Mazimbu, el combate del ANC surafricano por aprender las matem¨¢ticas
El Gobierno surafricano invierte a?o siete veces menos en la educaci¨®n de un ni?o negro que en la de uno blanco. Los escolares, que desde 1976 se encuentran en primera l¨ªnea de la protesta contra el r¨¦gimen racista, son uno de los sectores m¨¢s afectados por la represi¨®n policial. Consecuencia: el bajo nivel de preparaci¨®n de la mayor¨ªa negra, que es motivo de preocupaci¨®n incluso para los empresarios blancos. El Congreso Nacional Africano (ANC, principal organizaci¨®n opositora) ha convertido la exigencia de una educaci¨®n digna en uno de los puntos prioritarios de su programa. Con ayudas internacionales -entre las que destaca la aportaci¨®n de la Unesco- ha creado en Mazimbu, en el centro de Tanzania, un lugar donde poner en pr¨¢ctica su modelo de una educaci¨®n para la liberaci¨®n y crear sus elites de mando. All¨ª, los gorilas dejan las bombas para sentarse a tomar apuntes y pelear con las matem¨¢ticas.
ANA CAMACHO, En Tanzania, a unos 200 kil¨®metros de Dar es Salam, se encuentra Mazimbu, un trozo de Sur¨¢frica sin apartheid. All¨ª residen en r¨¦gimen de internado unos 2.000 cachorros del ANC, el principal movimiento de liberaci¨®n surafricano, que ha cumplido ya 75 a?os de lucha contra el r¨¦gimen blanco de Pretoria. Junto a los centros de educaci¨®n b¨¢sica y superior hay un eficiente hospital, un taller de carpinter¨ªa, una granja y una productiva huerta.La mayor¨ªa de las adolescentes que intentan recuperar el tiempo perdido en sus estudios tras su huida, por razones pol¨ªticas, de Sur¨¢frica. Pero Mazimbu es tambi¨¦n el lugar donde se cr¨ªa la mayor¨ªa de los hijos de los militantes del ANC en el exilio. Sus padres los dejan all¨ª mientras luchan en el frente de guerra en Angola o atienden a sus estudios universitarios, a los que acceden a trav¨¦s de becas concedidas por diversos Gobiernos. A la hora del recreo, los jardines que salpican la impecable urbanizaci¨®n de esta ciudad-estudio se anima con el griter¨ªo de nubes de ni?os, en los que se mezclan los rostros de tez p¨¢lida con los de color ¨¦bano. Al son de una campana vuelve el silencio. Todos regresan a sus aulas para atender, juntos, a las explicaciones de los maestros que, a diferencia de lo que ocurre en su tierra, son iguales para todos. "El ANC desea para Sur¨¢frica una sociedad justa en la que todos podamos convivir sin discriminaci¨®n de raza, credo o ideolog¨ªa", afirma Stanley Mazibela, representante del movimiento de liberaci¨®n de Sur¨¢frica en Dar es Salam. "Para lograr este proyecto hay que empezar desde la base; en Mazimbu ense?amos a nuestros ni?os a respetar al pr¨®jimo, sea cual sea su color", a?ade.
La huida de los ni?os
La idea de crear un centro de estudios surgi¨® a ra¨ªz de los sucesos de 1976, que culminaron con la matanza de Soweto. Entonces los escolares desafiaron el apartheid para exigir una pol¨ªtica educativa igual y justa. La polic¨ªa abri¨® fuego contra los adolescentes en revuelta y mat¨® a mil escolares. "A partir de ah¨ª nos vimos desbordados por un nuevo fen¨®meno: el de los miles de ni?os que, tras huir de la represi¨®n policial desencadenada en el pa¨ªs, acudieron a las sedes del ANC en el exilio para pedir protecci¨®n e incorporarse a nuestras filas", explica Mazibela. "Hab¨ªa que darles un hogar y educarlos para impedir que crecieran como la hierba salvaje", a?ade.El ¨¦xodo de los adolescentes no ha cesado desde entonces. Al reanudarse las revueltas en los guetos negros surafricanos en 1985, los escolares -que siguen siendo uno de los sectores m¨¢s politizados del pa¨ªs- volvieron a convertirse en uno de los principales blancos de las persecuciones policiales: de las 25.000 personas detenidas a ra¨ªz de la implantaci¨®n del estado de emergencia, al menos 8.000 eran menores de 16 a?os. En consecuencia, el n¨²mero de personas que llegan Mazimbu se ha ido incrementando. "Cuando llegan aqu¨ª estos ni?os necesitan, ante todo, ayuda psicol¨®gica: est¨¢n deprimidos y los sufrimientos que han padecido hacen de ellos unas criaturas que s¨®lo piensan en empu?ar las armas en busca de la venganza", afirma Joe Nku, de 35 a?os, surafricano en el exilio desde hace 15 a?os. Joe, que ha alcanzado la licenciatura en filosof¨ªa, dirige ahora el centro de orientaci¨®n de estudios en Mazimbu. "Hay que ayudarles a comprender que no todos los blancos son enemigos", a?ade Joe.No todos los adolescentes que huyen de Sur¨¢frica aceptan ser enviados a Mazimbu para reanudar los estudios que los boicoteos y protestas les obligaron a abandonar. Muchas becas universitarias para refugiados surafricanos quedan vacantes porque los j¨®venes del ANC prefieren pasar a los campos de entrenamiento militar. Este hecho y la creciente preferencia que sus cachorros manifiestan hacia el bloque oriental son algunas de las preocupaciones que la vieja guardia del ANC tiene con sus j¨®venes generaciones. Por una parte, temen que la radicalizaci¨®n de los que ya est¨¢n accediendo a cargos de responsabilidad en el movimiento comprometa sus esfuerzos para atraer al ANC la simpat¨ªa de las potencias occidentales e impulsar el di¨¢logo con EE UU.
