El candidato es el mejor

Terminadas las convenciones y decididos los dos candidatos que concurrir¨¢n a la elecci¨®n presidencial con alguna posibilidad de ¨¦xito... empieza la campa?a. Desaparecen las rivalidades internas de cada partido, todos se unen para apoyar al que les derrot¨® en la convenci¨®n, y las acusaciones de ret¨®rica, de inmoralidad, o de ignorancia se desvanecen como por ensalmo: el candidato es el mejor.La campa?a abandona las carreteras y los d¨ªas de apretones de mano y se refugia en la televisi¨®n. La televisi¨®n se convierte en reina y hasta en juez: en cuatro ocasiones a lo largo de septiembre y octubre, los candidatos de uno y otro partido se enfrentar¨¢n en debates p¨²blicos televisados. Despu¨¦s de cada uno de los debates, los sondeos de opini¨®n reflejar¨¢n el cambiante estado de las hipot¨¦ticas fortunas de cada aspirante.

Y finalmente, el martes 8 de noviembre tendr¨¢ lugar la elecci¨®n. Esa misma noche, uno de los dos ser¨¢ el nuevo presidente de EE UU. Pero no oficialmente. Se sabr¨¢ qui¨¦n ha ganado, pero el vencedor no podr¨¢ ser proclamado hasta el lunes 19 de diciembre, fecha en que se re¨²ne el colegio electoral. En realidad, la elecci¨®n del 8 de noviembre no habr¨¢ sido para un presidente de EE UU, sino para designar los miembros de un colegio electoral, compuesto por tantas personas por Estado de la Uni¨®n como senadores y representantes tenga ese Estado en el Congreso en Washington. La empresa no habr¨¢ sido f¨¢cil, pero el resultado ser¨¢ fiel reflejo de la voluntad de los americanos: el 41? presidente de EE UU.