Arne Olaf Brundtland
Un marido conservador militante para una primera ministra socialista
Pocas veces se habr¨¢ conocido un caso de rivalidad pol¨ªtica tan claro y tajante dentro de un matrimonio. Y, sin embargo, la primera ministra noruega, la socialista Gro Harlem Brundtland, asegura que la vida con su marido, Arne Olaf Brundtland, propagandista, activista y ex concejal del Partido Conservador, es muy sencilla. "Cada cual mantiene sus ideas, y las discutimos; ¨¦l es muy buen consejero en asuntos de seguridad exterior", se?ala la jefa de Gobierno. As¨ª, tras 30 a?os de matrimonio y 15 de vida pol¨ªtica, no se conoce una sola desavenencia en la pareja, a la que es frecuente ver bailando juntos, sin el m¨¢s m¨ªnimo protocolo, en fiestas hoteleras y discotecas.
Los noruegos, a quienes no les gustan las comparaciones con Denis, el marido de la primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, parecen amar a Arne, aunque admiren el coraje y la determinaci¨®n de Gro. Les divierte, como hacen los brit¨¢nicos con mister Thatcher, decir que es ella quien lleva los pantalones en casa, y viendo al matrimonio Brundtland en acci¨®n parece que no cabe ninguna duda de ello. En cierta ocasi¨®n, hace ya algunos a?os, Gro salv¨® la vida de Arne, quien cay¨® por la borda del peque?o yate familiar a las heladas aguas del mar de Noruega. Desde entonces, la impresi¨®n es que Arne ha aumentado su cuota de dependencia respecto de Gro, con quien se cas¨® siendo ambos estudiantes -ella de medicina y ¨¦l de ciencias pol¨ªticas; ella socialdem¨®crata y ¨¦l ya conservador- y con quien tiene cuatro hijos. Dos son socialistas y otros dos conservadores. De la ¨²nica hija del matrimonio tienen ya tambi¨¦n un nieto.Arne, de 54 a?os -Gro va a cumplir 49-, trabaja como investigador en el Instituto Noruego de Pol¨ªtica Exterior. Tambi¨¦n ejerce la mayor parte de los d¨ªas las funciones de amo de casa, como tantos hombres de clase media-alta en una sociedad donde la igualdad de sexos es pr¨¢cticamente un hecho: a nadie sorprendi¨® que Gro nombrase a ocho ministras en su Gabinete, cuando est¨¢ a punto de entrar en vigor una ley que exige cuotas igualitarias en los cargos de responsabilidad.
Paralelamente, Arne encuentra tiempo para escribir art¨ªculos en medios conservadores y hasta para dar clases en la Universidad, donde sus alumnos, entre cari?osos y socarrones, le llamaban "el se?or gris". Tambi¨¦n ejerce con simpat¨ªa sus funciones de primer ministro consorte, siendo famosa su manera, un tanto brusca pero campechana, de romper el hielo con las mujeres de los mandatarios que, como actualmente Carmen Romero, visitan oficialmente Noruega.
Poco amigo de las declaraciones period¨ªsticas, no desde?a, sin embargo, tomar una copa, o varias, con sus "amigios de la Prensa"; Arne Olaf Brundtland, austero, sencillo y, como buen noruego, bromista, sabe que ¨¦l no es la noticia, aunque la noticia est¨¦ en su misma casa.
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