El caso de Austria
Austria es una antigua naci¨®n europea y, desde hace bastantes a?os, un pa¨ªs neutral que ha contribuido generosamente a la causa de la paz y a la distensi¨®n. Es adem¨¢s un Estado democr¨¢tico donde se respetan escrupulosamente los derechos humanos y que no tiene conflictos con ning¨²n otro pa¨ªs de la comunidad intemacional. El pueblo austriaco es muy trabajador y ha conseguido por su propio esfuerzo alcanzar altas cotas de bienestar y cultura. Pocos pa¨ªses pueden presentar hoy en el mundo una credencial como ¨¦sta.Sin embargo, en una ¨¦poca en que se habla de la construcci¨®n de Europa, estamos viendo c¨®mo este pa¨ªs est¨¢ siendo empujado, sin que ning¨²n pa¨ªs europeo mueva un dedo por ¨¦l, no ya al aislamiento internacional, sino al ostracismo m¨¢s absoluto.
Las cosas han llegado a este punto, al parecer, porque los austriacos han decidido elegir como presidente a un antiguo teniente del Ej¨¦rcito nazi que, sin ser un criminal de guerra, s¨ª que debi¨® estar informado de las deportaciones y atrocidades que se cometieron, sin hacer nada por impedirlas. Adem¨¢s ha mentido al negar estos hechos.
No quiero minimizar la gravedad de la conducta de Waldheim durante el nazismo. Tampoco quiero disculparle. Pero hay que decir que, despu¨¦s de la derrota, ¨¦l se adapt¨® a la nueva situaci¨®n y desde entonces -han pasado 45 a?os- su comportamiento como ciudadano y como pol¨ªtico dista mucho de haber sido el de un fascista. Si de razones morales se tratase, creo que en estos momentos hay reg¨ªmenes pol¨ªticos y gobernantes responsables directos de represiones sangrientas y atrocidades de todo tipo que merecer¨ªan contundentes y eficaces denuncias como ¨¦stas.
Lo que hay detr¨¢s del acoso y derribo de Waldheim es un c¨ªnico e hip¨®crita estilo de hacer pol¨ªtica que cada d¨ªa est¨¢ m¨¢s extendido. Se ha escogido un peque?o pa¨ªs, con un presidente muy vulnerable, para demostrar que oponerse a las orientaciones pol¨ªticas de quienes mandan en el mundo tiene unos costes evidentes. Quiz¨¢ si Waldheim no hubiera llevado a Arafat a la ONU cuando fue su secretario general, dando as¨ª un apoyo decisivo a la causa palestina, ahora no tendr¨ªa estos problemas. Tampoco los tendr¨ªan los austriacos si hubieran estado m¨¢s atentos a la consigna que se les daba: hay que castigar ahora a Waldheim.
Espa?a es tambi¨¦n un peque?o pa¨ªs que sabe mucho de aislamientos internacionales. Un gesto de amistad y apoyo al pueblo austriaco y a sus instituciones ahora que se encuentran incomprensiblemente solos honrar¨ªa la antigua amistad que tenemos con ellos; tambi¨¦n conviene ir juntando amigos leales para cuando nos pasen la factura por denunciar la represi¨®n fascistoide que hoy padece el pueblo palestino, por ayudar a Nicaragua a encontrar una paz justa y por quitar bases americanas de nuestro pa¨ªs. ?O es que alguien se ha cre¨ªdo que esto es gratis?-
Granada.
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