Un lugar para hacer hablar a los muertos
Siete cad¨¢veres son examinados cada d¨ªa en el Instituto Anat¨®mico Forense
El dep¨®sito de cad¨¢veres es un lugar para investigar el pasado, para dar la vuelta a la muerte y llegar hasta el origen y la causa del fallecimiento. "Incisi¨®n intercostal de unos cinco cent¨ªmetros originada por arma blanca, infligida por un individuo fuerte, probablemente zurdo". "Se observan restos de carm¨ªn en las u?as de los dedos ¨ªndice y coraz¨®n". Por t¨¦rmino medio, cerca de siete cuerpos de personas fallecidas violentamente o por causas desconocidas ingresan un d¨ªa cualquiera en el Instituto Anat¨®mico Forense de la capital de Espa?a.
"Aqu¨ª entran 6,40 cad¨¢veres al d¨ªa", se afirma en el centro, y uno no sabe si el decimal se refiere a los miembros humanos que se reciben sin identificar o si, como luego se aclara, se esta hablando de una media. A la entrada del centro, un joven que ofrece coronas de flores y unos tableros que reflejan los nombres de los inquilinos, son los ¨²nicos s¨ªntomas que inducen a pensar que aqu¨¦llo no es un ambulatorio.Hay que olvidarse del aspecto m¨®rbido e investigar punto por punto la anatom¨ªa del individuo y coser y cerrar con respeto. Los cuerpos son numerados y posteriormente introducidos, acostados y desnudos, en unos frigor¨ªficos que les conservan a base de bajar su temperatura por debajo del grado cero. Los miembros sueltos y los fetos que llegan al centro son las ¨²nicas piezas que no poseen un n¨²mero y se identifican por el nombre de su antiguo portador, en el ¨²ltimo caso el nombre de la madre.
Hasta que en el a?o 1320 un magistrado bolo?¨¦s encarg¨® una autopsia para averiguar si hab¨ªa delito en las causas de la muerte de un sujeto, los cad¨¢veres serv¨ªan para estudios anat¨®micos para los alejandrinos hacia el a?o 300 antes de Cristo, y para los trabajos renacentistas de Leonardo da Vinci y Miguel ?ngel. Los romanos, los chinos y los musulmanes ten¨ªan tab¨²es sobre las t¨¦cnicas de la apertura de cuerpo. Posteriormente, en la Edad Media, la disecciones humanas estuvieron prohibidas. Ahora, los cad¨¢veres se conservan en nichos-frigor¨ªfico s, y el instrumental es m¨¢s avanzado incluso las sierras son el¨¦ctricas.
La personalidad de los forenses se caracteriza habitualmente por la frialdad que poseen para tratar las evidencias de la muerte y su potente capacidad de disociaci¨®n, que les permite despedazar un cad¨¢ver y tomarse acto seguido una de callos. Sin embargo, para el doctor Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa Andrade lo fundamental de este tipo de medicina es lo que tiene de "apasionante", y destaca su aspecto detectivesco, que permite estudiara la v¨ªctima y conocer la personalidad de su ejecutor cuando se le detiene.
Comida delatora
A Garc¨ªa Andrade lo que m¨¢s le gusta es hacer que los muertos hablen. Hace 30 a?os, el contenido del est¨®mago de una anciana habl¨¦ y delat¨® a su nieto. Los forenses averiguaron, que antes de ser asesinada, la anciana hab¨ªa tomado una comida muy espec¨ªfica, t¨ªpica de la isla de Ibiza, en cuya elaboraci¨®n era un experto su nieto. El hijo de su hijo fue el ¨²ltimo que la vio con vicia, dije ron los forenses, y, tal como posteriormente se prob¨®, quien se la quit¨® despu¨¦s de prepararle un suntuoso guiso.Para ellos, la muerte no es algo obsceno, y ni siquiera constituye un motivo para perder el apetito. Eso s¨ª, en el Instituto Anat¨®mico Forense, construido en 1980, no hay cafeter¨ªa ni, como demandaba uno de los deudos de un fallecido, m¨¢quinas tragaperras "para pasar el rato". Los celadores tienen un frigor¨ªfico con alimentos y bebida que utilizan para almorzar entre autopsia y autopsia.
Tampoco hay, contra los comentarios pueblerinos, "ning¨²n muerto guapo", seg¨²n afirma un especialista en embalsamamientos, "pero se agradece cuando el estado de putrefacci¨®n no est¨¢ avanzado". Luego, adem¨¢s del olor, que ha obligado a instalar un sistema de renovaci¨®n de aire en las salas de autopsias, el cuerpo adopta un color gris verduzco parecido al de algunas estatuas de Par¨ªs.
El forense Garc¨ªa Andrade tiene otra opini¨®n respecto a la belleza que albergan los c¨¢daveres, y recuerda a una pareja de j¨®venes que murieron, sin darse cuenta, con el coche en marcha mientras hac¨ªan el amor en un garaje. Tambi¨¦n Bing Crosby ten¨ªa una dulzura especial: "No es extra?o, muri¨® haciendo lo que m¨¢s le gustaba, jugar al golf", explica.
Estos detectives de muertos pueden distinguir un suicidio de una ca¨ªda provocada. "El suicida suele saltar hacia adelante, dar una especie de paso en el aire y se le encuentra varios metros m¨¢s all¨¢ de la vertical de la ca¨ªda, cosa que no ocurre cuando alguien ha sido empujado" explica Garc¨ªa Andrade.
En este lugar de m¨¢rmol se otorga el t¨ªtulo de "marqu¨¦s" a los vagabundos "sin oficio ni beneficio" por mor del sarcasmo que inspira su aspecto desali?ado y precario. Tambi¨¦n se les conoce como "los primos de la Asunci¨®n", la funcionaria encargada de los entierros de caridad.
El director del centro, Modesto Mart¨ªnez Pi?eiro, eligi¨® esta profesi¨®n, de delantal de pl¨¢stico y bata verde, por tradici¨®n familiar. Leandro, otro de los trabajadores del centro, la eligi¨® hace 15 a?os "por culpa del paro", aunque reconoce que "hasta a esto se acostumbra uno r¨¢pido".
El forense Garc¨ªa Andrade, que decidi¨® su dedicaci¨®n a la medicina legal por vocaci¨®n, defiende la muerte a acero antes que a plomo. "La navaja tiene unas conotaciones m¨¢s personales y humanas que la pistola. Exige un mayor acercamiento y pasi¨®n".
Mart¨ªnez Pi?eiro cree que la ignorancia sobre la profesi¨®n que realizan en Espa?a 400 profesionales tiene que ver con los forenses de las series norteamericanas, que siempre adivinan la hora exacta del fallecimiento. "Es dificil estimar una hora aproximada; es posible equivocarse no s¨®lo por horas, sino por d¨ªas", asegura.
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