El conjuro
LUCIANO RINC?NComo si el acuerdo para la pacificaci¨®n y normalizaci¨®n de Euskadi hubiera sido un conjuro m¨¢gico, tras su firma, y aunque sin gran relaci¨®n con ¨¦l posiblemente, han saltado por los aires tanto lucubraciones pol¨ªticas elevadas publicitariamente a dogmas, como s¨ªmbolos que parec¨ªan firmemente asentados en la sociedad vasca, se aceptaran o se rechazaran. La primera noticia sorprendente fue que ETA, y Herri Batasuna en consecuencia, retiraban como condici¨®n previa a cualquier conversaci¨®n la hasta ese momento intocable alternativa KAS, que se sustituye sutilmente por la negociaci¨®n de condiciones para que m¨¢s tarde se pueda discutir en un marco pol¨ªtico la c¨¦lebre alternativa. Despu¨¦s, ETA ofrece una tregua de 60 d¨ªas para desbloquear las negociaciones con el Gobierno. El lento proceso de dudas en la eficacia de la violencia y la militarizaci¨®n de la sociedad vasca era ya perceptible en las repetidas llamadas a la negociaci¨®n, en la apertura del lenguaje de algunos sectores de Herri Batasuna y en los ligeros, pero registrados, movimientos en el interior de la. direcci¨®n abertzale. Movimientos hacia considerar como accidental y aun anecd¨®tico lo que hasta ahora hab¨ªa sido esencial y categ¨®rico.
La oferta de negociaci¨®n es un reconocimiento de que ETA sabe que es imposible la victoria de sus armas. Pero al mismo tiempo puede ser lo que en el lenguaje movedizo de la transici¨®n se llamaba "una trampa saducea": la posibilidad de que durante dos meses cese la actividad policial y ETA pueda recuperarse de sus ¨²ltimos e importantes golpes y recomponer su desmantelado aparato de matar. Pero, en definitiva, ETA renuncia p¨²blicamente a la victoria, y esto debe ser asimilado por su entorno civil y por las bases de Herri Batasuna en concreto. La victoria ya no es posible con las armas en la mano, ahora hay que acudir a los mecanismos e instituciones de la democracia, aunque el lenguaje de piedra tradicional en ETA lo disimule con terminolog¨ªa paramilitar. La negociaci¨®n se reconoce como necesaria e incluso como urgente para ETA, lo que no responde a la estrategia de un ej¨¦rcito victorioso. Las conversaciones se quieren continuar con el Gobierno, no ya con el Ej¨¦rcito, que era una de sus primeras pretensiones, ya olvidadas en este largo camino de renuncias que de manera m¨¢s o menos visible recorre ETA. Y aceptan que dialoguen tambi¨¦n fuerzas pol¨ªticas, el PSOE y HB en principio, pero sin excluir a otras, lo que cambia sustancialmente el planteamiento inicial, porque entre fuerzas pol¨ªticas s¨ª cabe el di¨¢logo pol¨ªtico que no debe darse entre un Gobierno leg¨ªtimo y una banda armada. Mientras, Herri Batasuna, que es una formaci¨®n pol¨ªtica respaldada por votos, hace ofertas de aceptaci¨®n de la democracia, sus f¨®rmulas y formas, a trav¨¦s de uno de sus l¨ªderes encargados de la transici¨®n interior. El di¨¢logo de ej¨¦rcito a ej¨¦rcito se cambia por un di¨¢logo pol¨ªtico. Y esto s¨®lo se puede deber a la comprensi¨®n traum¨¢tica del agotamiento de la v¨ªa utilizada hasta ahora: muertos y bravuconer¨ªa callejera. Algo que la oferta de ETA, salvo que sea la mencionada maniobra para reagruparse, tambi¨¦n confirma es que, despu¨¦s de tantas discusiones y aun apasionadas teorizaciones sobre la cuesti¨®n, ha resultado que Francia s¨ª era el santuario que posibilitaba la continuidad de la violencia.
ETA parece buscar ahora el regreso a casa de sus maltrechos combatientes de la manera m¨¢s digna posible, y sin reconocerlo formalmente. Hay elementos significativos en su disposici¨®n a dejar de matar durante 60 d¨ªas. Desde la amnist¨ªa no se negocia que se gritaba no hace mucho tiempo, al negociemos la amnist¨ªa que se pide hoy hay un largo camino, fruto tanto del acoso policial en Francia y Espa?a como de la recuperaci¨®n de una conciencia civil creciente en la sociedad vasca.
La situaci¨®n pol¨ªtica de Euskadi es otra derivaci¨®n importante de la tregua ofrecida. O quiz¨¢ pedida. La alternativa KAS, que naci¨® en una elaboraci¨®n de urgencia para poder ofrecer algo como f¨®rmula pol¨ªtica que ocultara otras vaciedades, se hab¨ªa convertido en el s¨ªmbolo de la lucha por la independencia "nacional y de clases", seg¨²n rezaban sus catecismos. Y al mismo tiempo se hab¨ªa convertido tambi¨¦n en el ung¨¹ento amarillo. No hab¨ªa dolencia pol¨ªtica o social que no curara la alternativa KAS. No s¨®lo las exigencias de autodeterminaci¨®n e incorporaci¨®n de Navarra, no s¨®lo el problema de las fuerzas espa?olas de ocupaci¨®n -es obvio que sigo con los catecismos-, sino que incluso el fantasma del paro que recorre Europa fue conjurado en m¨¢s de una ocasi¨®n por la alternativa KAS. La decisi¨®n de negociar sin la alternativa KAS como documento ¨²nico e insustituible, la decisi¨®n de incorporar fuerzas pol¨ªticas a la discusi¨®n y de llegar a un acuerdo que sea firmable por los dem¨¢s partidos vascos, son datos nuevos en este drama que pueden llevar a alterar el panorama pol¨ªtico vasco.
En el nuevo campo elegido, y aceptando que no encubra otra cosa, es ahora a Herri Batasuna a quien corresponde el papel m¨¢s dif¨ªcil y arriesgado: controlar un mundo pol¨ªtico mantenido hasta ahora en torno a las directrices de ETA. En este momento m¨¢s que nunca, Herri Batasuna depende de ETA. Porque HB necesita tiempo y negociaciones largas para reacomodar el esp¨ªritu y los instintos, cuidadosamente excitados durante a?os, de muchos de sus seguidores. Ahora tiene que explicar que ETA Militar puede dejar de matar, y lo tiene que explicar como una victoria, lo que no es f¨¢cil. La reconversi¨®n de Herri Batasuna en un movimiento pol¨ªtico democr¨¢tico va a ser dif¨ªcil en parte de su c¨²pula, pero mucho m¨¢s en parte de su base, que tiene como pensamiento pol¨ªtico fundamental el "gora ETA militarra". Tan fundamental, que lo gritan incluso en las concentraciones pacifistas.
La decisi¨®n de ETA puede ser muy importante para el futuro de Euskadi, donde nada ser¨¢ igual sin la violencia. Sin ETA, muchos argumentos pol¨ªticos habituales en Euskadi van a tener que ser reescritos. Siempre teniendo en cuenta que una tregua no es el fin de una guerra. Aunque parezca clara la debilidad de un ej¨¦rcito del pueblo que se est¨¢ quedando sin ej¨¦rcito y se puede quedar con poco pueblo.
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