Fronteras
Culturas fronterizas y discursos marginales es el tema del simposio que se est¨¢ preparando aqu¨ª, en la San Diego State University (California), mientras escribo este art¨ªculo. Cuando se publique ya se habr¨¢n celebrado sus jornadas, organizadas en mesas redondas y nutridas de ponencias y debates. Sobre Las fronteras de Carmen he de decir, yo algo -y s¨ª la de Merim¨¦e como personaje triplemente marginal (mujer, gitana y euskalduna) y habitante de lo que nuestro querido Bergam¨ªn llam¨® "fronteras infernales de la poes¨ªa". Aunque tanto o m¨¢s que Carmen es interesante Jos¨¦, extranjero flotante y err¨¢tico. Extra?ado Jos¨¦. Modelo para armar un Dasein al estilo del existencialismo m¨¢s convencional o camusiano. "Soldado, fronterizo" (Kierkegaard) y mil cosas se le ocurren a uno mir¨¢n dolo ah¨ª, arrojado en Espa?a, lejano de su Euskal Herria y al margen de la ley despu¨¦s de haber conocido las fronteras de la transgresi¨®n. Lejano tambi¨¦n, y no es lo menos grave, de su lengua. "Nuestra lengua, se?or, es tan hermosa", le dice a don Pr¨®spero, "que cuando la escuchamos en tierra extra?a [el subrayado es m¨ªo (A. S.)], nos hace estremecer". Desde luego, su relaci¨®n con Carmen es casi metaf¨ªsicamente imposible. R¨ªase usted de Calisto y Melibea, Romeo y Julieta u otros. El ser euskaldunes de ambos es apenas, en alg¨²n momento, un ensue?o de comunicaci¨®n. Tambi¨¦n la frontera entre ellos es infernal, dig¨¢moslo as¨ª. Cuando Carmen, al percibir su acento, le pregunta en euskera: "Compa?ero de mi coraz¨®n, ?es usted del pa¨ªs?", Jos¨¦ ya entra en el trance -casi en el ¨¦xtasis- que lo ha de llevar al asesinato y a la propia muerte en el pat¨ªbulo. Tambi¨¦n es de recordar que al final, ya al borde de su muerte, expresa su deseo de que lo confiese un sacerdote vasco. El euskera, ?divinas palabras? Hace ya tiempo que le o¨ª decir, con su extraordinaria gracia, al escritor vasco (del otro lado de la muga). Marc Legasse, el autor de aquellas preciosas Carabinas de Gastibeltsa, que el euskera es el opio del pueblo... vasco. Abertzale de pro y amante profundo de su pueblo, su humor apuntaba sin duda al hecho de que el uso de la lengua puede producir entre vascos de distintas ideolog¨ªas esa especie de ensue?o suspensivo de antagonismos y problemas que, sin embargo, no se han de resolver por el mero hecho de que los interlocutores sean euskaldunes, sin que por ello haya de reducirse en nada, claro est¨¢, la grave importancia del problema ling¨¹¨ªstico y la verdad de que todos los esfuerzos ser¨¢n pocos para que el proceso de reuskaldunizaci¨®n del pa¨ªs haga entrar en su lengua propia en v¨ªas de verdadera y efectiva recuperaci¨®n.Especie de pasmo es lo que se produce en Jos¨¦ cuando, al conocer a Carmen, habla en euskera con ella y le dice -en "tan hermosa lengua"- que ¨¦l es de Elizondo, y Carmen, en la misma lengua, le responde que ella de Etxalar. Vascos, pues, ambos: del coraz¨®n -que otros navarros pretenden descorazonar- de Euskal Herria. Poco dura, sin embargo, el ensue?o, y Jos¨¦ llega a definir a Carmen por su condici¨®n de gitana de la siguiente manera: los gitanos .no pertenecen a pa¨ªs alguno", y como van de aqu¨ª para all¨¢, "hablan todas las lenguas". No vamos, claro est¨¢, a contar ahora la novelita de Merim¨¦e, aunque en mi opini¨®n es, ciertamente, tan citada como poco conocida.
