Las elecciones gibraltare?as
EL SOCIALISTA Joe Bossano result¨® vencedor en las elecciones celebradas anteayer para designar a un nuevo ministro principal de Gibraltar. Los comicios estuvieron marcados por la ausencia de sir Joshua Hassan, el hombre que durante m¨¢s de 40 a?os urdi¨® con habilidad mediterr¨¢nea el ¨²nico entramado posible para las dificil¨ªsimas relaciones entre la Roca, de un lado, y Espa?a y el Reino Unido, de otro. Ning¨²n votante pod¨ªa ignorar adem¨¢s la reciente descrispaci¨®n de esas relaciones. Es positivo que en sus primeras declaraciones p¨²blicas el nuevo ministro principal haya confirmado su deseo de amistad hacia Espa?a.Bossano ha basado su plataforma electoral en la reafirmaci¨®n de la identidad gibraltare?a, pero no s¨®lo frente a Espa?a, sino'tambi¨¦n frente al Reino Unido. En efecto, el entendimiento brit¨¢nico-espa?ol de los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa tendido a erosionar el concepto de identidad aut¨®noma que siempre ha estado presente en la personalidad de los llanitos.
Aunque afortunadamente el ejercicio democr¨¢tico del poder es un gran moderador, el nacionalismo es probablemente una carta que querr¨ªa jugar Bossano: pero no debe olvidar que se embarcar¨ªa en un curso en el que la templanza es muy dif¨ªcil de mantener. Lo que es m¨¢s, podr¨ªa encontrarse con que se le tiene que recordar que la actitud nacionalista en Gibraltar nunca podr¨¢ sobrepasar el l¨ªmite de los logros conseguidos desde que Madrid y Londres firmaron la declaraci¨®n de Bruselas en 1984, por mucho que Bossano haya anunciado que se "divorcia" de ella. Por ejemplo, es absurdo su compromiso de hacer que el Parlamento de la colonia rechace el acuerdo hispano-brit¨¢nico de utilizaci¨®n conjunta del aeropuerto. Un acuerdo tan arduamente conseguido no admite marcha atr¨¢s. Ser¨ªa rid¨ªculo adem¨¢s que los llanitos denunciaran un trato que les favorece, s¨®lo por el, prurito de un orgullo desplazado y de una sospecha a destiempo. Si, de todos modos, ello ocurriera, Londres estar¨ªa en la desagradable obligaci¨®n de recordar a la Roca su condici¨®n colonial, imponi¨¦ndole autocr¨¢ticamente la aceptaci¨®n de un acuerdo que ya pertenece al acervo jur¨ªdico de la CE.
La situaci¨®n personal y econ¨®mica de los gibraltare?os ha mejorado sustancialmente desde que fue abierta la verja a finales de 1982; es cuesti¨®n de la que debemos congratularnos; lo contrario ser¨ªa continuar con la ceguera que nos alien¨¦, hace 20 a?os, la buena voluntad de la colonia. Por esta raz¨®n debe ser mirado desde otro ¨¢ngulo el viejo argumento de que si a los llanitos se les ofrece lo mejor de dos mundos (ventajas desde Espa?a, sin perder la ciudadan¨ªa brit¨¢nica y el para¨ªso fiscal), no van a ser tan tontos como para renunciar a ello con tal de ser espa?oles. Gibraltar empieza a comprender, como dijo el propio Bossano ayer, que si sus circunstancias actuales son buenas, pueden mejorar dram¨¢ticamente con una colaboraci¨®n sin reservas con Espa?a. En efecto, el techo de la riqueza del Pe?¨®n est¨¢ en el infradesarrollo del campo que lo rodea. Los gibraltare?os son conscientes de que conviene estimular la riqueza de ambos, pero es a nuestro Gobierno a quien toca insistir en la generosidad. Espa?a debe hablar con Londres de descolonizaci¨®n, y con Bossano, de amistad y desarrollo econ¨®mico. ?Por qu¨¦ no invitarle a venir a Madrid? Se podr¨ªan sentar as¨ª las bases de la creaci¨®n por el Gobierno espa?ol de una estructura de desarrollo econ¨®mico, financiero, legal y cultural del campo de Gibraltar en el que intervengan, en pie de igualdad, espa?oles y gibraltare?os. Si adem¨¢s una comisi¨®n as¨ª pudiera ser presidida por un hombre como sir Joshua Hassan, por ejemplo, se habr¨ªa dado un paso de gigante en la erosi¨®n de asperezas mutuas.
Es anacr¨®nico, injusto y rid¨ªculo que el Reino Unido tenga a estas alturas una colonia en el territorio de uno de sus socios comunitarios, pero puede que su obstinaci¨®n y el entramado estrat¨¦gico adicional caigan v¨ªctimas de la espl¨¦ndida inercia europea que llevar¨¢ inexorablemente a todos los miembros de la CE a la unidad pol¨ªtica. Ello har¨ªa de la abolici¨®n de la colonia un simple acto administrativo propio de naciones civilizadas. Ser¨ªa bueno que tal acto quedara consagrado a priori por la amistad entre gibraltare?os y espa?oles.
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