Esperando a Joyce
Obras maestras del siglo XX, como 'El castillo' de Kafka o el 'Ulises', siguen in¨¦ditas en la URSS
La ciudad de Mosc¨² ha crecido atropelladamente en medio del bosque. Los jardines son fantasmas cruzados de carreteras y edificios que desordenadamente se alzan en sus orillas. Sus caisas parecen fortalezas donde las gentes se guarecen del tiempo agresor. En el d¨ªa, tr¨¢fico de muchedumbres por amplias avenidas convertidas en pistas de patinaje. Puertas cerradas de establecimientos que a simple vista nada anuncian, pero ante las que se agolpan las sufrientes, prolongadas colas. B¨²squeda desesperada de un caf¨¦. In¨²til pensar en cerveza. El metro de Mosc¨² parece entonces el iugar m¨¢s acogedor para vivir. Baila el polvo de nieve sobre las luces resbalosas y ag¨®nica,s de una ciudad que se va vaciando. Calle Kropotkinska ya, n¨²mere, 34. Un caf¨¦ privado. Espejos convexos. Grandes cortinas. Ley seca. M¨²sica vienesa. Buena comida.En 1987 funcionaron ya 107 caf¨¦s cooperativas en la URSS. En este caf¨¦ trabajan 12 personas, siete de ellas contratadas. Fiodorov, el jefe de la cooperativa, se ocupa del abastecirniento y compras y lleva la documentaci¨®n. En Mosc¨², dice, faltan 32.000 plazas diarias en restaurantes para un funcionamiento normal. Cree que la cooperativa, como el koljoz, estaba en los planes de la revoluci¨®n leninista.
Nicolai Schmeliof piensa que hay esparcidas unas 300.000 personas en actividad laboral privada. Pero que todav¨ªa la desconfianza hacia la misma es grande: si la perestroika fracasa, no tendr¨ªan piedad con ellas. Hoy, una sexta parte de los trabajadores censados lo hacen en econom¨ªa sumergida. Me pone un ejemplo: de los 30.000 taxistas censados en Mosc¨², ni la tercera parte trabajan en este sector. Y en cambio, ch¨®feres de coches oficiales s¨ª lo hacen en sus horas libres.
-Tambi¨¦n, a la manera de los caf¨¦s, surgen revistas independientes. En ellas se puede publ¨ªcar casi todo. Para nosotros, y m¨¢s para los j¨®venes escritores -me dice Makanin- esto es muy importante. Piensa que Kafka a¨²n no est¨¢ totalmente traducido: El castillo saldr¨¢ este a?o. El Ulises ha aparecido s¨®lo fragmentariamente. Cuando haya competencia editorial se mejorar¨¢ la forma y ampliar¨¢ el contenido de las publicaciones, cuando aparezcan las editoriales privadas en forma de cooperativa. Y los libros reflejan en verdad la demanda de los lectores. Porque la gente a¨²n no ha cambiado. Si la liberalizaci¨®n desapareciera volver¨ªan a ser duros, porque los funcionarios son los mismos Gorbachov habla demasiado puede ir demasiado lejos. Pasarle como a Jruschov. Se le aparta r¨ªa diciendo que fue el ¨²nico culpable. Que se apart¨® del camino. Aunque un nuevo Breznev pare ce imposible: los j¨®venes son otros, tienen otra educaci¨®n. Son descre¨ªdos. Hay que tenerlos en cuenta o asimilarlos. El cambio no ha hecho m¨¢s que comenzar. Se est¨¢ produciendo el inicio hacia una transici¨®n democr¨¢tica que puede durar 10 o m¨¢s a?os. Los propios funcionarios del partido ya no son los de los a?os treinta o cincuenta: aqu¨¦llos habr¨ªan fusilado a ¨¦stos. Cansados de contradicciones y de estancamiento, no tienen otra alternativa; por eso, aun conservando una mentalidad a la defensiva, han de impulsar a la perestroika.
La imagen. Sin duda en Occidente el cine sovi¨¦tico ha sido el mayor difusor de la transparencia informativa. Contemplo una serie de documentales ejemplo de esta renovaci¨®n: La campana de Chernobil, filmado del 28 de mayo hasta septiembre de 1987, con un recorrido que va de Pripiat, la ciudad de 46.000 personas, ahora abandonada, al propio sarc¨®fago del reactor. Entrevistas. Miedo y riesgo en los trabajadores. Terrible. Apasionante. La v¨ªctima nocturna y Eleg¨ªa, de A. Sokurov, esta recreaci¨®n del tiempo y la historia del cantante Chaliapin, ahora reivindicado y homenajeado en Mosc¨² y Leningrado, etc¨¦tera.
