La vida sigue igual

A. M.Los gitanos del poblado de la carretera de Vic¨¢lvaro no conoc¨ªan ayer a¨²n la sentencia del Tribunal Supremo por la que se reconoce que el Ayuntamiento de Madrid actu¨® contra el principio de igualdad reconocido en la Constiutuci¨®n, pero parece que tampoco le dan demasiada importancia: "?La sentencia? Nos da un poco igual, porque eso no cambia nada. Aqu¨ª no estamos igual que hace cuatro a?os, encerrados, sin agua ni luz, sino que estamos igual que hace 400 a?os. Mira las chabolas. Si ves en la tele un reportaje sobre Etiop¨ªa y luego vienes aqu¨ª, no adviertes ninguna diferencia".

Es Miguel Pardo, el pol¨ªtico, quien sintetiza as¨ª el sentir de sus compa?eros de raza. A Miguel le llaman el pol¨ªtico porque tiene cierta instrucci¨®n, sabe expresarse mejor en sus conversaciones con los payos e incluso es autor de decenas de poemas y tres obras de teatro que nadie quiere publicarle, "porque", dice Miguel que le han dicho, "son demasiado fuertes".

El poblado sigue exactamente igual que hace cuatro o diez a?os. La zanja que el Ayuntamiento orden¨® abrir ha desaparecido, cubierta de escombros y basuras, pero las chabolas de trozos de madera, lonas y cart¨®n son las mismas. Entre las basuras picotean bandadas de gallinas.

"La polic¨ªa ya no nos molesta. Nos ignoran, igual que hacen los payos. Debe ser muy f¨¢cil para un se?or¨®n, sentado en su despacho, leer las noticias y hacer una idea de lo que son los gitanos, pero nadie viene aqu¨ª a vemos en nuestra propia vida. Nunca hemos visto manifestaciones de comprensi¨®n y solidaridad de los payos. Ellos no saben lo doloroso que es que vayas por una acera y las se?oras se aparten a tu paso. Son humillaciones que yo he sentido en mi carne". Es ese rechazo general¨ª-zado lo que sustenta los poemas de el Pol¨ªtico: "Madre, que triste es el mundo/ cuando yo no puedo verlo./ S¨®lo las rejas del infiernol castigada por el tiempo./ Hijo, m¨¢s he vivido yol en este mismo infierno,/ cansada de buscar la mirada del tiempo. Madre, soy joven/ y ya he sufrido la discriminaci¨®n/ del volc¨¢n triste/ y poderoso del miedo.

Santiago Alonso asiente las palabras de el pol¨ªtico. Santiago es payo, natural de El Barrado, en C¨¢ceres, y se junt¨® con los gitanos cansado los malos tratos de su padre.

Manuel Mart¨ªn Ram¨ªrez, presidente de la Asociaci¨®n Nacional Presencia Gitana, manifest¨® ayer su satisfacci¨®n por las sentencias de la Audiencia Territorial y del Tr¨ªbunal Supremo: "Lo triste es que pedimos justicia en 1984 y nos la dan en 1988", afirma. Ellos achacaron cosas a los g¨ªtanos sin respetar la presunci¨®n de inocencia. Ahora, nosotros tenemos una sentencia concreta que los se?ala como delincuentes. Espero, por lo menos, que aprendan la lecci¨®n".