Coito letal
Quienes tengan buena memoria visual, cuando vean Atracci¨®n fatal, hermana menor de la subnormal Nueve semanas y media, descubrir¨¢n que sus momentos m¨¢s abracadabrantes ya los hab¨ªan visto; y que despiertan en ellos un inoportuno recuerdo de Psicosis de Hitchcock y Las diab¨®licas de Clouzot, que echan abajo la originalidad de esta millonaria pel¨ªcula, que pone de manifiesto la verde rentabilidad de la estupidez y el conservadurismo.Si a estos ecos mim¨¦ticos a?adimos copiosas raciones de l¨²gubres graznidos de cornejas lejanas; de roncos temblores de violoncellos invisibles; de maderos crujientes en amenazantes escaleras; de miradas torvas de bella asesina con rictus cadav¨¦rico; de sintomatolog¨ªa de psicosis homicida con explicaciones ed¨ªpicas de parvulario; de acercamientos angulados de la lente a tel¨¦fonos con timbre de mal augurio; de sanguinolientos cuchillones de deg¨¹ello; de v¨¦rtigos en zambullida de la c¨¢mara situada a la altura de pies en polvorosa; de cad¨¢ver que se yergue en busca de la ra¨ªz de un grito colectivo; y de caradura para calcar de El cartero siempre llama dos veces el coito de los protagonistas, deduciremos que los autores del negocio de Atracci¨®n fatal son genios de ma?a que hacen pasar como propias campanas ajenas y mercaderes del templo donde las manzanas con gusano dentro se venden a precio de intactas.
Atracci¨®n fatal
Direcci¨®n: Adrian Lyne. Gui¨®n: James Dearden. Fotograf¨ªa: Howard Atherton. M¨²sica: Maurice Jarre. Produci¨®n: Jaffe y Lansing, para Paramount. Estados Unidos, 1987. Int¨¦rpretes: Michael Douglas, Glenn Close, Anne Archer, Ellen Hamilton, Stuart Pankin, Ellen Foley. Estreno en cines Gran V¨ªa, Imperial, Pe?alver, La Vaguada y (en versi¨®n original) El Espa?oleto.
Y si a esto a?adimos que las ¨²nicas cosas cuerdas del productivo engendro las dice una loca de atar; y que all¨ª oimos, por ejemplo, este egregio cruce de ad¨²lteras r¨¦plicas entre Michael Douglas ("Eres maravillosa, cari?o, pero yo estoy casado") y Glenn Close ("No me dejes as¨ª, amor m¨ªo. M¨¢ndame a hacer pu?etas, y entonces te respetar¨¦"), preferiremos la hip¨®tesis de Jardiel, seg¨²n la cual el adulterio es una enfermedad infecciosa producida por bichos llamados adultercocos, y que por consiguiente Douglas y Close debieran ser internados en un hospital, por lo que no habr¨ªa pel¨ªcula y eso hubi¨¦ramos ganado sus v¨ªctimas.
Atracci¨®n fatal es un desvergonzado guiso de efectos efectistas, destinados a dar apariencia de pel¨ªcula a su absoluto vac¨ªo de cine, relleno con recursos de dilaci¨®n y tensi¨®n epid¨¦rmicos y destinados a meter en un universo falsamente cotidiano las met¨¢foras incombustibles del poema del terror. No hay tal terror, considerado este t¨¦rmino como met¨¢fora visual del misterio de lo abominable cuando se incardina en comportamientos humanos. Hay miedo en sentido mec¨¢nico (susto), nunca en sentido po¨¦tico (estremecimiento).
Y si a?adimos que esta adulteraci¨®n formal est¨¢ destinada a encubrir una, m¨¢s grave, adulteraci¨®n moral; que esta falsaria pel¨ªcula emplea todo tipo de habilidades para dar apariencia de un ejercicio de sinceridad a un alarde de hipocres¨ªa; que el ¨²nico ser humano ¨¦ticamente creible como tal ser humano es precisamente la mala (mala de solemnidad) de la pel¨ªcula; entraremos en los s¨®tanos de la opulencia de esa parte (la del le¨®n) del cine norteamericano actual, que engorda los libros de sus due?os con trucos en vez de signos y con esa negaci¨®n de la elocuencia que es la palabrer¨ªa.
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