La pol¨ªtica exterior
EN MATERIA de pol¨ªtica exterior, el Gobierno se presenta en el debate sobre el estado de la naci¨®n del pr¨®ximo mi¨¦rcoles con un ¨¦xito importante: el acuerdo con EE UU sobre la disminuci¨®n de su presencia militar en nuestro pa¨ªs. Con ¨¦l se cumple una de las condiciones del refer¨¦ndum sobre la OTAN y se demuestra, adem¨¢s, que Espa?a sigue conservando un margen para una pol¨ªtica exterior relativamente independiente. Por otro lado, en el reciente Consejo Europeo de Bruselas, el Gobierno ha obtenido resultados satisfactorios, en particular el incremento de los fondos estructurales. Pero esta cumbre europea ha puesto de relieve sobre todo algo que a la opini¨®n espa?ola le cuesta asumir: el peso sustancial que la Espa?a democr¨¢tica tiene hoy en los foros internacionales.Ser¨ªa deseable, no obstante, que el balance positivo del Gobierno no se traduzca en una actitud triunfalista. No cabe duda que Felipe Gonz¨¢lez ha jugado bien las cartas de Espa?a, y que especialmente en las relaciones con EE UU ha logrado convencer a Washington de que la Espa?a de la democracia no es la de Franco. Tal es el trasfondo del acuerdo sobre la retirada de los F-16. A ese nuevo papel de Espa?a contribuye la estabilidad de un Gobierno que tiene una mayor¨ªa parlamentaria segura, lo que facilita una pol¨ªtica de largo plazo. Pero existen tambi¨¦n factores de orden m¨¢s general. Por su superficie y localizaci¨®n, su demograf¨ªa, potencialidad econ¨®mica e irradiaci¨®n cultural, Espa?a es uno de los principales pa¨ªses del continente. Los aciertos pol¨ªticos ayudan a que esa realidad profunda se abra camino y se imponga.
En esta nueva etapa, nuestra pol¨ªtica exterior debe afrontar tareas de mayor envergadura, y cabe esperar que en el debate el Gobierno -a diferencia de la escueta comunicaci¨®n escrita- aclare puntos fundamentales que suscitan leg¨ªtimas preocupaciones en la opini¨®n. En relaci¨®n al nuevo acuerdo con EE UU, no se puede disimular que la presencia militar norteamericana va a seguir siendo considerable. ?Con qu¨¦ criterios aborda Espa?a esa negociaci¨®n? ?C¨®mo se garantizar¨¢ otra condici¨®n esencial del refer¨¦ndum, la ."no introducci¨®n" de armas nucleares? Es l¨®gico que la negociaci¨®n en s¨ª sea secreta, pero los criterios b¨¢sicos de Espa?a no pueden serlo. En el caso de Torrej¨®n, el apoyo p¨²blico a la posici¨®n negociadora de Espa?a fue decisivo para el satisfactorio resultado.
En otros temas de seguridad y defensa se entremezcla la participaci¨®n en- la OTAN y la actitud ante los esfuerzos por dar m¨¢s consistencia y autonom¨ªa al pilar europeo de la Alianza. Felipe Gonz¨¢lez ha expresado la voluntad espa?ola de incorporarse a una "reflexi¨®n" con Francia, la RFA y, eventualmente, otros pa¨ªses sobre la defensa europea. La necesidad de tal reflexi¨®n es evidente. ?Con qu¨¦ ideas propias vamos a participar en esa reflexi¨®n y qu¨¦ compromisos concretos estamos dispuestos a asumir para perfilar formas nuevas de defensa europea? ?Se piensa en la participaci¨®n de soldados espa?oles en formaciones fuera del territorio espa?ol? En otro terreno, ?tiene sentido hacer planes de un submarino de propulsi¨®n nuclear espa?ol? Ese tipo de submarino tiene eficacia para el empleo de armas nucleares, pero supone una inversi¨®n escasamente justificable para un pa¨ªs que, como el nuestro, ha excluido ese arinamento. Problemas de este g¨¦nero no tienen nada que ver con secretos militares. Son objeto de debate politico en los pa¨ªses europeos. Aqu¨ª siguen rodeados de misterio, lo que obstaculiza que la opini¨®n pueda formar aut¨¦nticos criterios sobre pol¨ªtica exterior.
Est¨¢n insuficientemente definidas nuestras posiciones sobre las etapas futuras del desarme despu¨¦s del tratado de Washington sobre los misiles de alcance medio. En Europa se perfilan dos corrientes: la que da prioridad al incremento y perfeccionamiento de los armamentos como ¨²nica garant¨ªa de seguridad, y la que tiende a buscar un equilibrio a la baja, reduciendo en lo posible los armamentos at¨®micos y convencionales y suprimiendo los qu¨ªmicos. Por su actitud b¨¢sicamente antinuclear, es l¨®gico que Espa?a se incline, como la RFA, hacia esta segunda posici¨®n.
El mayor papel de Espa?a en el ¨¢mbito europeo repercute de modo positivo en las otras ¨¢reas decisivas de nuestra acci¨®n exterior. En Centroam¨¦rica, los avances de Esquipulas 2 confirman el acierto de la pol¨ªtica seguida por el Gobierno. Hoy, ante problemas candentes como la situaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo o el proceso pacificador en Centroam¨¦rica, Espa?a necesita lograr que se vaya articulando una pol¨ªtica "coordinada" de la Comunidad Europea.
Del debate deber¨ªa salir potenciada la actividad exterior de Espa?a en sus diversas facetas. Ni el secretismo ni el triunf¨¢lismo favorecer¨ªan ese objetivo. Tampoco la utilizaci¨®n por parte de la oposici¨®n, con fines mezquinamente propagand¨ªsticos o partidistas, de los complicados problemas de la pol¨ªtica exterior para poner en dificultades al Gobierno.
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