La s¨²bita conversi¨®n de Franz-Josef Strauss
El l¨ªder b¨¢varo se transmuta de feroz anticomunista en apologeta de Gorbachov
Tres a?os lleva Mijail Gorbachov al frente de la URSS y se ha dicho de ¨¦l casi todo, excepto que haga milagros. Ahora, al recibir al presidente de Baviera, Franz-Josef Strauss, en el Kremlin parece haber realizado el primero. Strauss viaj¨® en los ¨²ltimos d¨ªas de 1987 a Mosc¨² como el pol¨ªtico anticomunista agresivo y montaraz que ha sido toda su largu¨ªsima vida pol¨ªtica. Cuando volvi¨® a M¨²nich dej¨® at¨®nita a la opini¨®n p¨²blica alemana con almibarados elogios al l¨ªder sovi¨¦tico, loas a la distensi¨®n y muestras de emoci¨®n por los cambios que se producen en la URSS.
Nadie sabe c¨®mo ha sido. Dos horas y media con Mijail Gorbachov y el viejo y recio b¨¢varo se hab¨ªa transmutado en un campe¨®n de la distensi¨®n y la cooperaci¨®n con la URSS. A sus 72 a?os, Strauss, el mismo que en los a?os de la guerra fr¨ªa quer¨ªa "borrar la Uni¨®n Sovi¨¦tica" del mapa, que m¨¢s tarde nunca escatim¨® cr¨ªticas e insultos hacia los art¨ªfices de la distensi¨®n en la socialdemocracia -a los que calific¨® de "vasallos de Mosc¨²"- y que hace apenas meses advert¨ªa contra el acuerdo entre EE UU y la URSS para la eliminaci¨®n de los euromisiles INF que, seg¨²n ¨¦l, dejaba a Europa indefensa ante la amenaza sovi¨¦tica.Strauss no cab¨ªa en s¨ª de tanta satisfacci¨®n. "No hubiera esperado esto nunca, aqu¨ª en Rusia, con el l¨ªder de la URSS". El dirigente sovi¨¦tico es, seg¨²n las impresiones del le¨®n b¨¢varo converso, "suelto, seguro de s¨ª mismo, de gran Firmeza sin arrogancia". M¨¢s a¨²n. "Yo, que no soy influenciable con sentimentalidad y patetismo, me voy de Mosc¨² con los sentimientos m¨¢s agradables", dec¨ªa antes de partir hacia M¨²nich.
A¨²n en 1985 dec¨ªa Strauss que "los intentos de Gorbachov de modernizar la pesada econom¨ªa sovi¨¦tica son tan bald¨ªos como el querer tostar una bola de nieve". Ahora, a su vuelta del encuentro con el l¨ªder sovi¨¦tico, dec¨ªa lleno de comprensi¨®n y simpat¨ªa para el dirigente sovi¨¦tico: "S¨®lo se le puede desear lo mejor a Gorbachov".
De repente, Strauss est¨¢ convencido de que "la URSS no persigue fines agresivos hacia Occidente". No se debe pintar, dijo, al oso con las garras levantadas como continuo peligro para Europa. Cuando Willy Brandt, Egon Bahr o Helmut Schmidt dijeron algo semejante, el b¨¢varo Strauss los calific¨® poco menos que de "tontos ¨²tiles".
El vocabulario de Brandt
Volvi¨® Strauss de Mosc¨² con un vocabulario que recuerda a Brandt en sus esfuerzos de proseguir con la ostpolitik, o al ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Hans Dietrich Genscher, que lleva lustros coleccionando descalificaciones procedentes de Strauss por sus contactos con la URSS: "Se ha acabado la fase de la posguerra, comienza una nueva era".Incluso la m¨¢s que delicada cuesti¨®n alemana fue incapaz de romper la armon¨ªa reinante en el encuentro entre Strauss y Gorbachov. El b¨¢varo dijo que consideraba a los alemanes "una naci¨®n y dos Estados". El l¨ªder sovi¨¦tico respondi¨® con el silencio, pero est¨¢ claro que a esta interpretaci¨®n no tiene nada que objetar. Los que s¨ª se han revuelto contra esta frase de Strauss son los irredentos del pangermanismo, que han acusado a Strauss, hasta ahora su protector, de "dejaci¨®n de la idea de la unidad alemana".
Toda la clase pol¨ªtica alemana se halla ahora en la b¨²squeda de las aut¨¦nticas razones de la pirueta del orondo presidente b¨¢varo. Unos sospechan que los piropos de Strauss a Gorbachov no son m¨¢s que un intento de llevarse a Baviera los suculentos contratos que la renovaci¨®n tecnol¨®gica sovi¨¦tica promete a la RFA. Otros creen que todo el anticomunismo de que hizo gala Strauss en los ¨²ltimos a?os era una simple pataleta por no haber sido invitado a Mosc¨² y que ahora su ego le ha traicionado. A¨²n se recuerda que hace a?os este comerrojos lleg¨® a Berl¨ªn Este y concedi¨® un cr¨¦dito de miles de millones de marcos a la RDA.
Tambi¨¦n hay quien dice que hay en juego intereses de pol¨ªtica interna y que Strauss se ha dado cuenta de que con su postura bloqueadora en el proceso de distensi¨®n no hace sino cosechar derrotas electorales, mientras los liberales de Genscher no dejan de ganar esca?os. La popularidad de Gorbachov en la RFA es un factor a tener en cuenta, incluso para Strauss.
En todo caso, resuena ya con iron¨ªa aquella frase de Strauss reproducida por un diario en 1980, en la que dec¨ªa: "Los sovi¨¦ticos me han dejado saber que no me invitar¨¢n hasta que cambie de opini¨®n, y ya pueden esperar". Los sovi¨¦ticos se cansaron de esperar y le cambiaron la opini¨®n ellos.
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