Un constructor
Los primeros libros de Robbe-Grillet -Las gomas, El mir¨®n (recientemente reeditados en Anagrama y C¨¢tedra), y con mayor amplitud La celos¨ªa y En el laberinto- fueron recibidos como obras casi cient¨ªficas, geom¨¦tricas, fr¨ªas, objetivas y te¨®ricamente revolucionarias. Robbe-Grillet gusta describir su biograf¨ªa como una sucesi¨®n de carreras diferentes. Primero fue ingeniero agr¨®nomo, novelista despu¨¦s, cineasta peculiar y diferente m¨¢s tarde, para alternar ahora la pintura con la escritura. Desde su exacto gui¨®n para la pel¨ªcula de Resnais El a?o pasado en Marienbad, cuyo texto se public¨® con el nombre propio de su autor, que no era otro que el propio Robbe-Grillet, se dedic¨® al cine todo lo que pudo, que no era mucho, dado los condicionamientos econ¨®micos que este arte presupone.De ah¨ª que despu¨¦s sus novelas no fueran lo mismo. Desde La casa de citas y Proyecto para una revoluci¨®n en Nueva York, su narrativa jugaba, se constru¨ªa y deshac¨ªa a trav¨¦s del manejo de los m¨¢ximos estereotipos de la sociedad contempor¨¢nea desembocando en juegos verbales de un encanto peculiar. Pues Robbe-Grillet es sobre todo un escritor y un constructor, un fabricante, un operador que s e quiere impersonal y casi an¨®nimo de textos de una incre¨ªble' hermosura, y ah¨ª es donde precisamente no puede negar la personalidad indiscutible de su autor¨ªa.
Y despu¨¦s de una de sus novelas m¨¢s divertidas y perfectamente consumibles, Djinn, Robbe-Grillet se decidi¨® a dar otra vez la campanada, y coloc¨® casi al principio del primer volumen de su autobiograf¨ªa El espejo que vuelve (Anagrama) una frase escandalosa para sus partidarios: "Nunca he hablado de otra cosa que de m¨ª mismo".
Babelia
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