"?C¨®mo va eso?"
Pasionaria lleg¨® a Lope de Vega, 34, a las 10.20, apoyada en el hombro de su inseparable compa?era Irene Falc¨®n y de varios militantes del partido. Reci¨¦n entrada en la sala de plenos, en medio de aplausos, un sonriente Gerardo Iglesias se sent¨® junto a ella y le pregunt¨®: "?C¨®mo va eso?". Esa pregunta fue quiz¨¢ la m¨¢s repetida en el d¨ªa de ayer en la sede del 129 congreso comunista, un antiguo edificio que perteneci¨® a los sindicatos verticales y que el elevado n¨²mero de delegados, invitados y periodistas reunidos en los pasillos transform¨® en una sauna. "?C¨®rno va eso?", preguntaban los informadores a los dirigentes del partido; "?C¨®mo va eso?", se saludaban los diferentes delegados entre s¨ª.A la temperatura amb¨ªental se sum¨®, a lo largo de la ma?ana, la sentimental. Dolores Ib¨¢rruri abandon¨® la sala dos horas y media despu¨¦s de su llegada, en medio de un aplauso un¨¢nime con todos los delegados puestos en pie. Unanimidad en el aplauso que se repetir¨ªa despu¨¦s en el saludo de algunas de las m¨¢s de 70 delegaciones extranjeras que asisten al congreso, y cuyos nombres fueron le¨ªdos uno a uno. Representantes del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional, de la OLP, del Frente Polisario o del ANC surafricano saludaron pu?o en alto, entra palmas sincopadas de todos los asistentes y gritos de "?Vencer¨¢!" a sus respectivas causas. Y palmas sincopadas tambi¨¦n, aunque sin exclamaciones de "?Vencer¨¢!", a los miembros del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Y mientras la pr¨¢ctica totalidad de los partidos comunistas existentes en el mundo ocupaban las butacas que un d¨ªa vieron a Jos¨¦ Sol¨ªs, la sonrisa del r¨¦gimen franquista, los asistentes entrecruzaban los "?C¨®mo lo ves?" y "?C¨®rno va eso?".
En la calle, a unos 50 metros de la sede congresual y ajenos por completo al escenario pol¨ªtico que preside una enorme pancarta con el lema "Un partido comunista fuerte. Una respuesta de izquierda", una larga fila de personas, en su mayor¨ªa de edad avanzada, esperaban para rezar en la iglesia de Jes¨²s de Medinaceli y se deten¨ªan ante puestos callejeros decidiendo si comprar o no el op¨²sculo Los misterios de F¨¢tima.
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