El dolor como negaci¨®n y afirmaci¨®n del hombre
En la obra de este gran poeta, se canta el dolor como lo que es realmente, una negaci¨®n y afirmaci¨®n del hombre. Hay un polo negativo del dolor que nos encoge, retuerce, doblega, hace odiar y resentirnos. Pero tiene otro positivo, pues si el dolor anega en el sufrimiento, tambi¨¦n reaviva nuestra energ¨ªa para enfrentarnos al mundo. La bipolaridad del dolor tiene su origen en el mal de ser, que no es la maldad, sino que nos dolemos al sentirnos condicionados, pasivos, mortales, y por la vida misma, que puede ser "un cuento narrado por un idiota" (Shakespeare).El dolor de vivir nace del juego cruel y disparatado de lo fortuito: "Un cojo pasa dando el brazo a un ni?o. / ?Voy, despu¨¦s, a leer a Andr¨¦ Breton?". Y no solamente duele al poeta el espect¨¢culo de la miseria humana, es tambi¨¦n el misterio incomprensible de la vida: "Si despu¨¦s de tantas palabras / se queda el p¨¢jaro parado. / Entonces, no hablemos".
El azar absoluto es la muerte del ni?o en pleno desarrollo, la de un anciano en el asilo, la de un adolescente en sus juegos, la de un amante en el bosque iluminado. Esto asombra y consterna al poeta, y, como no puede resignarse, se alza contra el desorden, el caos, la injusticia que coadyuvan a que "el dolor crece en el mundo a cada rato, / crece a 30 minutos por segundo, / paso a paso".
Al aumentar el dolor en el mundo se adentra en sus v¨ªctimas , se extiende por el pecho, los brazos, los huesos del alma, y "la funci¨®n de la yerba pur¨ªsima, el dolor / dos veces / y el bien de ser, dolernos doblemente". Hasta el vegetal que somos padece, pues ahoga el aire que respiramos, entumece el roc¨ªo de la ma?ana y nos hiere el sol de medianoche.
Somos inocentes como la "yerba pur¨ªsima", pero sufrimos en el alma, en el cuerpo, sinti¨¦ndonos como agentes dobles: uno que aparezco y otro que llevo dentro. Esta duplicidad originaria del dolor puebla el mundo de dolores transidos. "?Jam¨¢s, hombres humanos, / hubo tanto dolor en el pecho, en la / solapa, en la cartera, / en el vaso, en la carnicer¨ªa, en la / aritm¨¦tica!". Analicemos estos versos.
Multiplicaci¨®n
"Hombres humanos" significa que, de tanto sufrir, el dolor une y humaniza. M¨¢s tarde se descubre que su naturaleza no es ¨²nica y se multiplica en dolores infinitos: duele "en el pecho", cuando aprieta la congoja; "en la solapa", si el coraz¨®n rebosa pena; "en la cartera" vac¨ªa y con tantas necesidades; "en el vaso" sin agua; "en la carnicer¨ªa", al no poder comprar un alimento vital, y duele todav¨ªa m¨¢s "en la aritm¨¦tica", porque todos los d¨ªas tenemos que sumar nuestros dolores.
Sostiene Vallejo que el dolor es inmenso, llega a ser c¨®smico, pero nuestros dolores son cotidianos: "Y el mueble tuvo, en su caj¨®n, dolor", porque vemos en ¨¦l la ropa gastada, triste, que hemos de seguir usando; "el coraz¨®n, en su caj¨®n, dolor", esa gaveta en la que almacenamos recuerdos, como viejas cartas que siempre podemos releer. As¨ª penetra por todos los poros del cuerpo, aprieta unos contra otros, y, en su ir y venir, "el dolor nos agarra, hermanos/ hombres, / por detr¨¢s, de perfil".
C¨¦sar Vallejo habla de otro dolor que se sufre como simple ser vivo, sin aparente causa, y dice: "Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor ser¨ªa igual". ?Quiere significar que estamos condenados al eterno sufrir? No, este dolor procede de la desesperaci¨®n de sentirnos como suspendidos en el vac¨ªo, porque cuando realmente se sufre no vivimos.
L¨ªmite y aceptaci¨®n
Si el dolor llega al l¨ªmite y lo aceptamos, es la afirmaci¨®n de su negaci¨®n. Entonces caemos de rodillas suplicantes, para descubrir Otro, un Dios que nos enajena y, a la vez, nos donsuela, pero clama el poeta: "Cruel¨ªs¨ªmo tama?o el de rezar, / humillaci¨®n, fulgor, profunda selva". Ah¨ªtos de sufrir por ti, por m¨ª, "por el pan crucificado", por "todos los hermanos hombres", no podemos quedarnos pasivos, lanzando quejas, ni basta proferir improperios contra el sufrimiento que abruma.
Aconseja el poeta que debemos actuar, luchar por desterrar el dolor del mundo, pues "hay, hermanos, much¨ªsimo que hacer". Es la posibilidad de no sufrir m¨¢s y hasta de alcanzar la dicha.
Voy a hablar de la esperanza es el t¨ªtulo de un poema en prosa que describe el dolor de ser. Verse delicado, sensible, tierno, fr¨¢gil, carnal, corruptible, finito, es sufrir atrozmente, y frente a este dolor que nos es consustancial no cabe otro sentimiento que la esperanza, como posibilidad de transformaci¨®n, dejar de ser lo que somos y hacernos diferentes. En consecuencia, si el dolor nos deshace y consume, a la vez nos hace y constituye.
Luego cabe hablar de esperanza desde el dolor, porque so?amos realizarnos, y ello es posible con sufrimiento. "La alienaci¨®n del hombre s¨®lo se podr¨¢ suprimir a trav¨¦s de la alienaci¨®n misma" (Marx). Entonces nuestro ser podr¨¢ desarrollarse sin dolores que interrumpan las naturales metamorfosis para alcanzar la plenitud, porque el dolor no es bueno, aunque nos haga sentir con hondura y nos hunda en la desesperaci¨®n hasta forzarnos a gritar de esperanza.
Hacer nuestra la dificil lucha contra el dolor y la esperanza que de ¨¦l deriva, tan magistralmente plasmada en su obra, es el mejor homenaje al genio po¨¦tico de C¨¦sar Vallejo.
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