"Tuve alg¨²n conflicto con mi compa?ero de vuelo" dice el cosmonauta sovi¨¦tico Riumin
Valeri Riumin es un mocet¨®n de casi 1,90 metros, cabello erizado y una mirada celeste un tanto esteparia. Naci¨® hace 49 a?os, en Komsomolsk Na Amur, en el extremo oriental de la URSS, y es director de vuelos tripulados dentro del programa espacial sovi¨¦tico. Ha llegado a Espa?a formando parte de una delegaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica que presenta, hasta el d¨ªa 21 de abril, los avances de la ciencia y la t¨¦cnica de ese pa¨ªs en el Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid.
Admite Riumin que en los vuelos espaciales de larga duraci¨®n es normal que, a veces, surjan conflictos entre los tripulantes, motivados por el agotamiento y la monoton¨ªa. Por esta raz¨®n, se?ala, "la compatibilidad psicol¨®gica de los cosmonautas de una misi¨®n espacial tiene gran trascendencia".Riumin ha totalizado, en tres expediciones, 362 d¨ªas viviendo en el espacio. En su ¨²ltimo vuelo, en 1980, bati¨® el r¨¦cord de permanencia en el espacio por aquel entonces, con 185 d¨ªas. "Durante una de estas largas estancias en el cosmos tuve algunos momentos de tensi¨®n con mi compa?ero de vuelo", comenta Riumin, pero ha sido la ¨²nica vez despu¨¦s de a?os metido en vivencias semejantes. La monoton¨ªa, el estar viendo siempre al mismo compa?ero produce agotamiento, y en un momento dado todo ello te transforma y puede surgir el conflicto".
Valeri Riumin acaba de publicar un libro en su pa¨ªs titulado Una a?o fuera de la Tierra, en el que explica sus vivencias a bordo de una estaci¨®n espacial. Las jornadas en el cosmos suelen ser bastante apretadas de trabajo. "Desde la ma?ana a la tarde siempre est¨¢s haciendo algo, apenas existe un momento de ocio. Adem¨¢s, cada hora y media hay que mantener una comunicaci¨®n con la Tierra".
Conservas sublimadas
"Te levantas a las ocho, te aseas, te afeitas, desayunas a base de conservas sublimadas, reques¨®n, caf¨¦ o t¨¦ y leche, todo ello con ciertas incomodidades, e inicias el trabajo". Afirma Riumin que tanto la calidad como el sabor de los preparados son buenos. "Cuando los norteamericanos probaron nuestros alimentos dijeron que eran mejores de sabor que los suyos".La jornada para los cosmonautas contin¨²a con una hora de marcha antes del almuerzo, que efect¨²an sobre una cinta m¨®vil. Despu¨¦s de comer realizan otra hora de ejercicio sobre una bicicleta est¨¢tica. Siempre mantienen un fondo musical en la nave y escuchan m¨²sica ligera o cl¨¢sica, seg¨²n los gustos. Tambi¨¦n disponen de v¨ªdeos para sus ratos libres. Por la noche duermen a la vez, sin hacer turnos de vigilancia. De ello se ocupan las computadoras de la nave. Valeri Riumin apenas se inmuta al preguntarle c¨®mo pueden vivir tantos d¨ªas aislados, sin el cari?o de una mujer y sin poder atender como es debido sus necesidades fisiol¨®gicas. Admite que la carga emocional se echa mucho de menos, y pone como ejemplo a quienes pasan largo tiempo en la c¨¢rcel o en el Polo, pero matiza: "Hay momentos en la vida en que la falta de amor corporal se puede soportar, sobre todo si el trabajo que haces es apasionante".
Este hombre corpulento dice que nunca ha llegado a pensar en el espacio que el ser humano sea insignificante, "aunque s¨ª se piensa all¨¢ arriba c¨®mo puede vivir tanta gente en tan poca tierra". Riumin comenta que nuestro planeta, visto desde una nave espacial, tiene distintos colores: amarillo, si se observa ?frica; rojo, si la visi¨®n se proyecta sobre Australia, y verde, si lo que se ve es Suram¨¦rica o el norte de la URSS.
El momento m¨¢s agradable que recuerda de su experiencia espacial fue superar un peligro imprevisto, que consisti¨® en recolocar en su sitio una antena de diez metros que se hab¨ªa enganchado en una parte externa de la nave. "Esto ocurri¨® tres d¨ªas antes de regresar a la Tierra. Para salvar la nave tuvimos que realizar un viaje espacial y no est¨¢bamos preparados para una eventualidad semejante. Cuando logramos hacerlo nos sentimos realmente felices". Riumin no quiere mencionar los momentos m¨¢s dificiles y se?ala que ¨¦stos se olvidan muy pronto. Dice que hace tanto tiempo que pas¨® miedo por ¨²ltima vez que ya no lo recuerda.
Este veterano cosmonauta no rechaza la posibilidad que se est¨¢ barajando de que un cient¨ªfico espa?ol pueda participar en alg¨²n vuelo tripulado sovi¨¦tico. "Estamos dispuestos a hacer realidad ese sue?o de los espa?oles, pero desde una base comercial", aclara Riumin.
Desperdicios en el cosmos
Valeri Riumin consume varios cigarros rubios con furor, y recuerda que en una nave espacial no es posible fumar "porque no se pueden abrir las ventanillas de la nave". En las largas estancias en el espacio, los cosmonautas acumulan gran cantidad de desechos. "Ahora procuramos no contaminar el cosmos y para ello rellenamos con los residuos algunas de las naves Progreso de carga que llegan hasta la estaci¨®n orbital. Una vez repletas, estas naves se hunden en la parte sur del Pac¨ªfico, en las inmediaciones de Chile".De su ¨²ltimo vuelo Riumin se trajo un kilo y medio de recuerdos, que es lo estipulado: algunas fotograf¨ªas, los guantes de la escafandra y un cintur¨®n m¨¦dico. La escafandra se la regal¨® al museo de su ciudad natal. Este jefe de cosmonautas es amante de la pesca y los paseos por el bosque. Valora la iron¨ªa y los relatos del escritor Zoschenko; tambi¨¦n aprecia los libros de historia y ciencia-ficci¨®n con base cient¨ªfica y los escritos de Chejov.
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