Viena
Si se quiere considerar reciente al autor de Pepita Jim¨¦nez, y si la memoria y la informaci¨®n no me fallan, en la reciente historia de las letras espa?olas ha habido tres grandes vien¨®logos: don Juan Valera, Juan Rof Carballo y -desde hace unos meses- Jaime Siles, latinista y poeta eminente y actual director del Instituto Espa?ol de Cultura en la capital de Austria.Con el gracejo que un escritor de aquellos a?os hab¨ªa de ostentar, si quer¨ªa ser le¨ªdo y celebrado, Valera nos regal¨® una divertida estampa de la Viena aristocr¨¢tica y burguesa de Francisco Jos¨¦, poco antes de iniciarse la crisis finisecular de su cultura; la Viena de los valses de Strauss, las sinfon¨ªas de Brahms, la cirug¨ªa de Billroth, la f¨ªsica de Boltzmann y los bailes populares del Prater. A lo largo de su vida, Rof ha expresado de varios modos su hondo y fino conocimiento de la Viena que trataba de sobreponerse a las consecuencias de la cat¨¢strofe de 1918, cuando el desmembramiento del Imperio austro h¨²ngaro la sumi¨® en la miseria y la desesperaci¨®n; esa en la cual se recuerda a Karl Kraus y a Hugo de Hofmannsthal, combaten entre s¨ª la izquierda socialista y la derecha socialcristiana, llega a su ¨¢pice el psicoan¨¢lisis de Freud, es reciente la construcci¨®n del Karl-Marx-Hof y otros famosos bloques de viviendas, se ventea el Anch1uss de Hitler y, en medio de la penuria, no pocos sabios siguen haciendo ciencia de calidad. Jaime Siles, en fin, acaba de ofrecernos una penetrante y abarcante visi¨®n de la Viena m¨¢s actual: la que, tras un nuevo hundimiento, el consecutivo a la Il Guerra Mundial -destrucci¨®n. material, hambre de nuevo, cu¨¢druple ocupaci¨®n militar, Br¨¹cke der Roten Armee, puente del Ej¨¦rcito Rojo" se llam¨® entonces, y no s¨¦ si se sigue llamando ahora al viejo Kaiserbr¨¹cke, "puente del Emperador'"-, han reconstruido social y pol¨ªticamente el talento y la bien ordenada laboriosidad de los austriacos, a favor, claro est¨¢, del auge que desde hace 30 a?os ha experimentado la econom¨ªa europea.
Qu¨¦ delicia para cualquier lector inteligente, y m¨¢s si en alguna medida conoce Viena -su encanto, su melancol¨ªa, su enigma-, leer las p¨¢ginas en que Jaime Siles, colmado de la mejor cultura, tenso de inteligencia y sensibilidad, maestro en un actual¨ªsimo manejo de la prosa castellana, nos ofrece das ganze Wien, la entera Viena, desde su geolog¨ªa y su paleontolog¨ªa hasta los ¨²ltimos detalles de su vida social, desde los sue?os las grandezas, las trapacer¨ªas y los fracasos de su historia hasta los men¨²s de los restaurantes donde el turista exigente puede hoy recalar. Inevitablemente ha venido a mi memoria la cadena de restaurantes populares a que yo, tan impecune, sol¨ªa concurrir. Todos uniformados bajo un mismo nombre -WOK anagrama de Wiener Oeffentliche K¨¹chengesefischaft, Socie dad P¨²blica Culinaria Vienesa, que acaso 20 a?os antes hubiese llevado en vanguardia las iniciales k. und k., "imperial y real", de la Kakania de Musil-todos tan as¨¦pticos y funciona les en su est¨¦tica como magros y sofisticados en su diet¨¦tica Otra y la misma Viena.
