Correspondencia particular
He querido dejar pasar unos cuantos d¨ªas antes de responder a las alusiones de la ¨²ltima carta del profesor Jacobo Mu?oz, a quien sugiero la conveniencia de dar por concluida, esta nuestra particular correspondencia. En efecto, no creo que el mejor modo de manifestar nuestra solidardad con Emilio Lled¨® consista en enredarnos en tediosas disputas personales. Entre las muchas cosas que no comparto con el profesor Mu?oz, como su entusiasmo por la LRU y cuanta normativa emane de alg¨²n ministerio, se encuentra su ansia desaforada de protagonismo en este asunto, que no puede ni debe tener otro protagonista que el propio Lled¨®.Las preguntas que me hace acerca de las intenciones de voto de dos de los miembros del tribunal encargado de juzgar su malhadada oposici¨®n no soy evidentemente yo quien ha de contestarlas, por lo que ser¨ªa bueno que se las formulase a los interesados. Ello de paso le dar¨ªa la oportunidad. de ventilar viejas rencillas acad¨¦micas con los mismos, que, al parecer, es lo que busca. Por lo que a m¨ª respecta, considero preferible atenerme por esta vez a la conducta observable y concentrar mi ira y mi desprecio sobre los autores de la haza?a de haber votado al candidato triunfante frente al profesor Lled¨®, a quienes va siendo ya hora de mencionar por su nombre: los profesores L¨®pez Quint¨¢s, Falgueras y Abell¨¢n. Sobre ellos recae directaniente la responsabilidad. de haber postergado al candidato id¨®neo para la plaza objeto de concurso. Y sus nombres figuran desde ahora con todos los honores en la cr¨®nica, ya de por s¨ª bastante negra, de lo que ha venido siendo, con las excepciones de rigor, la facultad de Filosof¨ªa de la universidad Complutense a lo largo de los ¨²ltimos cuarenta y pico a?os, una cr¨®nica en la que alguno de los mencionados se hallaba ya inscrito de pleno derecho desde tiempo atr¨¢s y a la que lamentablemente se incorpora otro a quien hab¨ªa tenido hasta la fecha por colega y amigo.
La carta del profesor Mu?oz conten¨ªa, finalmente, una ligera impertinencia sobre mi actual situaci¨®n laboral. En la actualidad me encuentro eventualmente destinado en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, donde trabajo en la organizaci¨®n de un instituto de filosof¨ªa. Por si es ah¨ª donde le duele, la buena educaci¨®n es, por supuesto, norma de obligatorio cumplimiento entre sus miembros. Pero ya que ha salido a colaci¨®n el instituto de filosof¨ªa, no querr¨ªa dejar de reiteras p¨²blicamente al profesor Lled¨®, en nombre de todos mis
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Correspondencia particular
Viene de la p¨¢gina anteriorcompa?eros, nuestro ferviente deseo de tenerle all¨ª con nosotros. Cuando las puertas de la Complutense ignominiosamente se le cierran, Emilio Lled¨® ha de saber que las del instituto de filosofia del consejo se hallan de par en par abiertas paxa un maestro como ¨¦l, a quien tanto respetamos, queremos y admiramos.-, catedr¨¢tico de universidad.
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