Demasiado toro
Tres redondos de Luis Milla al principio de la faena de su primer novillo, llenaron de aromas el redondel y el tendido de gusto. Con esos tres redondos, ligados, templados, marchosos, torer¨ªsimos, la afici¨®n se hac¨ªa de miel. No hubo m¨¢s ocasiones olorosas y, placenteras en la tarde, porque no hubo m¨¢s toros que se prestaran al luc:imiento. En realidad, el que se en: fi¨¦ los tres redondos, adem¨¢s de pastue?ito, era novillejo pobre de cara, que luc¨ªa encrespado el pelo del hambre, mientras el resto se trat¨® de una corrida de toros hecha y derecha, demasiado toro, disparatado trap¨ªo para riovilleros, la mayor¨ªa de ellos reci¨¦n llegados al escalaf¨®n.Aquellos morrillos quesobola, aquellos pechazos, aquellas culatas, aquella seriedad de testuz a rabo, aquel severo mirar bajo el desconcertante pesta?eo que exhibieron los ejemplares de V¨ªctor y Mar¨ªn, los ven en esas ferias de por ah¨ª las figuras del momento, y no se ponen delante. Sin embargo de pitones andaban parejos, los de ayer en Valdemorillo y los de las ferias de por ah¨ª. Al toreo contempor¨¢neo lo caracteriza, el pit¨®n menguante. Con esta r¨²brica pasar¨¢ a la historia -creen augures- el d¨ªa en que esa historia se escriba.
V¨ªctor y Mar¨ªn / Bento, Gonz¨¢lez, Milla, Javi
Siete novillos de V¨ªctor y Mar¨ªn, de gran trap¨ªo y con dificultades; 3? de Jos¨¦ Escolar, noble. Rui Bento Vasques: bajonazo (vuelta por su cuenta); tres pinchazos y bajonazo descarado (vuelta por su cuenta). Jos¨¦ Andr¨¦s Gonz¨¢lez: estocada trasera (silencio); dos pinchazos, estocada atravesada que asoma y descabello (silencio). Luis Milla: pinchazo y estocada tirando la muleta (oreja); pinchazo y media atravesada (silencio). El Javi: pinchazo y bajonazo (silencio); cuatro pinchazos y bajonazo (s¨ªlencio).Plaza de Valdemorillo, 5 de febrero. Segunda corrida de feria.
Luis Milla sigui¨® toreando muy bien por redondos y naturales al pastue?ito novillo del pelo del hambre, aunque ya no fue lo mismo. Si en la tanda inicial, que sigui¨® a vinos valerosos pases de rodillas, aun¨® t¨¦cnica y est¨¦tica, las restantes ya no estuvieron tan bien construidas, ni resultaron tan sentidas. De todos modos, gan¨® una oreja a ley. Hubo de moverse mucho en el s¨¦ptimo, pero no por eso devolvi¨® el triunfo. El torazo s¨¦ptimo no dejaba quedarse quieto a nadie. Este y los dem¨¢s ten¨ªan media arrancada, falta de fijeza cuando no embestida incierta, derrotaban.
?A qui¨¦n beneficia?
Los espadas les dieron la r¨¦plica de su valor y su pundonor, pero no era suficiente. Domingo Ortega -o gente de su escuela- hac¨ªa falta all¨ª. A pesar de que los picadores, les rajaban con ferocidad el lomo trasero, no se ca¨ªan esos torazos y tan ins¨®lito fen¨®meno planteaba multitud de preguntas. La primera: ?Por qu¨¦ no se ca¨ªan los toros de V¨ªctor y Mar¨ªn, cuando lo normal es que todo toro actual se caiga? La segunda: Si es cierto que el toro que se cae no beneficia a nadie, seg¨²n afirman los taurinos, ?a qui¨¦n beneficia el que no se cae?Por los s¨ªntomas, la verdad, al que paga. Ayer no se ve¨ªan beneficiarios en el ruedo; m¨¢s biza los toreros -de oro o de plata- pon¨ªan cara de que no se estaban beneficiando en absoluto de la situaci¨®n. Pasaban apuros los matadores al banderillear -s¨®lo Rui Bento gan¨® bien la cara en la reuni¨®n- y cuando lo hicieron los peones, a¨²n m¨¢s. Bento -con oficio, y se le notaba-, Jos¨¦ Andr¨¦s Gonz¨¢lez, El Javi, el propio Milla tambi¨¦n en su segundo turno, se esforzaban en citar y ce?ir, con los reflejos a punto para librar el ga?af¨®n.
?nicamente el octavo estuvo inv¨¢lido: despu¨¦s de rodar por la arena se sentaba un rato. Pero se trataba de un inv¨¢lido fingido pues lo que en su fuero interno pretend¨ªa era librarse de la acorazada de picar, y se hac¨ªa el l¨ªla. En efecto, en cuanto la acorazada desapareci¨® ya no volvi¨® a caerse, sac¨® genio y pies, los banderilleros lo pasaron fatal para banderillear y El Javi a¨²n peor para matar.
Con estas lleg¨® la noche, despu¨¦s de tres horas de corrida, y unos puntitos de mortecina luz el¨¦ctrica sobre la plaza convirtieron en fantasmagor¨ªa el ajetreo de la lidia, toreros de opacos alamares intentando abatir al morlaco ind¨®mito.
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