EI t¨¢ndem S¨¢daba-Savater
A pesar de su falta de compostura dial¨¦ctica, que hac¨ªa dif¨ªcil percibir sus respectivos argumentos, la sesi¨®n televisiva de este pretendido debate permiti¨® perfilar, por lo menos, las dos actitudes contrapuestas. S¨¢daba personaliza la vaguedad intelectual. Es lamentable que su af¨¢n de popularidad le empuje a proyectarse en p¨²blico en vez de mantenerse en la actitud discreta de un modesto profesor de universidad, que es la que mejor le cuadra (le conoc¨ª en la universidad Aut¨®noma de Madrid). Esta vaguedad es un peligro cuando, al envolver en niebla el candente problema vasco, la din¨¢mica del sofisma alimentando la sinraz¨®n-, sirve de p¨¢bulo a las posiciones sectarias, irracionales, que suscita este problema entre gentes insuficienteniente formadas.Savater no oculta ni mediatiza su af¨¢n de claridad ni su postura de independencia real. En la gran tradici¨®n denunciadora de Unamuno, dice a los vascos lo que algunos de ellos :no quieren o¨ªr: es hoy una de las pocas manifestaciones del coraje intelectual, tan infrecuente entre las gentes de su gremio, arropadas en sus respectivas capillitas.
Desgraciadamente, no puede haber debate: s¨®lo hay una inteligencia que trata de definir y precisar (Savater), frente a la cortina de humo confundente que emite su presunto interlocutor, que, tal vez sin propon¨¦rselo ni quererlo, se erige en corifeo de los irracionales (S¨¢daba).
No hay, en rigor, un problema vasco, hoy, m¨¢s grave que los problemas respectivos de otros pueblos de Espa?a. Pero, cual quiera que sea el alcance que se le atribuya, es un. problema que puede resolverse con un proceso educativo, al alcance de todos, de acceso a la cultura universal, para situarlo en su verdadera perspectiva. Cualquier postura nacionalista sectaria es hoy una manifestaci¨®n de arca¨ªsmo. Por ventura, empiezan ya a verse como cosa del pasado los nefas tos nacionalismos europeos que llevaron al sacrificio de varias ge neraciones. Es lamentable que, a estas alturas, frentes estrechas, de limitada visi¨®n, pretendan ignorar la historia y hundir a los dem¨¢s en conflictos cuyo rasgo m¨¢s perceptible es la irracionalidad.- Enrique H. Coello.
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