El toro tumbado
ENVIADO ESPECIALEn utilizaci¨®n entusiasta de las inagotables posibilidades que la gen¨¦tica ofrece, los ganaderos han inventado el toro tumbado. El toro tumbado es un tipo de toro que est¨¢ m¨¢s guapo tumbado que de pie. El toro tumbado es como el que sali¨® ayer en la Maestranza, para inaugurar la feria. Lo ve¨ªas trotando, cochinero, nada m¨¢s saltar a la arena, y dec¨ªas: "A ese toro no le va nada, lo que se dice nada, ni trotar, ni mucho menos embestir; lo que le va a ese toro es tumbarse". Dicho, y se tumbaba.
El toro tumbado no quer¨ªa ponerse de pie por nada del mundo, pero en el concepto "nada del mundo" no entran banderilleros, que son seres especialmente calculados para poner toros en pie de forma infalible. Los banderilleros especialmente calculados para poner toros en pie son un capricho de la naturaleza. Llegaban, y le tiraban al toro del rabo, con m¨¢xima energ¨ªa y sin consideraci¨®n alguna, cuando lo procedente era ponerle una almohadillita bien mullida de plumas, que es lo m¨¢s apropiado para descanso y solaz de los pitones, como usted y yo sabemos. Tambi¨¦n lo sabe el toro, y si no lo sabe, mejor, pues as¨ª no empeora el escozor de zaga y mal talante que le entran cuando los banderilleros le tiran en¨¦rgicamente del rabo.
B
Cubero / J. A. Campuzano, P. L V¨¢zquez, JerezanoToros de Ben¨ªtez Cubero, cuatro inv¨¢lidos y dos con genio. Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada baja (aplausos y salida al tercio); estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). Pepe Luis V¨¢zquez: dos pinchazos, metisaca, otro pinchazo y descabello (algunas protestas); pinchazo y bajonazo descarado (silencio). Jerezano: dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n y salida a los medios); tres pinchazos y estocada (silencio). Plaza de la Maestranza, 14 de abril. Primera corrida de feria.
Escocidos y malhumorados, los toros tumbados de ayer en la Maestranza no pod¨ªan embestir, ni bien ni mal, y los toreros, que tiene hecho de la tauromaquia un patr¨®n ¨²nico, les porfiaban derechazos y naturales como si no existieran otras suertes. Naturalmente, los derechazos y naturales ensayados tampoco les pod¨ªan salir ni bien ni mal, y la gente comentaba resignada que, por lo menos, el aspecto laboral del espect¨¢culo se estaba cumpliendo.
Hubo, por excepci¨®n, dos toros no tumbados, posiblemente porque no les alcanzaron los experimentos gen¨¦ticos y a esos los moli¨® el espinazo la acorazada de picar, instrumento corrector que la neotauromaquia allega cuando la gen¨¦tica no hace de las suyas. Uno, el tercero, le correspondi¨® a Pepe Luis V¨¢zquez, que aplic¨® la teor¨ªa del toreo fugaz. Otro, el sexto, le correspondi¨® a Jerezano, que aplic¨® la teor¨ªa contraria. El resultado fue el mismo -nada digno de recordarse- con la diferencia de que aquel acab¨® tan fresco y ¨¦ste, sudado, y con la sensaci¨®n de haber impacientado seriamente a la aburrida concurrencia.
De toreo g¨¹eno hubo poco, que tampoco es nada: la t¨¦cnica derechacista de Campuzano en el primero, apuntes toreros en los naturales de Jerezano al tercero, y unas l¨¢grimas de esencia en el quinto. Hab¨ªa abierto Pepe Luis su faena al quinto con ayudados por alto, y algunos incr¨¦dulos ya le bichofeaban previendo la absentista fugacidad anterior, cuando asent¨® las zapatillas en la arena, se trajo al toro toreado, carg¨® la suerte, remat¨® limpio, natural y bello el redondo, y tras ligar tres en cada tanda, se cambiaba de mano la muleta con la relajada facilidad de quien se paseaba por el Arenal en noche de primavera estrellada. No aconteci¨® m¨¢s, pues el toro tumbado haraganeaba en los siguientes muletazos, pero fue suficiente para que se hable de esto y se diga, como alguien dijo, que es distinto a cuanto se suele ver. Inquietante observaci¨®n porque esto es, precisamente, el toreo.
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