Carta sobre la locura
A Leopoldo Mar¨ªa Panero.No hay ning¨²n acto que se califique correctamente de loco que no sea un acto errado, es decir, un error. Pero no todos los errores que se cometen son actos locos. Luego el acto loco es un tipo de error.
Cada uno de los errores tiene su l¨®gica. Aunque Dios juegue a los dados con el universo, es lo cierto que en el universo hay s¨®lo acontecimientos, entre otros, los de los seres humanos, y cuando menos, los de ¨¦stos, o son acertados o son err¨®neos. Tan constitutivos del universo son los actos certeros cuanto los m¨²ltiples actos errados que puedan acontecer y que de hecho acontecen.
Ahora bien, de la misma forma que hay la l¨®gica de los actos certeros, han de existir varias l¨®gicas de los errores, tantas como tipos de errores se puedan diferenciar. Tiene que haber, pues, cuando menos, una l¨®gica para el error loco. La l¨®gica del error loco es lo que se llama psicopatolog¨ªa: a¨²n no existe. Cuando exista, habr¨¢ de tratar de las leyes que rigen para los procesos err¨®neos del tipo de los procesos locos. Los errores locos, necesariamente, han de tener su ley o sus leyes, puesto que se trata de hechos naturales. No s¨®lo obedece a una ley la trayectoria de una bala que da en el blanco; las que no dan en ¨¦l tambi¨¦n han seguido su ley, otra (u otras), y se averigua, se logra la clave de por qu¨¦ en vez de en el blanco dio precisamente en otro lugar.
La misi¨®n del psicopat¨®logo es en primer lugar, esto es, antes que otra cosa, dirimir si un acto es acertado o err¨®neo; en segundo lugar, de ser err¨®neo, si es del tipo de los errores locos o del tipo de los errores cuerdos; en tercer lugar, averiguar por qu¨¦ se ha seguido la v¨ªa del error, y precisamente la del error loco, y no las otras posibles v¨ªas: la del cuerdo, en la verdad o en el error, pero cuerdo al fin. Con otras palabras, si se est¨¢ loco, ?por qu¨¦ se est¨¢ loco? Una vez conseguido esto se habr¨¢n sentado las bases de la psicopatolog¨ªa.
Aunque todos los actos locos son errores, a veces pueden no parecerlo. Si alguien es perseguido puede estar en lo cierto o en el error. Pero nada hay que se oponga a que al mismo tiempo que es perseguido se imagine ser perseguido: son modos distintos de persecuci¨®n, o sea, dos persecuciones diferentes, una realy otra imaginaria. El que la polic¨ªa persiga a un loco porque tiene delirio de persecuci¨®n no hace al loco no loco, es decir, no le da la raz¨®n al loco, porque no es ¨¦sa la persecuci¨®n de la que trata de defenderse, contraatacando, el loco de persecuci¨®n. Todo lo m¨¢s, tendr¨¢ que defenderse ahora de la persecuci¨®n real de la que es objeto con la finalidad de recluirle en un manicomio. Incluso la polic¨ªa, o quien sea, puede perseguir a un loco, que delira con persecuciones y ¨¦l ignorarlo: es perseguido, pues, pero no de la persecuci¨®n que locamente imagina. Corno le ocurre, por ejemplo -es otro caso-, al celoso que adem¨¢s es cornudo: resulta doblemente cabr¨®n; una, porque afirma, sin poderlo probar, que su rnujer le enga?a; otra, porque su mujer le enga?a, aunque ¨¦l no lo sepa, y es ella la que ha conseguido ocult¨¢rselo habilidos¨ªsimamente.
Calificamos de loco a todo aquel que hace actos locos, y decimos: es un loco. Eso es una verdad a medias o, lo que es lo mismo, un peligroso error. Pues, en primer lugar, del sujeto que: hace actos locos no se puede inferir, sin m¨¢s ni m¨¢s, que todos sus actos hayan de ser actos locos. La mayor¨ªa de los actos de los que denominamos locos son precisamente actos no locos, es decir, actos certeros o err¨®neos, pero incluso en este ¨²ltimo caso no actos por necesidad err¨®neamente locos. Un sujeto al que calificamos de loco yerra, como no puede ser de otra manera, muy frecuentemente, pero de modo cuerdo, es decir, como los sujetos cuerdos, cuyos actos son bastantes veces actos errados. Por tanto, no se debiera decir de nadie que es loco sino que est¨¢-loco-de (o est¨¢-loco-en) aquello que le enloquece.
