Divertida, amarga, bell¨ªsima pel¨ªcula
Aunque no obtuvo all¨ª otro premio -hubiera sido demasiado rid¨ªculo hab¨¦rselo escatimado, pues hace en este filme un trabajo prodigioso, tal vez el mejor de su carrera- que el de interpretaci¨®n a Marcello Mastroianni, Ojos negros fue la triunfadora absoluta, indiscutible, del ¨²ltimo festival de Cannes.No era para menos. El gran festival franc¨¦s prepar¨® su 40 aniversario para que triunfara a cualquier precio una pel¨ªcula francesa, y as¨ª ocurri¨®. Pero la concesi¨®n a Bajo el sol de Sat¨¢n de Maurice Pialat, de la Paim, de Oro, a costa de Ojos negros fue un desprop¨®sito tan evidente que, a la larga, no hizo otra cosas, que beneficiar de carambola a muy superior filme de Mijalkov que, al ganarse bien ganada la publicidad de las v¨ªctimas, paso de vencedor a vencido en cuando sali¨® de los cen¨¢culos de la mala pol¨ªtica cinematogr¨¢fica y pude ser cotejado con el de Pialat a pantalla abierta.
Ojos negros
Direcci¨®n: Nikita Mijalkov. Gui¨®n: Alexandr Adabachian, Suso Cechi D'Arnico y Nikita Mijalkov, inspirado en varios relatos de Anton Chejov. Fotograf¨ªa: Franco di Giacomo. M¨²sica: Francis La. Producci¨®n: Silvia D'Amico, para Excelsior Film y RAIUNO. Italia, 1987. Int¨¦rpretes: Marcello Mastroianni, Elena Sofonova, Silvana Mangano, Marthe Keiler, Pina Cei, Vsevolod Larionov, Innokenti Smoktunovski, Roberto Herlitzka, Paolo Baroni, Oleg Tabakov, Yuri Bogatiriov, Dimitri Zolotukin. Estreno en Madrid: cines Avenida y (en versi¨®n original) Renoir.
Deslumbramiento
Pialat hace, en Bajo el sol de Sat¨¢n, cine sobre una literatura, la Bernanos, que conoce mal, o que, de conocerla, en el fondo le trae sin cuidado, le es ajena. En cambio, Mijalkov hace cine sobre una literatura, la de Chejov, que conoce y ama profundamente, y su conocimiento y su amor -uno y otro son en estos terrenos la misma cosa- estalla en Ojos negros, donde confluyen las complejas y variad¨ªsimas aristas del genio de Chejov y ¨¦ste se hace imagen con tal soltura y exacitud, que deslumbra.En Ojos negros est¨¢n tanto el Chejov humorista, como el tr¨¢gico; tanto el Chejov tierno, como el desolado; tanto el Chejov dulce, como el sard¨®nico. Las innumerables caras, talladas en la orfebrer¨ªa del negro sobre blanco, de este diamante de las letras rusas, brincan en las im¨¢genes de Mijalkov y, acumuladas una tras de otra en su Ojos negros, fascinan siempre; y enternecen, o ponen un nudo en la garganta, o una carcajada en los labios, cuando el talento y la magia de su recreador as¨ª lo quiere. Ojos negros es una lecci¨®n insuperable de la dificil disciplina de extraer cine, verdadero cine, de la verdadera literatura.
Ojos negros es una producci¨®n italiana, pero se trata de un filme absolutamente ruso, pues s¨®lo es concebible visto a trav¨¦s de la mirada de un hombre ruso, Nikita Mijalkov, que es uno de los componentes del pu?ado de cineastas -Tarkovski, Guerman, Klimov- que, en los ¨²ltimos a?os, est¨¢n elevando paso a paso al cine sovi¨¦tico hasta la cima del cine del mundo, en la que ya estuvo -con Eisenstein, Vertov, Pudovkin- antes de que el l¨¢tigo de Stalin lo hiciera bajar a los s¨®tanos de su burocracia.
En Ojos negros, lo ruso de Mijalkov juega endiabladamente bien con lo italiano del filme, pero lo absorbe en la matriz cultural de origen, y lo hace sin emplear la fuerza, con esa elegancia que va siempre adosada a la generosidad. Y tal vez en esta absorci¨®n est¨¦ el secreto de la riqueza de la actuaci¨®n que Mastroianni alcanza en este filme.
A su potencia expresiva habitual, la mano de Mijalkov -que es actor y sabe de la secreta fragilidad que sustenta a la fortaleza de las estrellas- a?ade otra voz in¨¦dita, bajo la voz ya enronquecida del maestro italiano; otro gesto inesperado, bajo el que se espera siempre de ¨¦l. Mastroianni est¨¢ en el eje del filme, pero su m¨¦rito crece al contemplar que todos cuantos le rodean, le dan r¨¦plicas de tu a tu, como corresponde a una obra plena y de plenitud, en los bordes de la perfecci¨®n, como es ¨¦sta.
Babelia
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