La imaginaci¨®n del pianista sovi¨¦tico Yerokhin

La novena edici¨®n del Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea, de Santander, fue seguida de cierta pol¨¦rnica en la calle y en algunos medios de comunicaci¨®n, pues hab¨ªa quien opinaba que el segundo premio debi¨® ser primero, y viceversa. En todo caso, tanto el americano David A. Wher como el sovi¨¦tico Sergei Yerokhin son concertistas de valor que en estos momentos se benefician de las giras que los grandes premios santanderinos comportan.Dentro del Festival de Arte Sovi¨¦tico, Yerokhin ha ofrecido en el Real un programa tan bello como poco convencional. En la primera parte, Soler, Clementi, Scarlatti y Schubert (Sonata en la menor, D. 537), y en la segunda, los Cuadros de una exposici¨®n, de Mussorgski. Tres medidas para un int¨¦rprete en el que prima la imaginaci¨®n, la expresividad po¨¦tica, el recrearse con las sonoridades, el obedecer a alguna dosis ¨ªnspiracionista del momento. Con toda la tensi¨®n que las pruebas de una competici¨®n importante conllevan escucharnos en Santander al pianista sovi¨¦tico, en cuyo estilo se advierte la huella de su soberbio maestro, Dimitri Bashkirov, mejores versiones de Soler, Scarlatti y Chopin, del que toc¨® ahora dos ejemplos como propinas. Lo mejor de todo, dentro de un nivel general alto y una t¨®nica que interesa y conmueve, fueron los Cuadros mussorgskianos, esa obra genial cuyo original olvidamos al escuchar la orquestaci¨®n de Ravel y cuya orquestaci¨®n desaparece de nuestra memoria ante el original. La potencialidad pl¨¢stica, los ataques bellos y profundos, el sentido de una gestualidad muy acusada, la capacidad para colorear cada pasaje y cada ataque se aunaron. en una consecuci¨®n de verdadero maestro. Triunfo total y clamoroso.