Thatcher y Chirac, como el perro y el gato
Margaret Thatcher y Jacques Chirac, los jefes de Gobierno del Reino Unido y Francia, respectivamente, se llevan mal y durante la ¨²ltima cumbre tampoco lograron evitar el incidente verbal. Cuando, al final de la agotadora jornada del viernes, la dama de hierro se quej¨® del empe?o de su hom¨®logo franc¨¦s por reanudar en los ¨²ltimos minutos la discusi¨®n sobre un dossier agr¨ªcola que hab¨ªa sido ya zanjado, el primer ministro no dud¨® en soltar un taco, audible por todos los presentes. Margaret Thatcher, imperturbable, contest¨®: "S¨®lo un franc¨¦s pod¨ªa hacer semejante cosa".Pero la verdadera venganza de Thatcher se produjo durante su conferencia de Prensa final, al calificar de "dementes" las ideas de Chirac en materia agr¨ªcola. La misma palabra, dirigida a Chirac, hab¨ªa sido utilizada horas antes por el secretario del Foreign Office, Geofrey Howe, provocando tal ira del franc¨¦s que el jefe de la diplomacia brit¨¢nica acab¨® retirando lo dicho.
Aunque sin echar mano de palabrotas, la primera ministra tampoco dud¨® en provocar, acusando a sus socios, seg¨²n narr¨® el presidente espa?ol Felipe Gonz¨¢lez, de "no tener las suficientes agallas" para enfrentarse al problema agr¨ªcola, ante lo que el primer ministro griego, Andreas Papandreu, asegur¨® que les "sobraban agallas". Con esta explicaci¨®n, Gonz¨¢lez desminti¨® la versi¨®n que circulaba sobre el empleo por Thatcher de una palabra mucho m¨¢s relacionada con la virilidad masculina.
"La han debido propagar los gabachos", sospechaba un corresponsal brit¨¢nico refiri¨¦ndose a la versi¨®n desmentida. Por su parte, otro funcionario franc¨¦s no dud¨® en hacer bromas sobre c¨®mo Thatcher logr¨® evitar ser del todo aislada gracias al apoyo de Ruud Lubbers, jefe del Gobierno holand¨¦s. "Lubbers", se oy¨® comentar, medio en broma medio en serio, "cay¨® en manos de Maggie durante la noche y ahora se ha enderezado".
Hace ocho meses, durante la ¨²ltima cumbre de Bruselas, Chirac se contuvo para no dirigir una palabrota dirigida a Thatcher a la que dijo, no obstante, que se comportaba "como un ama de casa ro?osa".
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