La parte por el todo
A quienes -y parece que son muchos- les haya interesado la ¨²ltima pel¨ªcula de Brian de Palma estrenada en Espa?a, Los intocables de Eliot Ness, podr¨¢n encontrar en El fantasma del paraiso -que es probablemente la obra que m¨¢s popularidad proporcion¨® a este curioso y tramposo cineasta- las pincipales claves de su f¨®rmula para hacer pel¨ªculas suyas, que se sostienen, como castillos de naipes, con materiales de derribo procedentes de otras ajenas.Dicha f¨®rmula consiste a grandes rasgos en organizar -m¨¢s exacto ser¨ªa decir hilvanar- un argumento, a veces un simple guiso de varios argumentos, con sombras, ecos o recuerdos de im¨¢genes de otras pel¨ªculas, por lo general muy conocidas, algunas de ellas incluso con resonancias mitol¨®gicas en la memoria del cine cl¨¢sico.
El fantasma del para¨ªso
Direcci¨®n y gui¨®n: Brian de Palma. Fotograf¨ªa: Larry Pizer. M¨²sica: Paul Williams. Producci¨®n: Edward L. Pressman. Estados Unidos, 1974. Int¨¦rpretes: Paul Williams, William Finkey, Jessica Harper, George Memmolli, Gerrit Graham. Estreno en Madrid: Duplex, en versi¨®n original.
Se trata del viejo recurso del homenaje, puesto en pr¨¢ctica de manera asistem¨¢tica por algunos cineastas franceses de la Nouvelle Vague pero convertido en sistema por Brian de Palma: un sistema de muy dudosa honorabilidad pero que ha propocionado a este director norteamericano fajos de dividendos en fama y en papel verde.
Ingredientes perecederos
En este sentido, El fantasma del para¨ªso es en la filmograf¨ªa de De Palma un modelo. En ella est¨¢n ama?ados, en diferentes dosis, elementos argumentales e iconogr¨¢ficos procedentes- de El fantasma de la ¨®pera, Fausto, Frankenstein, El gabinete del Doctor Caligari, El retrato de Dorian Gray, Rocky horror show y probablemente otros muchos. La mescolanza es grandilocuente, de regusto g¨®tico puesto al d¨ªa. Pero unas veces funciona bien y otras se atasca, oxidado el mecanismo por un exceso de artificios.Es una obra en la que las partes son mejores que el todo; en la que las secuencias, una por una, se agradecen y, en cambio, el resultado global decepciona, suena a hueco, a globo excesivamente hinchado. Esto pone de manifiesto que la popularidad que la pel¨ªcula alcanz¨® hace una docena de a?os estaba alimentada por elementos perecederos que han pasado mal la mordedura del tiempo.
La pel¨ªcula tiene su otro tal¨®n de Aquiles en la direcci¨®n de actores y la interpretaci¨®n, que es desali?ada, superficial y carente de intensidad. Salvo Jessica Harper, cuyo rostro todav¨ªa transmite emoci¨®n, el resto del reparto -y en especial los personajes principales, el fantasma y su diab¨®lico guardi¨¢n Swann- hacen un trabajo epid¨¦rmico y elemental cuyas deficiencias no cubren la destreza del realizador ni el buen sentido pl¨¢stico del fot¨®grafo. Quedan en pie unas cuantas escenas aisladas en una pel¨ªcula que huele a caducidad por todas partes.
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