Opciones y l¨ªmites de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola a medio plazo
Espa?a debe crecer m¨¢s r¨¢pidamente que su entorno, puesto que sufre una mayor tasa de desempleo; pero ?hasta d¨®nde? El autor dise?a una estrategia para mantener ese elevado crecimiento sin incurrir en desequilibrios en la balanza de pagos.
Cualquier intento de an¨¢lisis de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola a medio plazo y de sus interrelaciones con las del resto de las econom¨ªas industrializadas debe partir de que el nivel de paro de nuestra econom¨ªa es el m¨¢s alto de los pa¨ªses de la OCDE y debe dirigirse hacia el objetivo de c¨®mo reducirlo sin empeorar, o incluso mejorando, los niveles ya alcanzados de inflaci¨®n, de d¨¦ficit p¨²blico y de saldo corriente de la balanza de pagos.Por otro lado, debe basarse en dos premisas ampliamente contrastadas. La primera es que la econom¨ªa espa?ola es una econom¨ªa abierta. La suma de las importaciones y exportaciones de bienes y servicios se encuentra hoy cercana al 50% del producto interior bruto y adem¨¢s est¨¢ plenamente integrada en Europa, a la que se dirigen m¨¢s del 70% de nuestras exportaciones y de la que proceden cerca del 60% de nuestras importaciones. La segunda premisa es que nuestro alto nivel de paro ha tenido b¨¢sicamente dos or¨ªgenes (excluido el demogr¨¢fico, que es muy importante). En parte se origina. en problemas de oferta, debido, por un lado, al aumento de los salarios reales por encima de la productividad y a la existencia de rigideces en el mercado de trabajo, y, por otro, a un stock de capital productivo insuficiente derivado de la falta de inversi¨®n durante los a?os de la cris¨ªs. Tambi¨¦n se ha debido, obviamente, a un problema de demanda. la demanda agregada de consumo e inversi¨®n ha sido, durante la cr¨ªsis, insuficiente para absorber la producci¨®n nacional de bienes y servicios. Los problemas de oferta indican, de acuerdo con la jerga, ya acu?ada, que el nivel de paro tiene un importante componente cl¨¢sico y el problema de demanda tiene, tambi¨¦n, un componente keynesiano.
Dicho esto, el problema inicial de pol¨ªtica econ¨®mica. radica en que si expandemos solamente la demanda sin actuar con pol¨ªtica de oferta sobre los mercados de capital y trabajo, para que la capacidad productiva d¨¦ respuesta a dicho aumento de demanda; el resultado ser¨¢ m¨¢s inflaci¨®n y menos renta real. Y si s¨®lo utilizamos pol¨ªticas de oferta, la demanda ser¨¢ insuficiente y resultar¨¢ exclusivamente en un aumento de las existencias y en una reducci¨®n del excedente de las empresas y de la inversi¨®n. Por ello, para reducir el doble componente del paro sigue siendo necesario el llamado doble enfoque, consistente en continuar con pol¨ªticas de oferta corno las encaminadas a dotar a nuestro factor trabajo de una mayor flexibilidad funcional, espacial y horaria, y de un coste competitivo, no s¨®lo moderando salarios, sino tambi¨¦n reduciendo cargas sociales sobre nuevo empleo, as¨ª como continuar con pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda interna de consumo e inversi¨®n, tales como las que se vienen poniendo en pr¨¢ctica desde 1986 y que nuevamente se contemplan en el presupuesto de 1988, y en particular aquellas pol¨ªticas que tienen un componente mixto de oferta y demanda, como son unas mayores inversiones p¨²blicas en infraestructura que mejoren la productividad del capital, as¨ª como en educaci¨®n y formaci¨®n profesional que mejoren la productividad del trabajo.
Ahora bien, en econom¨ªas de tama?o medio y abiertas, como la espa?ola, las pol¨ªticas de oferta tienen pocos efectos directos sobre los pa¨ªses de nuestro entorno. Sin embargo, las pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda agregada tienen efectos externos inmediatos que: pueden reducir e incluso neutralizar su eficacia. Esto es lo que: se llama restricci¨®n externa, de la que el ejemplo m¨¢s reciente es elfracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica de Maurois en Francia, entre: 1981 y 1983.
En efecto, tina expansi¨®n de la demanda interna de consumo e inversi¨®n en un pa¨ªs de nuestras caracter¨ªsticas, trae consigo mayores importaciones y menores exportaciones y, a la postre, un problema de balanza de pagos por cuenta corriente. Esto se debe a que una parte de la expansi¨®n se filtra hacia la importaci¨®n de productos que no se producen o son m¨¢s caros en el interior, mientras que otra parte se filtra hacia -productos nacionales que se hubieran exportado de no existir esa mayor demanda. En nuestro caso, ambos efectos se han acentuado, ya que con el desmantelamiento de la protecci¨®n comercial frente al exterior, derivada de nuestra entrada en la CE, la propensi¨®n a importar ha aumentado considerablemente y, al mismo tiempo, hemos ' estado sufriendo tensiones alcistas en el mercado de la peseta, derivadas de la masiva entrada de capitales, que nos han restado competitiv¨ªdad internacional.
