?Actores o locutores?

Seg¨²n cuentan las comadres de Hollywood, la disputa por los derechos de la versi¨®n cinematogr¨¢fica de la obra teatral Nuis, en la que se basa Loca, gener¨® una puja enfebrecida entre Meryl Streep, Jane Fonda y Barbra Streisand, tres estrellas que: ve¨ªan en el texto de Tom Topor un veh¨ªculo id¨®neo para sus deseos de actriz. Es cierto. Loca permite montar ese tipo de n¨²meros en los que se funda popularmente el prestigio interpretativo, es decir, el poder aparecer, en una misma pel¨ªcula, como una persona cuerda y otra loca, maquillada y sin maquillar, rica y pobre, hist¨¦rica y calmada, mordaz y apagada, carcajeante y llorosa. Barbra Streisand no desaprovecha la oportunidad y hace todo esto y m¨¢s de manera convincente, bajo el laxo control de Martin Ritt, un cineasta que sabe sacar provecho de los actores gracias a una planificaci¨®n y un tempo a su servicio.En Loca nos cuentan las dificultades por las que atraviesa una mujer que vive de la prostituci¨®n y ha cometido un homicidio involuntario cuando tiene que enfrentarse a una confabulaci¨®n adversa en la que se integran la ley, la familia y la medicina, tres instancias empe?adas en convertirla en demente y liberar¨ªa de responsabilidad penal a cambio de encerrarla en un hospital psiqui¨¢trico. Ella no acepta esa salida y prefiere asun¨²r su defensa en t¨¦rminos de persona cuerda. Ese debate, locura si o locura no, organizado primaria de servirse de los flash-backs, convertidos, por obra y gracia de unos guionistas preocupados por quitarle finealidad a la obra y quiz¨¢ por ese t¨®pico que exige airear todo lo que es teatro, en las aut¨¦nticas pruebas con las que se quiere manipular la opini¨®n del p¨²blico, transformado en juez que sabe m¨¢s de lo sucedido que ninguno de los personajes.

Esos flash-backs, que proceden tanto de la memoria de la protagonista como de la sabidur¨ªa de un narrador omnipresente, hacen in¨²til el despliegue de seducciones de los actores. Como en un telediario, las im¨¢genes del crimen, del incesto o de los ritos de la prostituci¨®n aparcuen en paritalla para ilustrar las razones de la hero¨ªna y la maldad de un entorno que no tiene derecho a juzgarla. Es un error -grave, porque la pel¨ªcula corre el riesgo de convertir a los actores en locutores, soporte verbal para im¨¢genes que son la realidad.