"La culpa la tienen el apoyo que muchos pa¨ªses occidentales siguen dando al apartheid y el empe?o de quienes se declaran amigos nuestros en limitar su ayuda al sector humanitario", afirma Tom Sebina, uno de los veteranos del ANC en los cuarteles generales de Lusaka, la capital de Zambia. Adem¨¢s, la vieja guardia tiene graves dificultades para convencer a los j¨®venes que las armas no tienen por qu¨¦ estar re?idas con los libros. "Estos adolescentes no s¨®lo son la esperanza del logro de una victoria que, probablemente, nosotros no veremos", dice Sebina. "De ellos depender¨¢ el futuro econ¨®mico y social de una Sur¨¢frica libre".
Y t¨², ?que quieres ser de mayor?
."Desde la infancia hay que ense?ar al ind¨ªgena que la igualdad con los europeos no es para ¨¦l; no hay lugar para ¨¦l en la comunidad europea por encima del nivel representado por algunas formas de trabajo". Estas declaraciones fueron efectuadas por Hendrik Verwoerd en los a?os cincuenta cuando era primer ministro surafricano, para justificar la implantaci¨®n de un sistema educativo con distintos planes de estudio seg¨²n la raza de los alumnos.
As¨ª, por ejemplo, se estableci¨® una ense?anza obligatoria y gratuita para los blancos, mientras que la mayor¨ªa negra s¨®lo dispon¨ªa de una educaci¨®n facultativa y estaba obligada a pagar tasas, el coste de los libros y la construcci¨®n de las escuelas.
Ello explica la existencia de un ¨ªndice de analfabetismo del 48% en los menores de 20 a?os, as¨ª como una grave falta de mano de obra cualificada entre la mayor¨ªa negra que alarma incluso a los propios empresarios afrikaners."Recientemente, el Gobierno de Pieter Botha ha aumentado los presupuestos para la educaci¨®n de los negros, mestizos y asi¨¢ticos en su intento por maquillar el apartheid", afirma el director de Mazimbu, Tim Maseko. "Pero las diferencias entre las oportunidades para acceder a las escuelas y universidades siguen siendo abismales", a?ade.
"Mientras los ni?os blancos son educados para ejercer en el futuro puestos de mando, los negros aprenden y son mentalizados para seguir siendo siervos de los blancos", a?ade Maseko.
"Los ni?os que llegan de Sur¨¢frica tienen un notable atraso respecto a sus compa?eros que han estudiado en nuestras escuelas desde el principio; por una parte, los boicoteos a las clases -que, por ejemplo, el a?o pasado dejaron en blanco el curso escolar- y, por otra, las carencias producidas por unos planes de estudios que excluyen para los ni?os de color las matem¨¢ticas y las ciencias", explica Maseko. Estas asignaturas se han convertido en los huesos de los alumnos de Mazimbu.
Otro problema es el de las elecciones de los estudiantes en los niveles superiores. Y t¨², ?qu¨¦ vas a estudiar? "Ingenier¨ªa", "medicina", responde la mayor¨ªa de los adolescentes sin titubear. "En sus ocho a?os de existencia Mazimbu ha creado ya cinco veces m¨¢s m¨¦dicos de color que las universidades surafricanas en los ¨²ltimos 20 a?os", afirma con orgullo el director. Pero admite que ahora es necesario nivelar lo que empieza a ser un super¨¢vit en estos sectores con la falta de artesanos, maestros o agricultores. "Es l¨®gico que los ni?os deseen desempe?ar aquellas profesiones que en su pa¨ªs les es imposible ejercer", afirma una maestra australiana.
El des¨¢nimo cunde principalmente en el taller de carpinter¨ªa donde un cooperante n¨®rdico se muestra decepcionado: de los 42 aprendices, 37 son ciudadanos tanzanos que fueron admitidos para ocupar las plazas despreciadas por los j¨®venes refugiados.
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