n al traslado de una mercanc¨ªa peligrosa y posiblemente contaminante con el abandono de las obligaciones laborales y la destrucci¨®n de una factor¨ªa de extrema importancia para la econom¨ªa nacional y para las propias econom¨ªas dom¨¦sticas de la zona. Como el ministro de Econom¨ªa ha hecho notar, ni siquiera durante las huelgas revolucionarias han dejado de respetarse los servicios m¨ªnimos en los altos hornos, y la acci¨®n de los huelguistas en San Cipri¨¢n es simplemente alocada.
En principio, el coste que supone volver a poner en funcionamiento el proceso de producci¨®n de aluminio paralizado se estima en unos 16.000 millones de pesetas. A estas p¨¦rdidas hay que a?adir los posibles efectos negativos que la situaci¨®n creada puede tener no s¨®lo entre los 1.750 trabajadores de la industria, sino entre la poblaci¨®n que indirectamente vive de ella. A partir de su inauguraci¨®n, en el a?o 1980, el nivel de vida de la poblaci¨®n de la comarca se hab¨ªa incrementado sustancialmente.
Como ya ocurri¨® antes en Reinosa, en San Cipri¨¢n se ha puesto de manifiesto la incapacidad de los sindicatos para encauzar los conflictos laborales surgidos espont¨¢neamente y con oscuras motivaciones. Pese a ello, los dirigentes sindicales de Al¨²mina-Aluminio no han escurrido el bulto y se han mostrado dispuestos a admitir la parte de responsabilidad que corresponda a los trabajadores en el desencadenamiento de los hechos. En todo caso, antes de adoptar decisi¨®n alguna de la que luego hubiera que lamentarse, hay que conocer con exactitud la naturaleza del da?o producido, as¨ª como la evaluaci¨®n objetiva de sus costes. La creaci¨®n por parte de la empresa y de los sindicatos de una comisi¨®n de investigaci¨®n es imprescindible.
La direcci¨®n de la empresa ha anunciado que abrir¨¢ expedientes de despido a 111 trabajadores que no atendieron los servicios m¨ªnimos, rescindir¨¢ los contratos temporales y exigir¨¢ responsabilidades civiles y penales al comit¨¦ de empresa y a sus miembros por los da?os causados en la factor¨ªa. Es absolutamente l¨®gico que as¨ª sea. Pero no ha de bastar si el Gobierno quiere obrar con justicia. El gobernador civil y un buen pu?ado de bur¨®cratas en torno suyo merecen un fulminante cese. A ellos se debe en gran parte el origen del caos y el p¨¢nico que se encuentra en la ra¨ªz de la irresponsable respuesta de los obreros. Castigar s¨®lo a ¨¦stos y proteger a los pol¨ªticos ineptos ser¨ªa una indignidad.
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