Escoltas
Parece que reina la indignaci¨®n en algunos despachos ministeriales por la reestructuraci¨®n que Interior piensa hacer del sistema de escoltas a personalidades. Y es que, una vez m¨¢s, Barrionuevo se equivoca. En vez de retirar la protecci¨®n a quienes disfrutan merecidamente de ella -nada me parece m¨¢s justo que rodear de guardaespaldas a Solchaga; as¨ª y todo le convendr¨ªa llevar un yelmo y unos dodotis blindados-, lo l¨®gico ser¨ªa aumentar el n¨²mero de ciudadanos escoltados.Poniendo a medio pa¨ªs bajo custodia conseguir¨ªamos el nada desde?able objetivo de que el otro medio consiguiera empleo de custodiador, es de desear que en n¨®mina y acogido a la seguridad social.
Aparte de esta obvia mejora, la radical e indiscriminada implantaci¨®n de tal medida provocar¨ªa otros beneficios sin cuento, tales como reducir e incluso hacer desaparecer la delincuencia. Pongamos a los potenciales delincuentes a escoltar ricos y conseguiremos: a) que les cojan cari?o y no los atraquen; b) que est¨¦n tan ocupados fij¨¢ndose en que nadie los atraque que no les d¨¦ tiempo a atracarlos ellos mismos, y c) en el peor de los casos, que cada delincuente convertido en escolta s¨®lo atraque al caballero escoltado.
Pero por si todo esto no fuera suficiente, hay m¨¢s. Imaginemos un mundo en el que nunca estar¨ªamos solos, ni mustios, ni deprimidos, pues tanto en la funci¨®n de custodios como en la de custodiados dispondr¨ªamos siempre de alguien con quien pegar la charleta: comentar el crecimiento de los ni?os o la aparici¨®n s¨²bita de varices, quejarse de los resultados de la quiniela futbol¨ªstica o analizar los fulgores de la menopausia.
La soledad, esa plaga de nuestro tiempo que se da especialmente en las aglomeraciones urbanas, desaparecer¨ªa como por ensalmo y los taxistas, que llevar¨ªan copiloto con el que charlar de lo mal que est¨¢ todo, no necesitar¨ªan conectar directamente con Encarna. Que ¨¦sta, y no otra, es la verdadera funci¨®n del ¨¢ngel de la guarda.
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