'Disciplina castrense' para volver a la luz
Los espele¨®logos rescatados en excelente forma en Cantabria han acrecentado su afici¨®n
Siete espele¨®logos de los nueve atrapados en la cueva de la Coventosa (Cantabria) salieron ayer a las 6.40 a la superficie, sanos y salvos, en excelente forma f¨ªsica y sin apreciables traumas ps¨ªquicos. Los otros dos, horas m¨¢s tarde. Durante los ocho d¨ªas de su encierro practicaron con disciplina castrense un r¨¦gimen de supervivencia en la gran Sala del Soplador, con un ojo puesto en el cauce del r¨ªo, que una noche lleg¨® a crecer seis metros de nivel. Cada seis horas se repart¨ªa una leve raci¨®n de frutos o de alimentos liofilizados, pero con el paso de los d¨ªas la dieta se hizo m¨¢s y m¨¢s severa, mientras observaban una inmovilizaci¨®n casi absoluta para evitar cualquier gasto de energ¨ªas.
La inesperada aptitud f¨ªsica que demostraron en la marcha de evacuaci¨®n sorprendi¨® a los integrantes de los comandos de socorro; algunos de los muchachos levantinos evitaron subir a los botes neum¨¢ticos para descender por el r¨ªo e hicieron a pie gran parte del recorrido.Hab¨ªan transcurrido ocho d¨ªas desde su entrada en su cueva, una de las m¨¢s espectaculares y grandiosas del pa¨ªs y cuatro desde que el considerable caudal del r¨ªo subterr¨¢neo les retuvo a la fuerza en la llamada Sala del Soplador, de bastos techos y considerables formaciones rocosas. En este lugar permaneciron, lejos de toda humedad, y pudiendo medir con la vista el cauce a ocho metros de distancia.
Indicios
El primer indicio de que pronto ser¨ªan liberados lo percibieron a las 0.30 horas de ayer; un espele¨®logo de los que hab¨ªan penetrado horas antes por la Sima del Cueto apareci¨® s¨²bitamente como un fantasma y les arroj¨® una saca conteniendo provisiones y mantas. Como les sucediera en noches precedentes, en que los extra?os ecos de las entra?as de la tierra les despertaran, algunos se hallaban fuera de sus mantas t¨¦cnicas cuando se produjo la aparici¨®n del socorrista. Veinte minutos m¨¢s tarde, Marcelino D¨ªaz, de la secci¨®n espeoleol¨®gica del club alpino Taja hierro de Santander, que a las 19.45 horas hab¨ªa entrado con su grupo por la Coventosa, accedi¨® al lugar embutido en el traje de neopreno con el que vadeara el r¨ªo; un emocionante di¨¢logo de silbidos a distancia se hab¨ªa entablado, minutos antes, entre los que se aproximaban y los atrapados, y el encuentro bajo la luz de los carburos fue por ello muy emotivo.Cerca de las siete de la ma?ana, cuando los habitantes de Arredondo (Cantabria) a¨²n permanec¨ªan en el lecho, unos y otros penetraban en el Ayuntamiento para reencontrarse con sus familiares llegados de Levante y someterse a un reconocimiento m¨¦dico que, venturosamente, fue superficial y rutinario a la vista del excelente estado de los siete rescatados. Los otros dos, Jorge Juan Membrado, de 23 a?os, y Ernesto Barreda, de 29, vecinos de Morella (Valencia), avanzaban todav¨ªa por el interior del yacimiento camino de la salida de Coventosa, tras haber renunciado a hacerlo por el Cueto. Ayer, d¨ªa de la liberaci¨®n, ten¨ªa que haber sido, precisamente, la primera jornada de total abstinencia, agotadas ya las reservas de frutos secos, dulces, complejos vitam¨ªnicos, alimentos liofilizados, leche y sopas de sobre que constituyen la sobria pero energ¨¦tica dieta de los espele¨®logos. En cambio, a¨²n pose¨ªan carburo para alumbrar sus candiles durante cuatro o cinco d¨ªas m¨¢s de enclaustramiento.
"Port¨¢bamos nueve l¨¢mparas, pero desde que el r¨ªo nos aprision¨® en la ma?ana del domingo, cuando busc¨¢bamos la anunciada salida, s¨®lo mantuvimos encendida una", recuerda Jos¨¦ Vicente Torre, de 26 a?os, soltero, programador profesional, con morfolog¨ªa de jugador de front¨®n, pleno conocedor del sistema Cueto-Coventosa, con inquietudes est¨¦ticas ante un paisaje subterr¨¢neo de la profundidad de este yacimiento rico salas y galer¨ªas.
Los m¨¢s j¨®venes, algunos de los cuales, como Paco Roures, de 18 a?os, han tenido en la Coventosa un duro bautismo espeleol¨®gico, manifestaron, mientras sorb¨ªan la primera sopa caliente de la libertad, que su afici¨®n deportiva se hab¨ªa incrementado considerablemente y que retornar¨¢n a las cuevas.
Miguel ?ngel Mart¨ªnez, de 22 a?os, un conquense avecindado en Valencia, record¨® sus sobresaltos nocturnos al escuchar extra?os ruidos, cuya autor¨ªa atribuy¨® siempre a los compa?eros que, sin duda alguna, acudir¨ªan a rescatarlos. "Tard¨¦ en descubrir que eran los ecos del r¨ªo y no rumores humanos. Pero no por ello perdimos la serenidad, conscientes como est¨¢bamos de que los dos camaradas que salieron al exterior por la sima del Cueto, tras recuperar el material, habr¨ªan de dar, como as¨ª fue, la voz de alarma. La solidaridad es grande entre nosotros".
Aislados del exterior, pero manteniendo los relojes siempre en hora, s¨®lo iluminados por la tenue luz del carburo, los rescatados de la Coventosa siempre supieron, 500 metros bajo la Sima del Cueto, cu¨¢ndo era de noche y cu¨¢ndo de d¨ªa; sin embargo", dice Mart¨ªnez, "s¨ª que tengo la impresi¨®n de haber pasado all¨¢ abajo muchos m¨¢s de ocho d¨ªas".
Con el ir y venir durante horas de los animosos holladores de las cuevas, el pueblo de Arredondo (850 habitantes, a 161 metros de altitud) era ayer la capital espa?ola de la espeleolog¨ªa. Acaso un rango inferior al que un indiano de la localidad quiso darle colocando en el muro de su casa una l¨¢pida en la que puede leerse "Arredondo, capital del mundo".
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