Soledad no escribi¨® la carta
Con el t¨ªtulo Pasaje a Tirana, EL PA?S public¨® el 4 de marzo una carta al director que aparec¨ªa firmada por Soledad Mantec¨®n Lozano. Trataba -nada positivamente- del programa de televisi¨®n Mi querido Pirul¨ª, que dirige y presenta Fernando Garc¨ªa Tola. La carta lleg¨® fechada en Daroca (Zaragoza), con indicaci¨®n del domicilio, tel¨¦fono y n¨²mero del carn¨¦ de identidad del remitente, tal como se?alan las normas para la publicaci¨®n de correspondencia que aparecen diariamente en el peri¨®dico. Pues bien, la carta en cuesti¨®n no fue escrita por Soledad Mantec¨®n Lozano.La aut¨¦ntica Soledad Mantec¨®n protesta: "Tal es mi nombre y vecindad, pero yo no he escrito ni enviado esa carta, en la cual -y en su publicaci¨®n el uso de mi nombre constituye una falsedad y una ofensa a mis derechos como persona, am¨¦n de un posible, da?o a los intereses de la empresa de la que soy administradora". El defensor de los lectores ha comprobado la autenticidad de los datos de filiaci¨®n que aporta la verdadera Soledad Mantec¨®n Lozano.
No es la primera vez que el peri¨®dico acoge en sus p¨¢ginas cartas cuyos remitentes resultan ser falsos, cuando no suplantadores de otra personalidad, como en este caso. El jefe de colaboraciones, Juan Cruz, lamenta que se haya colado de matute un escrito ap¨®crifo. "La carta", dice, "era la cr¨ªtica a un programa de televisi¨®n -un hecho p¨²blico- y no hac¨ªa sospechar que pudiera ser obra de un impostor: cumpl¨ªa todas las normas establecidas para su publicaci¨®n. Al menor indicio de que una carta puede ser falsa es eliminada. Por la sola falta del n¨²mero de tel¨¦fono o porque est¨¦ escrita a mano, no mecanografiada, es rechazada. Cuando existen indicios de que quien escribe trata de ofender a alguien poniendo de manifiesto hechos reprobables o injuriosos, tampoco se publica".
A EL PA?S llegan diariamente cerca de 50 cartas al director. Hecha la selecci¨®n de las que ir¨¢n a ser publicadas, debe procederse a la comprobaci¨®n de que han sido realmente escritas por los firmantes. Es una tarea ardua y meticulosa que, aun en los casos de no ser sospechosas de falsedad, hay que cumplir. Una llamada por tel¨¦fono a Daroca habr¨ªa evitado el justificado sofoco de Soledad Mantec¨®n.Traductores ignorados / 2
Hace ahora un mes, un lector se quejaba razonablemente de que en las fichas que preceden a las cr¨ªticas de los libros se omit¨ªa con reiterada frecuencia el nombre del traductor cuando de traducciones se trataba (EL PA?S, 21 de febrero). El peri¨®dico tiene la norma de que no falte tan esencial dato, y as¨ª se recordaba en esta columna del ombudsman.
Ahora, Esther Ben¨ªtez, presidenta de la Secci¨®n Aut¨®noma de Traductores de Libros, no sin iron¨ªa y con much¨ªsima raz¨®n, escribe al defensor de los lectores para preguntar: "?Por qu¨¦ no se cumple lo establecido? Sabido es que obras son amores...". Y advierte: "Las buenas razones del d¨ªa 21 me llevaron a contar el n¨²mero de cr¨ªticas que ese mismo d¨ªa no se?alaban el nombre del traductor: 9. Considerando que los libros traducidos que se rese?aban ascend¨ªan a 13, resulta que s¨®lo en cuatro casos aparec¨ªa el nombre del traductor".
Aqu¨ª no queda la cosa. Esther Ben¨ªtez, fina traductora y no menos fina lectora, se?ala que la norma establecida sigue sin cumplirse una semana despu¨¦s. ?Al domingo siguiente" se?ala, "ya el c¨®mputo clamaba al cielo: siete citas de un total de 22 t¨ªtulos traducidos, ni siquiera la tercera parte, y habiendo por medio traducciones de cosas tan sencillas como Barthes o Michel Foucault, o un par de novelas de Foster".
