El destino art¨ªstico de Victorio Macho
Primer centenario del disc¨ªpulo de Berruguete
El escultor Victorio Macho, tan ensalzado como olvidado, siempre fue y sigue siendo pol¨¦mico; porque el verdadero arte engendra pasi¨®n y la pasi¨®n enfrentamientos. Al cumplirse el primer centenario de su nacimiento, en Palencia el 23 de diciembre de 1887, sigue pendiente el contencioso sobre su obra. Intereses particulares, colectivos, econ¨®micos y de otros rangos, ha hecho que Palencia, embriagada de Victorio Macho, no disfrute de su obra ni Toledo haya sabido valorar en su justo medio el acervo art¨ªstico que el autor le design¨® para su custodia. Es el momento de sentarse a una mesa todos, sin ninguna exclusi¨®n, para plantear el verdadero tema que debe presidir dicho encuentro: la m¨¢s digna conservaci¨®n y divulgaci¨®n de su herencia art¨ªstica.El escultor palentino Victorio Macho ve por primera vez la luz el 23 de diciembre de 1887, en el seno de una familia humilde, pero preocupada art¨ªstica y culturalmente, en especial don Eloy, su padre, ebanista de profesi¨®n. Desde muy peque?o despierta en ¨¦l la afici¨®n a la m¨²sica y a la pintura. La primera queda reducida a un lejano sue?o, al morir su maestro, poco despu¨¦s de iniciar los primeros compases. Pero le qued¨® grabado tan vivo recuerdo que ser¨¢ una constante en su futura obra escult¨®rica. Para la pintura era bueno cualquier momento y objeto con tal de servir de distracci¨®n a su escasa afici¨®n escolar. A los ocho a?os visita la obra de Alonso Berruguete en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y le produce tan honda impresi¨®n que, desde ese momento, podemos afirmar que ha nacido un escultor.
La Diputaci¨®n palentina decide concederle una pensi¨®n en 1903 para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. ?ste es el verdadero momento de arranque del artista, hasta consumir 15 a?os de penalidades antes de su consagraci¨®n. Hecho que se inicia con el encargo oficial del se pulcro del doctor Llorente. La rebeld¨ªa personal, el antiacademicismo y el constante trabajo individual llenan estos largos a?os hacen madurar su genial arte trav¨¦s de rotundos dibujos y variados estudios anat¨®micos.
Entre 1921 y 1936 se da la plenitud creadora del artista y su mayor reconocimiento a trav¨¦s de resonantes exposiciones nacionales y extranjeras. En este momento ejecuta lo m¨¢s cuajado y digno que produjo la escultura espa?ola, como nos lo desmuestra el Monumento a Gald¨¢s, de gran simplicidad realista, o el Hermano Marcelo, su obra cumbre, donde se a¨²nan el sincretismo formal con la poderosa expresi¨®n humana.
Su osad¨ªa vanguardista queda plasmada en el Monumento funerario de T. Morales, que funde el neocubismo con el simbolismo expresionista, y la Fuente de Cajal, en la que rompe con el anterior monumento conmemorativo, d¨¢ndole un corte modernista de ondulantes l¨ªneas en contraste con los duros pliegues neocubistas. Sus manos modelaron el m¨¢s profundo sentido retrato del siglo XX, dedicado a Unamuno, y construyeron el Cristo del Otero palentino: monumental, simplificado y duro como el paisaje que lo rodea. Pero sobre todo Victorio esculpi¨® La madre, su obra m¨¢s amada, s¨ªmbolo de pat¨¦tica serenidad maternal.
Monumentalismo
La guerra civil espa?ola hace que Victorio Macho se proyecte en Latinoam¨¦rica durante los 13 a?os del exilio y reciba sonados triunfos, honores y proyectos; pero tambi¨¦n se contagie de un excesivo monumentalismo envuelto en gloriosa exaltaci¨®n que le hace perder su fuerza ¨ªntima de recio expresionismo y de linealidad casi pura. La estatua ecuestre de Balalc¨¢zar, el monumento a Grau, a Uribe, a Belisario Porras y el sepulcro a los Bol¨ªvar en la catedral de Caracas son los monumentos m¨¢s representativos de la obra americana.En marzo de 1952, olvidando los "rencores que muerden y marchitan el alma", siente a?oranza ¨ªntima de Espa?a, sed embriagadora de su patria castellana y fija la residencia definitiva en Toledo, en Roca Tarpeya, como ¨¢guila de alto vuelo que se siente cansada de tanto cruzar el viento. Poco a poco, va instalando su futuro museo para el que vuelve a fundir un buen n¨²mero de obras realizadas en Espa?a y en Am¨¦rica.
Durante la ¨²ltima etapa realiza el monumento funerario de Men¨¦ndez Pelayo como su obra m¨¢s significativa; pero, sobre todo, se interesa por una faceta ¨ªntima y permanente, el retrato o busto en bronce, piedra o barro, con el que inmortaliz¨® a una pl¨¦yade de amigos y conocidos. Ah¨ª quedan Le¨®n Felipe, Madariaga, Andr¨¦s Segovia, Mara?¨®n, Men¨¦ndez Pidal o el incomparable medio cuerpo de Zoilita. Palencia tuvo la suerte de recibir la ¨²ltima obra ejecutada y rematada por la mano de Victorio, el monumento a su adorado maestro Alonso Berruguete, instalado en la plaza Mayor palestina en diciembre de 1963.
El 13 de julio de 1966 muere en su casa museo de Toledo, como consecuencia de la silicosis que viene padeciendo desde 1952, y es enterrado en Palencia, seg¨²n su expreso deseo, a los pies de su Cristo del Otero, sobre el que mand¨® escribir un simple, aunque sentido, epitafio: Mi ¨²ltima jornada: "Aqu¨ª, a los pies de este Cristo, vino a descansar su autor: el escultor Victorio Macho", XIII-julio-MCMLXVI.
La agon¨ªa decimon¨®nica del realismo art¨ªstico produce sus ¨²ltimos espasmos a la par que Victorio penetra en el ignoto mundo del arte. Un esp¨ªritu rebelde e inconformista con lo establecido, como ¨¦l, no puede permanecer en el estatismo, ha de indagar caminos para fundir la experiencia y el trabajo en una s¨ªntesis de limpieza y claridad art¨ªstica poco com¨²n; ha de aunar la serenidad mel¨®dica de lo tangible con la sobriedad de l¨ªneas que marca el duro material que trabaja.
Es un nuevo rumbo del arte, a caballo entre figurativismo y abstracci¨®n, el que se plantea el genial cincelador. Es el puente, el destino art¨ªstico llevado de la mano de Victorio a la ribera de la m¨¢s grande revoluci¨®n est¨¦tica que ha conocido el mundo. Ah¨ª reside el m¨¦rito m¨¢s genuinamente machiano: hacer de correa transmisora entre dos formas de ser, vivir y pensar casi antag¨®nicas.
Macho supo recoger los innovadores latidos neocubistas y expresionistas del modelado, sin olvidarse del gran aprendizaje que le supuso el realismo pl¨¢stico. Supo fundir en el mejor crisol lo viejo con lo nuevo, formando una simbiosis con la rotundidad de vol¨²menes, la limpieza y austeridad compositiva.
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