Dimensi¨®n selectiva
Siempre produce placer intelectual la lectura de textos o la audici¨®n de conferencias o discursos cuando, a la capacidad de comunicaci¨®n, se une la maestr¨ªa en el dominio del idioma, y sobre todo cuando el discurso o la prosa est¨¢n impregnados del poso cultural que dejan el estudio y la experiencia vital. Coincidan o no las tesis o puntos de vista del comunicador con las del oyente o lector.Me sucede siempre con la lectura de los art¨ªculos de don Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza, y en este caso me refiero al titulado Disuasi¨®n selectiva (EL PA?S, 1 de febrero). Se comenta en este trabajo el informe que una docena de expertos americanos especialistas en asuntos de defensa estrat¨¦gica han sometido a conocimiento del presidente Reagan el pasado 13 de enero. Como bien indica Areilza, aun cuando el documento, por ser de car¨¢cter privado, no compromete oficialmente la pol¨ªtica americana, lo cierto es que ahora y en lo sucesivo sus conclusiones ser¨¢n tenidas muy en cuenta en la estrategia de la defensa para los pr¨®ximos 20 a?os. No puede ser de otro modo, cuando se piensa que los firmantes son, entre otros, el subsecretario de Defensa F. lkl¨¦ y los bien conocidos Kissinger y Brzezinski.
Silencia Areilza en su art¨ªculo determinadas tesis del estudio, que, sin embargo, han sembrado la inquietud en las esferas militares de la OTAN. Se preconiza en ellas un cambio en la pol¨ªtica de defensa de la Alianza, basada actualmente en la amenaza disuasoria de responder a un ataque convencional sovi¨¦tico con las fuerzas nucleares europeas como paso previo a la guerra total entre las dos superpotencias. El report opina que el contraataque europeo ser¨¢ muy preciso y destinado ¨²nicamente a conseguir hacer abortar el ataque sovi¨¦tico.
Este desenganche americano que se desprende del informe ha sido objeto de un estudio conjunto de especialistas europeos (Le Monde, 5 de febrero), que consideran que la disuasi¨®n selectiva fundada sobre una respuesta nuclear limitada supone pura y simplemente la ruina y hasta el apocalipsis para Europa. Critican asmismo la ausencia del nombre de nuestro Viejo Continente entre las potencias presuntamente emergentes en los 20 a?os, a cuyo per¨ªodo se contrae el informe. Europa figura todo lo m¨¢s como objeto, no como actor de una pol¨ªtica. Ni siquiera se la menciona como fuerza capaz de ejercer influencia sobre su entorno. Sobre todo lo anterior me gustar¨ªa leer de nuevo al embajador Areilza.-
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