Richard Martin West

Richard M. West es un hombre afortunado porque vive en las estrellas. En 1975 descubri¨® en el cielo una luz difusa que primero llam¨® su atenci¨®n y despu¨¦s marcar¨ªa su vida. Varias pruebas demostraron que se trataba de un nuevo cometa, "cien veces m¨¢s brillante que el Halley". Desde ese momento, este despierto dan¨¦s de 46 a?os se convirti¨® en hijo del cometa. ?l cree que su afici¨®n por el cosmos le viene de su infancia, que pas¨¦ en un peque?o pueblo al norte de Copenhague, de su madre y de la guerra.

"Durante la guerra, m¨ª madre cerraba las ventanas de la casa para evitar el peligro de los bombardeos, pero a la vez cos¨ªa estrellas y peque?os planetas de tela en las cortinas para darme una satisfacci¨®n. As¨ª fue, creo yo, como el subconsciente me condujo hacia la astronom¨ªa" dice West. Se gradu¨® en astrof¨ªsica por la universidad de Copenhague en 1964, y cinco a?os despu¨¦s se fue a trabajar al Observatorio Europeo Austral (ESO), situado en La Silla (Chile), aunque pertenece a la Organizaci¨®n Europea de Astronom¨ªa. Tambi¨¦n ejerci¨® durante seis a?os de secretario general de la Uni¨®n Internacional de Astronom¨ªa, asociaci¨®n que agrupa a unos 6.000 astr¨®nomos, "pero, afortunadamente, este trabajo se acab¨®; era demasiado administrativo", reflexiona West.Este astr¨®nomo del Norte, que dice tener alma sure?a, vino a Espa?a la semana pasada, invitado por la revista Tribuna de Astronom¨ªa, para presentar una exposici¨®n en el planetario de Madrid sobre los trabajos que se realizan en el ESO. "Estoy haciendo un mapa del cielo austral que espero concluir en dos a?os. En este cielo he descubierto, en colaboraci¨®n con otros astr¨®nomos, objetos muy interesantes: unos 25 asteroides, uno de los cuales lleva el nombre de mi esposa, Tambriko que es de Georgia (URSS), y otro, el de mi pa¨ªs, Dinamarca Tambi¨¦n he podido observar c¨²mulos de estrellas y galaxias que est¨¢n a unos 15.000 millones de a?os luz de la Tierra".

Richard West, que habla nueve idiomas, entre ellos el ruso y el chino, no duda al se?alar que el momento m¨¢s grande de su vida fue el d¨ªa que descubri¨® el cometa West. "Descubrir un cometa es cuesti¨®n de suerte, aunque es preciso tener alguna preparaci¨®n. Hasta que me confirmaron que era un nuevo cometa estuve muy emocionado. Pero m¨¢s importante a¨²n que descubrir el cometa ftie encontrarme con ¨¦l un a?o despu¨¦s en los Alpes, estando en compa?¨ªa de mi hijo. Esa sensaci¨®n nunca podr¨¦ olvidarla", asegura West, quien cree que los astr¨®nomos son una clase privilegiada porque su oficio es m¨¢s una afici¨®n que una ciencia.

Adem¨¢s de la astronom¨ªa, a West le apasionan las lenguas, aspecto en el que tiene una gran afinidad con su esposa, Tambriko, experta en lenguas cauc¨¢sicas en la universidad de M¨²nich, ciudad en la que reside actualmente el matrimonio. Tambi¨¦n le apasionan la arqueolog¨ªa, la m¨²sica -sobre todo Bach- y la carpinter¨ªa, actividad a la que son muy aficionados todos los daneses. "No en vano estudiamos carpinter¨ªa en la escuela dos horas a la semana y durante 10 a?os, porque es un buen ejercicio manual".

Est¨¢ seguro de que en los pr¨®ximos a?os, gracias a los nuevos radiotelescopios, se podr¨¢n descubrir nuevas mol¨¦culas en el universo y la clave de sus l¨ªmites, si es que existen.