Me refer¨ªa, pues, a este simposio de San Diego y al tema de las fronteras y las marginaciones que en ¨¦l se va a tratar. Es ¨¦ste un sitio apropiado para ello, aunque el car¨¢cter fronterizo de esta ciudad de San Diego (originariamente San Diego de Alcal¨¢) est¨¢ un poco en entredicho si es cierto, como he le¨ªdo en una revista del otro lado -aqu¨ª se emplea esa expresi¨®n, del otro lado, de la misma manera que en el Pa¨ªs Vasco-, que posiblemente 'la mitad de los .adultos nacidos en San Diego no hayan estado nunca en Tijuana". "Gran parte de la poblaci¨®n est¨¢ casi completamente desvinculada de la relaci¨®n fronteriza directa", leo en esa revista; "¨¦sa es, quiz¨¢, la raz¨®n por la que San Diego no se considera fronteriza, y s¨®lo se le atribuye ese car¨¢cter a San Ysidro y Chula Vista". Este art¨ªculo se titula 'Cruces fronterizos; su autor es Bernardo Gonz¨¢lezAr¨¦chiga, y la revista, El Vaiv¨¦n, Tijuana, marzo de 1987.
. Atribuyo a Carlos Fuentes, porque lo habr¨¦. le¨ªdo u o¨ªdo en alguna parte, la imagen de que esta frontera entre M¨¦xico y EE UU es, m¨¢s que una frontera, "una cicatriz". En cierto sentido m¨¢s podr¨ªa definirse como una herida, y no me refiero tanto a que aquella primitiva herida de la separaci¨®n de estos territorios no,se hubiera cerrado a¨²n del todo como al hecho cotidiano de que es el escenario de numerosos conflictos y tragedias. Las v¨ªctimas son siempre los indocumentados: v¨ªctimas, para empezar, de unos miserables compatriotas (coyotes y polleros) que tienen montados sus negocios sobre el pase clandestino de la frontera. Cobran fuertes cantidades por ello y no pocas veces los abandonan de mala manera en este lado, donde la patrulla fronteriza (border patrol) procede a detenerlos y a ponerlos de nuevo de patitas en el M¨¦xico de sus amores, cuando no son sorprendidos en alg¨²n paraje por la citada patrulla y all¨ª mismo fallecen en un tiroteo de esos tan particulares en los que s¨®lo dispara, claro est¨¢, la polic¨ªa, entre otras razones porque la parte contraria carece de arma alguna con que hacerlo. Casos lamentables se producen cada d¨ªa, a veces tan estremecedores como el que se dio hace unas semanas en otro punto de esta frontera -no recuerdo si en la l¨ªnea que separa Arizona de Sonora o Tejas de Chihuahua-: un grupo de mexicanos indocumentados apareci¨® muerto por asfixia en el interior de un contenedor, en una estaci¨®n de ferrocarril, ya de este lado. El pollero en cuesti¨®n seguramente les asegur¨® que de ese modo llegar¨ªan con toda seguridad y felizmente a su destino... Tambi¨¦n hace unos d¨ªas, y esto fue aqu¨ª mismo, se ahog¨® un mexicano que trat¨® de pasar desde Baja California a nado por el mar. El comentarista de la radio aludi¨® amargamente a la condici¨®n de espalda mojada de este desdichado.
Pasado este tr¨¢mite del cruce ?legal de la frontera, y en el mejor de los casos, los indocumentados consiguen empleos con muy bajos salarios, sin contratos ni seguridad social alguna. (Por otra parte, he podido saber que trabajar sin seguridad social es cosa corriente en este
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pa¨ªs, aun siendo anglo y perfectamente documentado, y aun realizando los trabajos en establecimientos o dependencias federales o estatales. Interesante dato, en mi opini¨®n, para enjuiciar la situaci¨®n real de los trabajadores norteamericanos.) "Tienen salarios baj¨ªsimos" le o¨ª decir el otro d¨ªa a un mexicano de Tijuana, "y viven en condiciones infrahumanas". Se trata de una pobreza invisible para nuestras miradas superficiales y que, sin embargo, se revela incluso a una mirada tur¨ªstica cuando se pasea por el centro de Los ?ngeles o aqu¨ª, en San Diego: los down town exhiben la miseria de los homeless (sin hogar) y otros parias errabundos, que arrastran todas sus pertenencias en carritos distra¨ªdos a los supermercados.
