El lado irland¨¦s de Samuel Beckett
Una exposici¨®n de textos y fotograf¨ªas muestra los lazos del escritor con el pa¨ªs donde naci¨®
Una de las fotograf¨ªas que se exhiben desde ayer en la Biblioteca Nacional de Madrid muestra un ¨¢rbol duro, nudoso, erizado a medias por una flora sospechosa. Est¨¢ situado sobre una de las colinas de Dubl¨ªn, y hay indicios de que en una de ellas Vladimir y Estrag¨®n aguardan sin esperanza no se sabe qu¨¦, en una de las obras de teatro que definen este siglo: Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Fotograf¨ªas de la isla y textos en ingl¨¦s de las obras de Beckett muestran las conexiones de su obra con Irlanda, donde naci¨® en 1906 y donde pas¨® su juventud.
VIadimir: "Dijo que en el ¨¢rbol." (Miran al ¨¢rbol). "?Tu ves alg¨²n otro?"Estrag¨®n: "?Qu¨¦ es"?
VIadimir: "No lo s¨¦. Un sauce.
Estrag¨®n: "?D¨®nde est¨¢n las hojas?"
VIadimir: "Debe de estar muerto"
Estrag¨®n: "No m¨¢s llanto".
As¨ª hablan VIadimir y Estrag¨®n al pie de un ¨¢rbol despellejado en la primera parte de Esperando a Godot (1946), y su di¨¢logo en apariencia absurdo ya es uno de los que definen nuestro siglo. En su cl¨¢sico Shakespeare, nuestro contempor¨¢neo, el polaco Jan Kott establece un eco entre este di¨¢logo -Vladimir: "?Y si nos arrepinti¨¦ramos?"; Estragon: "?De qu¨¦, de haber nacido?"- y el mantenido por Lear y el loco en Rey Lear, de Shakespeare, y ambos por acertar a sugerir el vac¨ªo de la condici¨®n humana tras un tiempo de destrucci¨®n.
A menudo se recuerda que Samuel Beckett es irland¨¦s s¨®lo para rematar la trilog¨ªa de los escritores que nacieron all¨ª y luego se marcharon, ahogados por una sociedad en exceso encorsetada: Oscar Wilde y James Joyce. En el caso de Beckett, que cumplir¨¢ 82 a?os en marzo y que desde hace medio siglo reside en Francia, su nacionalidad de origen ha llegado a estar tan difusa que cuando le concedieron el premio Nobel de literatura, en 1969, las burocracias francesa e irlandesa comenzaron una discusi¨®n sobre la verdadera nacionalidad del escritor que a¨²n no han terminado.
"En los ¨²ltimos veinte a?os hemos Regado a perder el sentido de las ra¨ªces de Beckett, y ocurre que ¨¦stas son irlandesas", dice Eoin O'Brien, cardi¨®logo irland¨¦s de 46 a?os, amigo del escritor y autor del libro La Irlanda de Samuel Beckett del que parte esta exposici¨®n, ya exhibida en Par¨ªs, Lovaina y Bonn, y que en junio ser¨¢ llevada a Nueva York.
Vestido para el cr¨ªcket
Este enfoque de Samuel Beckett no tiene nada que ver con una reivindicaci¨®n nacionalista y patriotera del escritor, dice O'Brien, sino que es una realidad. A juicio del m¨¦dico, conocido estudioso de Beckett en Irlanda, aunque el autor no ha vuelto por Dubl¨ªn desde los a?os cincuenta, al carecer ya de familia directa, los escenarios de su infancia y sobre todo de Foxrock, donde vivi¨®, son cada vez m¨¢s recurrentes en su creaci¨®n: por ejemplo, en su ¨²ltima obra, Company.
Las fotos de la exposici¨®n, que terminar¨¢ el 28 de febrero, muestran los escenarios donde transcurri¨® la vida de Beckett en aqu¨¦l pa¨ªs: el jard¨ªn de la casa familiar, erizado por los palos de croquet; Beckett vestido para el cricket, y ya con su mirada reconcentrada de p¨¢jaro; las peladas colinas de Dublin, con ocasionales cruces celtas, el mar, los vagabundos irlandeses en los que s¨®lo algunos han sabido ver los modelos de numerosos ap¨¢tridas que cruzan su obra. En una de las fotos (ver arriba) aparecen la ermita de St. Bequet y la torre Martello, en Dalkey Island. OTrien recuerda un pasaje de Malone muere: "De pronto ella se dio la vuelta y dijo, sabes, en la isla hay restos druidas".
Contrariamente a lo que se suele creer, dice O'Brien, Beckett es un hombre afable y lleno de humor que no se esconde de sus amigos, y quien sobre todo importa su obra: esa es la raz¨®n de su extremada reserva, una de las m¨¢s herm¨¦ticas de la literatura contempor¨¢nea, y que ya entra en la leyenda, el mito.
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