Acuerdo sobre aguas turbulentas
EL ACUERDO sobre pesca al que han llegado la Comunidad Europea (CE) y Marruecos representa algo m¨¢s que un alivio para los pescadores andaluces y canarios expulsados de los ricos caladeros norteafricanos hace ya casi dos meses. El portazo con que Marruecos se despidi¨® de 1987, rompiendo las negociaciones pesqueras que manten¨ªa con la CE, signific¨® el amarre de 711 barcos espa?oles, el desempleo de sus 10.000 tripulantes y la pr¨¢ctica paralizaci¨®n de la actividad de las 150.000 personas que indirectamente viven del fruto de la pesca en las aguas bajo soberan¨ªa o jurisdicci¨®n de Marruecos. La firma del acuerdo va a permitir que a partir del 1 de marzo se reinicie la actividad en un sector econ¨®mica y socialmente tan importante, pero, sobre todo, fija los l¨ªmites y las posibilidades del tipo de relaciones hispano-marroqu¨ªes inaugurado con la pertenencia de Espa?a a la CE. Para Marruecos, es vital tener abiertos los mercados comunitarios, y para la CE en general, y para Espa?a en particular, los bancos de pesca saharianos siguen siendo insustituibles. Ser¨ªa deseable, sin embargo, que para el futuro se encontrase una f¨®rmula que permitiese la continuaci¨®n de la actividad pesquera mientras se negocia un nuevo acuerdo, lo que evitar¨ªa las grav¨ªsimas situaciones que c¨ªclicamente se generan en numerosos puertos espa?oles. Las cl¨¢usulas de pr¨®rroga casi autom¨¢tica incluidas en el acuerdo que acaba de firmarse representan, sin duda, un avance de lo que deber¨ªa ser una respuesta apropiada a este problema. La expulsi¨®n casi manu militari de las flotas pesqueras ha constituido hasta ahora una eficaz arma de presi¨®n en manos de Marruecos. La ha utilizado en el pasado con ocasi¨®n de la negociaci¨®n de convenios bilaterales con Espa?a y la ha vuelto a utilizar en el primer acuerdo global de este tipo con la CE. No es, sin embargo, un m¨¦todo que se adapte al car¨¢cter amistoso que Marruecos y Espa?a siempre han pretendido dar a sus relaciones ni tampoco la situaci¨®n. de beneficiario priviligiado de que goza Marruecos en todo lo que se relaciona con la pol¨ªtica mediterr¨¢nea de la CE.
Las primeras reacciones comunitarias y espa?olas a la firma del acuerdo han sido positivas, dentro de la natural cautela. Tambi¨¦n lo han sido las marroqu¨ªes. Las cesiones y contrapartidas de unos y otros han sido importantes con tal de lograr la estabilidad de sus relaciones durante un per¨ªodo de cuatro a?os en un sector comercial y econ¨®micamente tan importante como el de la pesca. La CE ha conseguido autorizaci¨®n para un tonelaje de buques sensiblemente superior al establecido en el acuerdo bilateral entre Espa?a y Marruecos, aunque deber¨¢ compartirse con Portugal y, en menor escala, con los pa¨ªses comunitarios interesados en pescar en las aguas marroqu¨ªes. Para Espa?a, el acuerdo representa que la pr¨¢ctica totalidad de su flota pesquera podr¨¢ volver a faenar en sus caladeros tradicionales norteafricanos. Marruecos consigue una importante compensaci¨®n econ¨®mica anual, el desbloqueo de su acuerdo comercial con la CE y el compromiso de Espa?a de no obstaculizar el tr¨¢nsito por suelo espa?ol de sus productos.
Existe un punto que puede ocasionar alguna pol¨¦mica y perjuicios a los intereses pesqueros espa?oles. Es la paralizaci¨®n, durante un mes cada a?o, de la captura de ciertas especies, con vistas a mantener su equilibrio biol¨®gico. Los posibles perjuicios de esta medida pueden paliarse con la concesi¨®n de ayudas compensatorias por parte de la CE y haciendo coincidir las inevitables reparaciones de la flota con estos per¨ªodos de obligada permanencia en los puertos.
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