?ltima tentativa en el Golfo
CUANDO EL verano pasado Estados Unidos decidi¨® establecer una fuerza naval en el golfo P¨¦rsico para proteger la navegaci¨®n de los mercantes que arbolaran pabell¨®n norteamericano, la opini¨®n mundial acogi¨® la medida con divisi¨®n de pareceres. Para unos, la decisi¨®n s¨®lo ten¨ªa el defecto de haberse tomado demasiado tarde, puesto que ya era hora de presionar y tomar represalias contra Ir¨¢n; para otros, la posici¨®n avanzada de una flota norteamericana no constitu¨ªa m¨¢s que un riesgo innecesario de extensi¨®n de la guerra sin que por ello se progresara por la v¨ªa de la presi¨®n internacional hacia la soluci¨®n del conflicto.Los hechos no parecen, sin embargo, haber dado plenamente la raz¨®n a ninguno de los dos puntos de vista. A casi seis meses del comienzo del despliegue norteamericano, con m¨¢s de 30 buques de guerra y 20.000 hombres en aguas del Golfo, Washington no ha definido una estrategia militar ni pol¨ªtica frente a Ir¨¢n. Es cierto que los ataques a la navegaci¨®n norteamericana y a buques kuwait¨ªes acogidos a la protecci¨®n de Washington han cesado despu¨¦s de que el petrolero Bridgeton chocara contra una mina iran¨ª, y que las peque?as embarcaciones de Teher¨¢n se abstienen de provocar a la flota de EE UU, pero la navegaci¨®n no protegida por las armadas occidentales sigue bajo el ataque tanto de Irak como de Ir¨¢n, y nada nos aproxima al fin de la guerra.
Los supuestos peligros de extensi¨®n e internacionalizaci¨®n del conflicto, por otra parte, se ven cancelados por esa misma prudencia de las partes: Irak s¨®lo ataca a los petroleros que trabajan para Teher¨¢n; Ir¨¢n amenaza, m¨¢s que da?a, los intereses de los virtuales aliados de Bagdad, Kuwait y Arabia Saud¨ª, y en realidad pulula m¨¢s como presencia ominosa que con verdaderos objetivos militares; y Estados Unidos est¨¢ por estar, pero para nada m¨¢s como no sea a ver qu¨¦ pasa el d¨ªa en que se muera Jomeini.
Al mismo tiempo, las ya habituales amenazas iran¨ªes de una nueva ofensiva terrestre no se han materializado, es posible que en parte debido al estado de salud del l¨ªder iran¨ª, quien, si bien no ha muerto como anunciaba hace unas semanas The Times, s¨ª es cierto que recibe tratamiento m¨¦dico de urgencia. As¨ª, estabilizada la situaci¨®n en el frente terrestre, parecen crecer las esperanzas de que una iniciativa de paz, en la que tendr¨ªa un gran protagonismo Siria, podr¨ªa desembocar en un alto el fuego.
En la reciente cumbre de pa¨ªses ¨¢rabes celebrada en Arriman se produjo una cierta recolocaci¨®n de Damasco entre su aliado iran¨ª y su adversario iraqu¨ª. No se produjo la reconciliaci¨®n entre Damasco y Bagdad, como se pudo creer en un primer momento, pero ni Siria ni los restantes pa¨ªses ¨¢rabes de la, zona desean la humillaci¨®n de la derrota para Bagdad. Paralelamente, el restablecimiento de relaciones de Egipto con la mayor¨ªa de los miembros de la Liga ?rabe permite a El Cairo flexionar los m¨²sculos en defensa de su aliado. En estos momentos, miles de soldados y t¨¦cnicos egipcios apoyan el esfuerzo de guerra de Bagdad y el prestigio del pa¨ªs del Nilo est¨¢ visiblemente invertido en que Irak aguante firme.
En definitiva, la estrategia te¨®ricamente agresiva de Estados Unidos en el Golfo no ha hecho que variaran sustancialmente los datos del problema. Si acaso, ha fijado los t¨¦rminos del combate naval, conteniendo m¨¢s que volatilizando sus l¨ªmetes, con lo que no se hace sino ahondar en el punto muerto. En numerosas ocasiones se ha especulado con la casi inevitabilidad de que cobrara cuerpo una iniciativa de paz sin que haya sido as¨ª. Esta vez no tiene por qu¨¦ ser la de la vencida; pero las ?das y venidas de emisarios de Siria y algunos pa¨ªses del Golfo hacia y desde Teher¨¢n parecen indicar que hay quien cree que vale la pena intentarlo de nuevo.
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