Condiciones del coleccionista

CON LA firma del acuerdo para la cesi¨®n a nuestro pa¨ªs durante 10 a?os de 700 obras de la colecci¨®n Thyssen-Bornemisza no s¨®lo se ha dado un paso dentro de las arduas negociaciones hacia la supuesta integraci¨®n definitiva de dicha colecci¨®n en nuestro patrimonio. El acuerdo actual tiene adem¨¢s, por s¨ª mismo, un alt¨ªsimo valor. La presencia de estas 700 obras en una exhibici¨®n temporal dilatada en el palacio de Villahermosa, incluso aceptando que tuviera fin al cabo de la d¨¦cada pactada, cumplir¨¢ dos objetivos fundamentales. Uno, inmediato, es el de que los ciudadanos espa?oles puedan disfrutarla para su gozo o para su formaci¨®n; el segundo, el de potenciar nuestra imagen cultural y tur¨ªstica en un momento tan oportuno como es el que nos pone a las puertas de la celebraci¨®n del V Centenario y de los Juegos Ol¨ªmpicos.El justo reconocimiento de este ¨¦xito entre art¨ªstico, pol¨ªtico y comercial no debe, sin embargo, llevar a una p¨¦rdida de sentido cr¨ªtico, m¨¢xime cuando tratamos de una materia en la que los aciertos circunstanciales se ven no pocas veces seguidos por graves insuficiencias. Por eso, adem¨¢s de analizar detalladamente los t¨¦rminos del acuerdo firmado, habr¨¢ que vigilar en lo sucesivo su cumplimiento por cada una de las partes y los efectos de cada contraprestaci¨®n. Pi¨¦nsese, por ejemplo, que a pesar de la valios¨ªsima aportaci¨®n que representa esta colecci¨®n, no han faltado, desde la direcci¨®n del Museo del Prado, objeciones sobre el emplazamiento escogido -el palacio de Villahermosa-, destinado hoy a exhibir fondos de la primera pinacoteca espa?ola y sobre cuyas salas reca¨ªan proyectos de exposiciones que quedar¨¢n olvidados o relegados a sedes menores.

Efectivamente, la modalidad elegida en el acuerdo firmado, la de una fundaci¨®n privada con capital p¨²blico como responsable de la gesti¨®n, parece casi la ¨²nica soluci¨®n posible para una cesi¨®n temporal. Pero queda por saber de qu¨¦ modo se piensa obtener la renta anual que debe pagarse al trust Thyssen en concepto de un posible leasing y en cu¨¢nto se cifran estas rentas. Sin conocer estos datos y otros m¨¢s es imposible felicitar sin reparos a los negociadores y felicitarse en cuanto ciudadanos culturales. Los responsables del ministerio han llevado el sigilo de las negociaciones a un punto que si era comprensible en un tramo de las conversaciones, resulta menos inteligible ahora.

El secretismo con que han empezado a envolverse los ¨²ltimos e importantes detalles de esta cesi¨®n no parece s¨®lo inspirado en la virtud de la prudencia. Independientemente de los montos econ¨®micos en que se fije la contraprestaci¨®n del Estado, los responsables oficiales est¨¢n transmitiendo la impresi¨®n de que si no dan inmediata publicidad a las cifras es por el temor de que parezcan desorbitadas. Puede, etectivamente, que no sea as¨ª, pero las especulaciones desaparecer¨ªan si a estas alturas se tratara a los espa?oles como ciudadanos adultos, capaces de estimar los indudables beneficios de una aportaci¨®n cultural de este orden.

Respecto al contenido de los 700 cuadros ahora cedidos por Thyssen, puede decirse que son los mejores de la c¨¦lebre colecci¨®n privada, si se tiene en cuenta su destino. Es decir, los cuadros no habr¨¢n de considerarse los mejores en valor absoluto, pero s¨ª para Espa?a, en la medida del remedio que aportan a nuestra escasez de arte contempor¨¢neo.