No s¨¦ si hay locos totales, es decir, sujetos a los que convendr¨ªa la calificaci¨®n de locos, por cuanto todo acto que hicieran ser¨ªa del tipo de los actos err¨®neamente locos. No los he visto. Tambi¨¦n es misi¨®n del psicopat¨®logo determinar en qu¨¦ medida se est¨¢ loco, es decir, si se es m¨¢s o menos loco, si se es s¨®lo un poco loco, si se est¨¢ pr¨®ximo a ser un loco total, etc¨¦tera. Para ello es importante saber -tambi¨¦n misi¨®n del psicopat¨®logo, es ya la quinta- de qu¨¦ est¨¢ loco el loco (y, por consiguiente, en qu¨¦ no est¨¢ loco el loco). Qu¨¦ curioso: el loco de celos no es loco para la vida en la que no se involucran ¨¦l, su mujer y la relaci¨®n de ¨¦sta con un tercero (o tercera); el loco de persecuci¨®n no es loco para la restante vida de relaci¨®n -que todo lo m¨¢s puede estar estorbada por su locura de persecuci¨®n (y no acudir, pongamos por caso, a su trabajo), pero no incapacitado para ella, y as¨ª sucesivamente-. Dicho de otra forma: cada loco tiene su tema, es decir, cada loco yerra respecto de un tema (o de varios temas, pero no de todos los temas), y sobre los temas restantes acierta o yerra como cualquier cuerdo. Por eso es f¨¢cil mostrar de qu¨¦ manera dos locos de persecuci¨®n enjuician correctamente, es decir, cuerdamente, la persecuci¨®n de que cree ser objeto el otro, y as¨ª un loco de persecuci¨®n acierta al calificar de loca la persecuci¨®n de que el otro dice ser objeto, como yerra al calificar de cierta su propia persecuci¨®n.
?Qu¨¦ es un acto err¨®neamente loco, o simplemente un acto loco?
No necesariamente un acto inusual. Inusual es desembarcar en Nueva York con una barra de pan de cinco metros de longitud, pero Dal¨ª jam¨¢s hizo actos locos. Inusual es golpear el pupitre con un zapato en el pleno de las Naciones Unidas, pero Jruschov era ineducado. Inusual es dejar caer una bomba en Nagasaki y otra en Hiroshima; fueron dos actos cuerdamente criminales de Harry Truman.
Por el contrario, fumar un cigarrillo es un acto usual, pero loco si se hace bajo el mandato que se recibe desde Marte. 3+5=8 es una vulg¨²idad, y adem¨¢s cierta, pero es una conclusi¨®n loca si, junto a ser aritm¨¦ticamente demostrable, Dios se lo ha hecho saber y le ha mandado que nos lo diga.
En suma, es una trivialidad tratar de caracterizar el acto loco por su excepcionalidad. Los actos locos no son por s¨ª mismos m¨¢s extravagantes (ni m¨¢s peligrosos) que los actos cuerdos.
Los actos locos, como los actos cuerdos, esto es, toda clase de actos de conducta, se caracterizan por que son actos de relaci¨®n. Mediante un acto de conducta un sujeto se relaciona con un objeto (que puede ser inanimado, animado, incluso otro su eto, incluso ¨¦l mismo, todo esto es circunstancial). Los objetos con los cuales el sujeto -todo sujeto- se relaciona, o est¨¢n fuera de ¨¦l o est¨¢n dentro de ¨¦l. A los primeros se les llama objetos externos; a los segundos -recuerdos, sue?os, im¨¢genes de objetos, conceptos, interpretaciones que hacemos de los dem¨¢s o de las cosas que percibim os, etc¨¦tera- se les denomina objetos internos.
Aunque un objeto externo y otro interno sean de id¨¦ntico contenido, que no siempre lo son, como es f¨¢cil imaginar, es lo cierto que han de ser tratados, l¨®gicamente, de manera listinta. El agua que contiene el vaso, ambos objetos externos, se puede beber, y beberla responde a su l¨®gica; no as¨ª el agua imaginada que contiene el vaso imaginado, la cual es perfectamente l¨®gico que se imagine beber, pero no que se beba. Pero hay quien lo hace: un sujeto con del¨²ium tremens hace como que bebe y cree beber; se dice que alucina, y alucinar es un acto loco. Fantasear que' se es rey de Inglaterra es perfectamente leg¨ªtimo desde el punto de vista l¨®gico, y hay a quien le divierte; pero no es l¨®gico derivar de esa imaginaci¨®n de rey de Inglaterra el actuar como rey de Inglaterra, aunque quiz¨¢ destronado, y, en consecuencia, pleitear por su derecho al trono del Reino Unido y denunciar a la reina Isabel como usurpadora. Hay quien lo hace, y como en la alucinaci¨®n antes citada, lo que imagina que es cree que es, pero entonces delira, y delirar es un acto loco. Hay muchos otros tipos de actos locos, pero con estos dos bastan.
Todo acto loco es, sola y exclusivamente, el error de tratar un objeto interno como externo. Todos los dem¨¢s errores son errores cuerdos.
Hay actos casi-locos (o casicuerdos), porque entre el imaginar que una cosa es y creer que es hay situaciones intermedias; tambi¨¦n tienen su l¨®gica, la que deriva de la duda y de los grados de duda. En esos casos no s¨®lo se duda sobre si se imagina ser o se es realmente, sino -lo que es torturante- sobre si se est¨¢, en ese respecto cuando menos, loco o no se est¨¢.
Estar loco, o su inversa, estar cuerdo, no es una opci¨®n. A veces parece que s¨ª, que se trata de una opci¨®n y que alguien opta por ser loco; no lo es, lo simula y en general lo simula mal. Para su desgracia, es m¨¢s frecuente lo contrario, que el loco tenga que simular que es cuerdo y ocultar su locura para evitar males mayores, por ejemplo la reclusi¨®n, en ocasiones a perpetuidad. Un acto -la simulaci¨®n de la cordura- certero, y por tanto cuerdo, que extrae, como no puede ser de otra manera, de lo mucho que a¨²n tiene de hombre cuerdo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.