El enigma de Viena. Para m¨ª el hecho de que de una cultura burguesa y conformista hist¨®ricamente importante, la que en sus a?os vieneses rodeaba a don Juan Valera, surgiese, sin la interposici¨®n de una derrota militar o de una grave y duradera crisis econ¨®mica -a diferencia, pues, de lo que sucedi¨® en el Berl¨ªn ulterior a 1918-, buena parte de las ideas y los sentimientos subsiguientes a la paulatina descomposici¨®n del mundo burgu¨¦s que la I Guerra Mundial trajo a Europa. Hablen por s¨ª solos, a modo de argumento, los nombres de Freud y Adler, Wittgenstein y Popper, Mahler y Sch?nberg, Adolf Loos y Otto Wagner, Kraus y Musil, Klimt y Kokoschka. ?Por qu¨¦ todo ello? Muy l¨²cidamente, Jaime Siles ve la respuesta en la situaci¨®n marginal y marginada de esos hombres frente a la compacta burgues¨ªa y la decadente aristocracia de la belle ¨¦poque vienesa, la sociedad que el vals simboliza, y la ilustra pl¨¢sticamente mostrando la tenaz resistencia estil¨ªstica de la Innere Stadi, la ciudad circundada por el Ring, a la arquitectura de los innovadores. "El vals, esa danza de prostitutas", escribi¨® el rebelde y desesperado Otto Weininger, para quien los giros a que obliga su m¨²sica, con su reiterado y placentero no llegar y retornar, ser¨ªan expresi¨®n musical y coreogr¨¢fica de la carencia de fines verdaderamente morales. Pese a su catolicismo oficial, la sociedad de aquella Viena no los habr¨ªa pose¨ªdo.
La melancol¨ªa de Viena. M¨¢s all¨¢ de la suave cortes¨ªa de los vieneses, de la jovialidad vulgar de los Heuriger de Grinzing y del educado y refinad¨ªsimo entusiasmo musical de los asistentes a ¨®peras y conciertos, una delgada melancol¨ªa empapa, en efecto, el alma de la ciudad. Qu¨¦ claramente la expresaba ante m¨ª hace ahora 30 a?os aquella cobradora de tranv¨ªa, cuando, terminada la obligatoria y rutinaria revisi¨®n de los bifletes, se asomaba a una ventanilla abierta -era verano- para ver desfilar ante sus ojos los mitad espl¨¦ndidos, mitad pomposos, edificios del Burgring. ?En qu¨¦, d¨®nde tiene su causa esa secreta, pero no invisible, melancol¨ªa de los aut¨¦nticos vieneses? ?Les vendr¨¢ de que, despu¨¦s de Solferino y Sadowa, Viena es una ciudad sorda y sucesivamente condenada a no ser lo que pudo ser?
En esencia, esto viene a decirnos, creo yo, la penetrante comprensi¨®n hist¨®rica y psicol¨®gica de Jaime Siles ante lo que ,Sus ojos ven y sus o¨ªdos oyen en la Viena que ha sido y est¨¢ siendo. Para quien "s¨®lo lo que no es es lo que hab¨ªa", para quien "el deseo se cumple en el deseo" -como poeta, eso ha escrito Jaime Siles; y bien sabemos todos, aunque no hayamos le¨ªdo a Guillermo Dilthey, que la verdadera poes¨ªa nunca miente-, ah¨ª, precisamente ah¨ª, est¨¢ el nervio de la melancol¨ªa vienesa.
La Viena de El tercer hombre queda ya muy lejos de la Viena del metro -¨²ltimo de los monumentos de la ciudad, para Jaime Siles-, de las fiestas en el Palais Kinsky y de las tertulias en el sal¨®n de Marta Harner. Ahora no hay en ella genios proscritos por el pecado de ser inconformistas. Pero esta nueva y, al parecer, m¨¢s equilibrada Viena, ?seguir¨¢ siendo cuna de ideas que traigan al mundo inquietud y novedad? Tras su nevado invierno, mudo espect¨¢culo que en la pluma de Jaime Siles ha dado lugar a tan exquisitas met¨¢foras, ?vendr¨¢n a Europa, cuando a los jardines contiguos al Ring llegue la primavera, mensajes que de nuevo inciten la creatividad de la cultura actual, tan rica en ciencia y t¨¦cnica y tan menesterosa de sentido? Como europeo, me lo pregunto. Como europeo, lo necesito.
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