En el caso concreto de los indocumentados se vive ahora bajo la promulgaci¨®n de la ley Sympson-Rovino, que se empez¨® a aplicar, si no recuerdo mal, all¨¢ para abril o mayo del a?o pasado. Se trata de una gran operaci¨®n para la legalizaci¨®n de quienes entraron ?legalmente a este pa¨ªs hasta febrero de 1982 -y se presenta, en este sentidio, como una ley de amnist¨ªa- y que plantea grandes sanciones para los empresarios que a partir del pr¨®ximo d¨ªa 4 de mayo -aunque ya se habla de una posible ampliaci¨®n de seis intieses- empleen a estas personas indocumentadas. Todav¨ªa hoy es, pues, posible acu dir a estas oficinas de amnist¨ªa y legalizaci¨®n. A partir de en tonces la cosa va a ser m¨¢s dura todav¨ªa, porque los em presarios se van a encontrar en el trance de elegir entre su deseo de seguir empleando esta mano de obra barata y la amenaza de las sanciones que por hacerlo pueden recaer sobre ellos. Para los indocumentados, esta ley ha sido considerada desde sus principios como muy sospechosa: la forma de la amnist¨ªa era seguramente un modo de recubrir una magna operaci¨®n de fichaje y reenv¨ªo de ?legales a M¨¦xico. Efectivamente, much¨ªsimos han sido ya reenviados desde que la operaci¨®n se puso en marcha y, por otro lado, no dejaba de ser absurdo que personas que han vivido sin papeles -se caracterizan precisamente por eso- tuvieran, y a¨²n tengan durante este plazo que acabar¨¢ lo m¨¢s tardar en noviembre, que presentar un mont¨®n de papeles para acreditar... su falta de papeles durante ese per¨ªodo. As¨ª se les ha planteado la exigencia, para obtener la amnist¨ªa y la legalizaci¨®n, de presentar contratos de los trabajos que hab¨ªan realizado, precisamente, sin firmar contratos: - en la ilegalidad de unas relaciones laborales impresentables.
?Frontera-cicatriz? ?Frontera-herida? Desde luego que yo no soy qui¨¦n para analizar la significaci¨®n y los efectos reales de esta ya famosa ley en este ¨¢rea, pero cualquiera puede observar que la situaci¨®n seha puesto en los ¨²ltimos tiempos m¨¢s caliente. La muerte a tiros por la polic¨ªa en San Ysidro de dos indocumentados mexicanos que presuntamente formaban parte de un grupo de atracadores (me dicen que, al parecer, llevaban unas pistolas de juguete y que ello hizo que los polic¨ªas se sintieran en peligro) ha encrespado mucho los ¨¢nimos, y es reciente una declaraci¨®n del jefe de la patrulla fronteriza que ha dicho que la polic¨ªa, en cuanto se sienta amenazada, va a disparar. "Esto puede traer muy graves consecuencias", ha dicho un comentarista, "en cuanto haya varios muertos", y hasta se ha tra¨ªdo a colaci¨®n a L¨ªbano, anunciando que esta frontera puede ver muy agravada su situaci¨®n. Hace un par de a?os la polic¨ªa dispar¨® desde este lado contra un grupo de j¨®venes que, al parecer, le estaba arrojando piedras. Cay¨® herido en la espalda un mexicano que estaba, desde luego, en M¨¦xico y que, al parecer, no formaba parte del grupo que arrojabaaquellas piedras. Incidentes tan o menos graves pueden darse si prospera la filosofia de este jefe policiaco. En la comunidad m¨¦xico-americana de este lado se vive ahora con mucha inquietud esta situaci¨®n. T¨¦ngase en cuenta, para entender la magnitud de estos problemas, que en Chula Vista alcanza a un 45% la poblaci¨®n hispana, y que es un 35% si se considera el conjunto de lo que se Rama el Distrito 44, el cual abarca el sur de San Diego, Chula Vista y San Ysidro.
Veremos qu¨¦ da de s¨ª -como ahora suele decirseeste simposio universitario en San Diego. Hablar¨¢ uno, como he dicho al principio, del infortunado personaje Jos¨¦ Lizarrabengoa y de su novia, no menos infortunada, Carmen. Aquella muga -aquella herida- ser¨¢ la frontera m¨¢s particular de nuestra preocupaci¨®n. Pero, sobre todo, creo que ha de ser para m¨ª un momento de escuchar lo que aqu¨ª se diga, y por las gentes de aqu¨ª, sobre estas heridas, cicatrices o llagas que tantas veces son las fronteras.
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