La realidad parece estar contrastando positivamente estas argumentaciones, ya que nuestro d¨¦ficit comercial se ha duplicado en este a?o, a pesar de que las exportaciones se est¨¢n recuperando a buen ritmo, y prevemos ya d¨¦ficit por cuenta corriente creciente a partir ole 1988.
El dilema fundamental que se le plantea a nuestra econom¨ªa a medio plazo es que, dada la existencia de paro keynesiano y que la tasa global de paro es muy superior a la de las econom¨ªas de nuestro entorno, debemos intentar crecer m¨¢s r¨¢pido que ellas. Esta situaci¨®n se ha venido dando en estos dos ¨²ltimos a?os, pero se nos plantea una inc¨®gnita de futuro: ?hasta cu¨¢ndo podremos mantener tina tasa de crecimiento tan elevada basada en la demanda interna sin incurrir en problemas graves de balanza de pagos por cuenta corriente?
Independientemente de que nuestro actual volumen de reservas nos da margen de maniobra durante varios a?os, la soluci¨®n a este dilema depender¨¢ de dos elementos de pol¨ªtica econ¨®mica: de c¨®mo manejemos nuestra pol¨ªtica monetaria y fiscal y de c¨®mo las manejen los pa¨ªses de nuestro entorno, es decir, de la coordinaci¨®n de la pol¨ªtica macroecon¨®mica espa?ola y europea- Todo ello bajo el supuesto de que nuestros costes de trabajo tiendan a la moderaci¨®n y a converger hacia Europa.
Expansi¨®n de la demanda
En cuanto al manejo interno de la pol¨ªtica macroecon¨®mica para conseguir una expansi¨®n de la demanda agregada, existen, simplificada y b¨¢sicamente, dos opciones. La primera es desarrollar una pol¨ªtica fiscal expansiva y una politica monetaria restrictiva .Esta es, sin duda, la soluci¨®n m¨¢s adecuada si nos encontr¨¢ramos integrados en un sistema de tipos de cambios fijos o quisi¨¦ramos mantenerlos voluntariamente estabilizados. La pol¨ªtica fiscal expansiva nos lleva, inexorablemente, a un d¨¦ficit por cuenta corriente, mientras que la pol¨ªtica monetaria restrictiva mantiene los tipos de inter¨¦s altos, atrayendo el flujo de capital suficiente para financiar dicho d¨¦ficit por cuenta corriente. Se evita as¨ª, a corto plazo al menos, una depreciaci¨®n del tipo de cambio y, al mismo tiempo, se traslada el equilibro externo desde la balanza corriente a la balanza de pagos. El Estado financia el d¨¦ficit p¨²blico en el interior y el sector privado financia el d¨¦ficit por cuenta corriente en el exterior. El problema que plantea esta opci¨®n es que no puede mantenerse por mucho tiempo, ya que al final el d¨¦ficit p¨²blico y el d¨¦ficit por cuenta corriente pueden llegar a ser tan altos que, para poder financiarlos, los tipos de inter¨¦s tienen que ser desorbitadamente elevados, poniendo en peligro el consumo y la inversi¨®n privada y, en definitiva, el objetivo ¨²ltimo de reducci¨®n del paro.
La segunda opci¨®n es la contraria y la m¨¢s adecuada, te¨®ricamente, a una situaci¨®n de tipos de cambio flexibles, como es actualmente la espa?ola, ya que, al no estar integrados todav¨ªa en el Sistema Monetario Europeo, tenemos a¨²n cierta autonom¨ªa sobre la pol¨ªtica monetaria y el tipo de cambio. La orientaci¨®n expansiva se encomienda a la pol¨ªtica monetaria, mientras que la pol¨ªtica fiscal se hace m¨¢s restrictiva. La pol¨ªtica monetaria m¨¢s expansiva estimula la inversi¨®n al reducir los tipos de inter¨¦s y estimula la exportaci¨®n al depreciar paulat¨ªnamente el tipo de cambio nominal y el real. La pol¨ªtica fiscal, m¨¢s contractiva, reduce la presi¨®n sobre los tipos de inter¨¦s al desaparecer el fen¨®meno del crowding out por disminuci¨®n de las necesidades de financiaci¨®n del sector p¨²blico. Los menores tipos de inter¨¦s, a su vez, facilitan la depreciaci¨®n a corto plazo del tipo de cambio y reducen el d¨¦ficit p¨²blico al disminuir la carga de intereses de la deuda. Con esta mezcla de pol¨ªticas se contin¨²a reduciendo el d¨¦ficit p¨²blico y al mismo tiempo se evita un d¨¦ficit exterior por cuenta corriente. Es decir, se consiguen los equilibrios interno y externo y se estimulan las dos bases sobre las que debe discurrir un crecimiento estable a largo plazo de toda econom¨ªa, abierta e integrada, como la espa?ola: la inversi¨®n y la exportaci¨®n.