Al parecer, no todos los autores de rese?as y cr¨ªticas de libros de EL PA?S est¨¢n enterados de lo establecido en el peri¨®dico en este punto: en la ficha de libros traducidos debe figurar el nombre del traductor.
En un intento por remediar de una vez por todas la anarqu¨ªa que se?ala Esther Ben¨ªtez, el redactor jefe de la secci¨®n de Cultura, Vicente Verd¨², ha cursado a todos los colaboradores una circular para lograr de una vez por todas que las p¨¢ginas de libros sean consecuentes con las normas dadas. "La menci¨®n del traductor de las obras que se critican en este suplemento [el de Libros]", dice la comunicaci¨®n de Verd¨², "debe ser una pr¨¢ctica ineludible. En otro caso abundar¨ªamos en el mal trato y escasa valoraci¨®n que ya reciben estos profesionales respecto a sus tareas".
Es de esperar que el recordatorio del redactor jefe surta los efectos deseados. De momento, no a todos los cr¨ªticos de libros les ha llegado la nota. En el suplemento de hoy sigue incumpli¨¦ndose la instrucci¨®n en varios casos. Pero no desesperemos.'Amarillismo'
El secretario general de la Confederaci¨®n de Sindicatos Independientes (CSI), Manuel Ramos, considera que se ha agraviado injustificadamente a su organizaci¨®n. En la informaci¨®n titulada La CSIF gan¨® las elecciones en la Administraci¨®n (EL PA?S, 13 de marzo) se dec¨ªa que la Confederaci¨®n Sindical Independiente de Funcionarios es "acusada de amarillismo por sus rivales". Ramos protesta: "Ello significa un elemento discriminatorio por cuanto al citar a los otros sindicatos, CC OO y UGT, no se recogen las opiniones de sus rivales, y le puedo asegurar que las tenemos".
Ramos considera que EL PA?S ha descalificado a una tendencia sindical, la independiente, y a una organizaci¨®n sindical, la CSI, tan leg¨ªtima y representativa como pueda ser cualquier sindicato.
El jefe de la secci¨®n de informaci¨®n general, Alex Grijelmo, explica: "Al comienzo del trabajo sobre la CSIF se indica que hablamos del 'denominado sindicato profesional', que es como se definen ellos, y m¨¢s adelante se recoge la expresi¨®n amarillismo, pero indicando que es como les descalifican Ssus rivales". Grijelmo cree que en un perfil del sindicato, que ese d¨ªa sufri¨® un atentado -"porque era un perfil de la CSIF", dice, "no de las dem¨¢s centrales"-, no pod¨ªa faltar la principal caracter¨ªstica con que les definen otros sindicatos.
Por sindicato amarillo se entiende, seg¨²n el diccionario, aquella organizaci¨®n sindical cuyo objetivo es minar la acci¨®n reivindicativa de los sindicatos obreros. Est¨¢ claro que el calificativo de amarillo no es un piropo.
?Por qu¨¦ no se pregunt¨® a la CSIF sobre cu¨¢l era su opini¨®n acerca de sus rivales? Grijelmo se exculpa: "No se les llam¨® para que ofrecieran sus extensas opiniones al respecto porque no a?adir¨ªan mucha informaci¨®n: es obvio que, por tratarse de una expresi¨®n peyorativa, cualquier lector considerar¨¢ con facilidad que los afectados no son muy partidarios de ella". Naturalmente, no son partidarios. En un perfil, o nota documental, sobre esta confederaci¨®n, o sobre cualquier otra, cabe decir lo que de ella opinan sus rivales; es un dato. Pero habr¨¢ que completarlo contando tambi¨¦n qu¨¦ responde la parte afectada ante una calificaci¨®n que resulta peyorativa, como reconoce Grijelmo. Parece claro, pues, que la imputaci¨®n de amarillismo es irritante y, en consecuencia, plantea un conflicto. En casos conflictivos, dice el Libro de estilo, hay que escuchar o acudir siempre a las dos partes.
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