Una 'diva' en lo mejor de su carrera

El arte de Fran?ois Mitterrand est¨¢ llegando en esta campa?a electoral -la cuarta que realiza como candidato a la presidencia- a las cumbres de lo sublime. Su discurso de Rennes, el viernes por la noche, mantuvo electrizados a los m¨¢s de 20.000 partidarios apretujados, mientras no cesaba de lanzar gui?os al resto del electorado y a sus oponentes. Durante 110 minutos, el veterano presidente, de 71 a?os, demostr¨® que es todav¨ªa el mejor orador de la Rep¨²blica y un profesional de la pol¨ªtica, con una gama de registros comunicativos inigualada, como sucede con las grandes divas del arte l¨ªrico en la cumbre de su carrera.

El virtuosismo de Mitterrand como orador se acompa?¨ªa de su excelente capacidad literaria. La Carta a todos los franceses, publicada a principios de semana, ha permitido observar que en esta campa?a electoral hay un s¨®lo pol¨ªtico adaptado a la multiplicidad de los medios de comunicaci¨®n. Su rival, Jacques Chirac, ha se?alado que estaba muy bien escrita, y ha intentado descalificarla tach¨¢ndola de "literatura, pura literatura".Pero a la literatura se a?ade la televisi¨®n, la comunicaci¨®n directa ante un gran auditorio o ante los micr¨®fonos de la radio. En todos los medios consigue los mejores resultados. Sus dos principales oponentes, Raymond Barre y Jacques Chirac, a pesar de sus correctas dotes comunicativas, se hallan a considerable distancia de las habilidades del divo socialista.

Barre, que a veces consigue buenas actuaciones gracias a su talento dicharachero y a sus agudezas verbales, a menudo suele adormecer, mediante las arideces t¨¦cnicas, a sus propios partidarios. Chirac, por su parte, debe realizar esfuerzos para refrenar sus impulsos, que pueden llevarle a trav¨¦s de la tendencia a la arenga, a realizar deslices e imprecisiones.

Para evitar este peligro, sus m¨ªtines electorales han sido concebidos como mesas redondas televisivas. Chirac responde sentado, con el micr¨®fono en la mano, a las preguntas de un grupo de simpatizantes. El ¨²nico actor es Mitterrand. El ¨²nico espect¨¢culo aut¨¦ntico, donde incluso el espectador distanciado puede gozar, son los m¨ªtines socialistas.

El goce del actor

El viernes en Rennes, Mitterrand empez¨® con la lividez en el rostro, s¨²bitamente perlado de sudor. Al poco, el p¨²blico pudo percibir que el actor ya estaba gozando. Seg¨²n el programa inicial deb¨ªa hablar durante 75 minutos. Lleg¨® casi a las dos horas, sin pesta?ear, sin vacilaciones en la voz. Las insinuaciones de sus enemigos sobre su edad quedaron as¨ª desmentidas de un plumazo.El presidente termin¨® el m¨ªtin entortando La Marsellesa, de pie todav¨ªa, con el rostro brillante por la abundante transpiraci¨®n, s¨®lo en el escenario de banderas con m¨¢stiles lanceados, que compon¨ªan los colores de Francia en una reproducci¨®n de una escultura de Arman titulada 1789 cuyo original se halla en el vest¨ªbulo del palacio presidencial.

Durante su actuaci¨®n declam¨®, susurr¨®, grit¨®, ri¨® y sonri¨®. Provoc¨® el aplauso del auditorio en cuestiones tan ins¨®litas como los programas Eureka (de investigaci¨®n espacial) o Erasmus (de cooperaci¨®n universitaria). Tambi¨¦n se hizo silbar cuando asegur¨® que no todo era malo dentro de la mayor¨ªa conservadora, para hacerse aplaudir a rabiar a continuaci¨®n cuando mostr¨® la diferencia entre los socialistas y los "otros": "Nosotros no somos los buenos ni ellos son los malos.

Incluso si ellos creen que son los buenos y nosotros somos los malos".

No olvid¨® ni la clave humor¨ªstica ni la dram¨¢tica. Como un gran actor, como un actor ¨²nico, ora se acodaba sobre el atril para argumentar en la oreja de sus interlocutores, ora adoptaba el hieratismo y la gesticulaci¨®n solemne. Ora tribuno de la plebe, ora sumo sacerdote de la democracia.

Su campa?a electoral ha sido organizada y dosificada como las actuaciones de las grandes estrellas de la ¨®pera. Pocas actuaciones, pero intensas. S¨®lo otro pol¨ªtico, en el otro extremo del arco ideol¨®gico, pertenece todav¨ªa a esta vieja escuela de oradores pol¨ªticos tan eficaces todav¨ªa. Es el extremista Jean-Marie Le Pen, pero cobra 30 francos por participar en sus m¨ªtines.

Mitterrand, en cambio, act¨²a gratis, se permite atender a las peticiones de bises y gusta a los suyos y a los otros. Hace poco asegur¨® a un ministro: "No crea usted que la pol¨ªtica es un combate de ideas, la pol¨ªtica es ante todo una profesi¨®n".

El m¨¢s pundonoroso, el m¨¢s inteligente, el m¨¢s profesional, el mejor actor del teatro pol¨ªtico, por el momento, todav¨ªa es Mitterrand.