Esta segunda opci¨®n plantea, a su vez, dos problemasEl primero es que para que esta opci¨®n tenga ¨¦xito la pol¨ªtica fiscal tiene necesariamente que seguir reduciendo, de verdad el d¨¦ficit p¨²blico, a sabiendas de que no es f¨¢cil en un pa¨ªs como el nuestro, que tiene a¨²n que aten der servicios b¨¢sicos e ¨ªnfraestructura, que son condici¨®n necesaria para consolidar un crecimiento estable a largo plazo. De lo contrario, si acabamos haciendo una pol¨ªtica monetaria expansiva y una pol¨ªtica fiscal tambi¨¦n expansiva, el fracaso est¨¢ asegurado. Terminaremos, al final, con m¨¢s inflaci¨®n, menos crecimiento y m¨¢s paro. De ah¨ª que, independientemente de la ayuda que supondr¨¢ la disminuci¨®n de la carga de intereses, la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico tenga que consistir 'sobre todo, en una reducci¨®n del crecimiento del gasto a tasas inferiores a las del PIB y una redistribuci¨®n m¨¢s racional y productiva del mismo, sin aumentar los ingresos con un incremento de los tipos impositivos.
El segundo es que la depreciaci¨®n del tipo de cambio lleva consigo un aumento de los precios internos a trav¨¦s de dos v¨ªas. Por un lado, eleva los precios en moneda nacional de las importaciones. Por otro lado, permite que puedan aumentar los precios de la producci¨®n nacional que se exporta o que compite con las importaciones. Este aumento de los precios induce una reducci¨®n de los salarios reales que puede compensar en parte las tensiones inflacionistas. Pero si hay cierta indicaci¨®n de salarios y precios, como es nuestro caso, los salarios pueden reaccionar tambi¨¦n al alza y el resultado final puede ser m¨¢s inflaci¨®n y un tipo de cambio depreciado, sin que nuestro crecimiento se acelere ni nuestro nivel de paro mejore. Es decir, se podr¨ªa llegar a un c¨ªrculo vicioso, inflaci¨®n-depreciaci¨®n, en el que no se cumpliese el objetivo de reducci¨®n no inflacionista del paro.
C¨ªrculo vicioso
?C¨®mo se puede evitar este c¨ªrculo vicioso? La soluci¨®n m¨¢s adecuada no est¨¢ sino parcialmente en nuestras manos. Si nuestros vecinos europeos expanden tambi¨¦n sus econom¨ªas coordinadamente, para no poner en peligro el SME, entonces tambi¨¦n ellos inducir¨¢n una cierta depreciaci¨®n de sus tipos de cambio, con lo que la depreciaci¨®n de nuestra moneda frente a las suyas se ver¨¢, en gran medida, neutralizada. Se reducir¨¢n as¨ª los efectos negativos antes comentados de la depreciaci¨®n del tipo de cambio sobre los precios y salarios y se evitar¨¢ caer en dicho c¨ªrculo vicioso. Por otro lado, sus mercados internos crecer¨¢n m¨¢s r¨¢pidamente, permitiendo un mayor crecimiento de nuestras exportaciones, mayoritariamente dirigidas a estos mercados solventes y seguros, compensando el aumento de sus mercados la menor depreciaci¨®n real de nuestro tipo de cambio.
La expansi¨®n coordinada de la demanda del resto de las econom¨ªas europeas es, por otro lado, necesaria para ellas mismas, porque la tasa media de paro en Europa es a¨²n del 11%, porque tienen que compensar el impacto recesivo que van a tener sobre sus econom¨ªas la reducci¨®n de los d¨¦ficit p¨²blico y corriente americanos y la reciente crisis burs¨¢til y porque es la mejor forma de evitar mayores ca¨ªdas del d¨®lar y ganar competitividad en los mercados americanos.
?Qu¨¦ puede ocurrir si, en contra de toda l¨®gica, dicha expansi¨®n europea no se produce? Sin duda alguna, nuestros m¨¢rgenes de actuaci¨®n en esta segunda opci¨®n ser¨¢n m¨¢s estrechos. Si, a pesar de ello, queremos seguir manteniendo el alto crecimiento necesario para reducir el paro, nos veremos obligados o a aceptar niveles de inflaci¨®n m¨¢s elevados, con el peligro de caer en una espiral inflacionista, o a tratar de evitarla aceptando crecimientos menores de los salarios y forzando mayores incrementos de la productividad con pol¨ªticas de flexibilizaci¨®n de la oferta de capital y de trabajo.
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