Alejandro Adamovich lleva tres meses como director del Instituto del Arte Cinematogr¨¢fico. ?Su tarea fundamental? Destruir la estructura antigua. ?El futuro? No puede predecir. En 1987 se hicieron en las distintas rep¨²blicas 150 largometrajes. Muchos de consumo interno. Los grandes filmes, Arrepentimiento, Agon¨ªa, Ven y mira, Adi¨®s a Matiora, apenas se distribuyen; el principio distribuir es contrario al de un comercio basado en lo art¨ªstico y econ¨®mico: se impone la burocracia. Se celebr¨® una mesa redonda de profesionales para estudiar planes para 1988: no encuentran una l¨ªnea a seguir. Las pel¨ªculas tienen un largo rodaje, tres veces m¨¢s que en Occidente, y la financiaci¨®n estatal coarta las iniciativas. Por eso se pretende introducir el autofinanciamiento; s¨®lo ser¨¢ posible en los grandes estudios. El desconcierto alcanza a los directores. Se vuelve a los remakes: La madre, que filma Panfilov; El Don apacible, El maestro y Margarita, que quiere hacer Klimov; Crimen y castigo, proyecto de Mijalkov; una novela cl¨¢sica alemana del XIX para hacer una alegor¨ªa sobre la burocracia; Konchalovski prepara una biograf¨ªa de Rachmaninov; Guerman quiere seguir los pasos de Tarkovski con un filme de fantas¨ªa cient¨ªfica, y al fin Riazanov se inclina por La melod¨ªa olvidada, filme sobre la perestroika. Los mayores logros se esperan del cine documental. La televisi¨®n. Cuantos me hablan sonr¨ªen: "Estamos mejor que en el a?o 13". Es un dicho popular. La televisi¨®n sigue siendo un bosque oscuro, con peque?os atisbos de cambio, como el programa de debate Den paso a la escalera.
Contradicciones
Las capas m¨¢s altas del poder no est¨¢ influidas por la transparencia. Siguen sin publicarse los informes de los discursos pol¨ªticos del Comit¨¦ Central, lo que parece l¨®gico de cara a que no sean conocidos por los norteamericanos, pero que se toma en defecto al no mostrarse al propio partido y el pueblo. En el Bur¨® Pol¨ªtico no existe un ¨²nico punto de vista para todas las cuestiones, aunque la discrepancia evita el absolut¨ªsmo y las luchas de opini¨®n contribuyen a dar un exacto reflejo de la realidad y ayudar a los impulsores del cambio a que vean sus l¨ªmites y encuentren argumentos para avanzar, conociendo los obst¨¢culos que se oponen a su movimiento. Contradicciones, contradicciones que son para muchos como un milagro frente al absolutismo e inmovilismo pasados. Y esta primera contradicci¨®n nace de que las fuerzas motoras del cambio sean los propios responsables del partido, junto a cient¨ªficos, intelectuales, tecn¨®cratas y directores de f¨¢bricas y de koljozi, que incluso han de burlar, para impulsarse, las propias leyes estatales. No se piensa en el pluralismo pol¨ªtico, aunque s¨ª en un nuevo sistema de elecciones y en la descentralizaci¨®n administrativa.
La URSS ocupa la sexta parte de la tierra firme en nuestro planeta, 22,4 millones de kil¨®metros cuadrados de territorio. Ininterrumpidas ondas s¨ªsmicas comienzan a convulsionarla. En el centro de las mismas est¨¢n los economistas, creadores, pol¨ªticos que han decidido luchar por transformar su presente, por su cambio futuro. Son sinceros y arriesgados en su combate. Creen en lo que hacen. Se juegan algo m¨¢s que su propia historia. Y piensan que tal vez sea, para ellos, para un mundo m¨¢s pac¨ªfico y justo, su ¨²ltima oportunidad. Recuerdo Praga de 1968: viv¨ª all¨ª su primavera, incluso la ocupaci¨®n. Escrib¨ª en la amargura. Ahora, en Mosc¨², en medio de las dram¨¢ticas realidades que se ven y se escuchan, he de apostar por la esperanza. Porque s¨®lo la utop¨ªa, la regeneraci¨®n de un marxismo que ha de ser pensado de nuevo, pueden alentar el cambio necesario, esperado, alentado.
Campesino, estudiante, pol¨ªtico
Las conversaciones vuelven siempre a Gorbachov, el hombre del cambio, el que se dice tiene tres personalidades: el campesino, el estudiante de derecho, el pol¨ªtico. Su soledad frente a gran parte del partido. La decepci¨®n de muchos de los que en los dos a?os ¨²ltimos apostaron por la apertura y tienen miedo, ante la falta de apoyos, a quedarse aislados. Todo se espera de la reforma econ¨®mica: un trozo de carne en la tienda acaba siendo m¨¢s importante que un filme o un art¨ªculo sobre el Arbat en las revistas.Gorbachov ingres¨® con el XX Congreso en la vida pol¨ªtica, cuando se rompi¨® el mito estaliniano. Era delegado y ya vot¨® por expulsar los restos de Stalin del mausoleo -me dice Chatrov- Era de esperanza conform¨® su juventud pol¨ªtica. Termin¨® la universidad en 1955 para pasar por todas las escalas del aparato pol¨ªtico. Sin duda fue influido por el neoestalinismo. Por distintos golpes de suerte lleg¨® al primer cargo. Impuls¨® entonces las ideas aprendidas en su juventud. Estos a?os le¨ªan por primera vez en serio a Marx, Engels, Lenin. Es l¨®gico que existan en ¨¦l contradicciones: las de su juventud, las de la conservaci¨®n del poder. Intenta limpiar los establos del partido. Y sobre todo, impulsar la reforma econ¨®mica. Pasar cantidades del presupuesto militar a la econom¨ªa interior. "Debemos influir en el mundo no con los misiles, sino con el ejemplo. Cuando la gente no quiera huir de nuestro pa¨ªs, sino que vuelva a ¨¦l, estaremos de verdad en el cambio".
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