La asociaci¨®n de ingenieras y arquitectas

Quiero con estas l¨ªneas manifestar que llevo a gala no perteneder ni querer alistarme en ninguna asociaci¨®n que tenga un car¨¢cter sexista, como la sociedad de t¨¦cnicas recientemente creada. No admito agrupaciones cerradas a un determinado sexo, y me parece tan escandalosa una sociedad gastron¨®mica vasca, coto cerrado de hombres, como una asociaci¨®n del tipo de la anterior, de fines confusos y que ¨²nicamente est¨¢ formada por y para mujeres.Vivimos en una sociedad que por costumbres e historia, desgraciadamente, es marcadament¨¦ machista, especialmente en campos como en el de nuestra profesi¨®n. Esto es un arma de doble filo: por una parte, se nos cuestiona nuestra competencia por el hecho de llevar faldas. Se nos exige el todo o nada; es decir, que demostremos que somos las mejores para poder tener un reconocimiento profesional. Desde aqu¨ª reclamo el derecho a la med¨ªocridad del que goza y ejerce gran parte de la plantilla de t¨¦cnicos de al menos este pa¨ªs, que es el que tengo m¨¢s cercano.

Por otro lado, desde mi experiencia como mujer ingeniera, tengo que reconocer que no me ha ido mal en este ¨¢mbito machista en el que me muevo. No se me han cerrado puertas profesionalmente y he aprovechado mi condici¨®n para abrir otras. Esto lo digo sin sonrojo, porque creo en la m¨¢xima de que si no puedes vencer a tu enemigo, aprov¨¦chate de ¨¦l.

Siempre quedan detalles anecd¨®ticos que hay que tomarlos con sentido del humor, como el hecho de que invariablemente, en todos los impresos a rellenar, se olviden de la voz femenina, no admitan a nuestros maridos en las actividades para "esposas de ingenieros" o detalles de esta ¨ªndole, pero basta con un peque?o tach¨®n en los papeles para salvar el desliz u olvido.

Creo que si pretendemos que en un tiempo no muy lejano las ingenieras y arquitectas seamos consideradas como unos t¨¦cnicos m¨¢s, no podemos comenzar con iniciativas en las que nos segreguemos nosotras mismas.-

Ingeniera de caminos.