Sara Montiel
Sara con el pelo liso, color viol¨ªn, como se lo pusieron en Hollywood, raya a la izquierda, puro en el guante, guante en la mano, pendientes y corbata. Polygram Ib¨¦rica SA nos reuni¨® en la presentaci¨®n del ¨²ltimo LP de Sara/Anto?¨ªsima, "Pur¨ªsimo Sara", en el Caf¨¦ Gij¨®n, establecimiento que, por cierto, cumple su 100 a?os, la edad que tene mos todos, el siglo que hemos pasado en ese Caf¨¦, echando versos con Gerardo Diego, conversando con Buero Vallejo, mirando damas con Garc¨ªa Nieto, aprendiendo de Ram¨®n de Garciasol, forj¨¢ndonos, en fin, como una espada, para entrar en la vida.Madriles/madrile?¨ªsima Sara, madrile?a de los Campos de Montiel, madrile?a universal, este su ¨²ltimo disco est¨¢ entre la Caball¨¦ y los postmodernos y gurruchagas de la m¨²sica. El Gij¨®n, revent¨®n de gentes, como el viejo gale¨®n que es de la literatura espa?ola, ol¨ªa al puro de Sara, a la vuelta de todos los de siempre, o sea que ol¨ªa a retorno, y a una ausencia re c¨ªente y bella: Mar¨ªa Antonia Dans. Qu¨¦ reconcentramiento de Madrid en s¨ª mismo, la madrile?a universal en el ¨²ltimo Caf¨¦ de Madrid, un siglo de servir caf¨¦s, el siglo que tenemos ya todos, s¨ª, la vida cumulativa, las generaciones de camareros que le han tra¨ªdo a uno la jarra de agua y luego han volado al cielo de los camareros, con alas de lienzo, el lienzo de las chaquetillas blancas de los camareros del Gij¨®n.
Cien a?os de Gij¨®n, cien a?os de Antonia, cien a?os de poetas, c¨®micas, exiliados y cerilleros. El siglo que lleva uno encima. Desde Camilo Jos¨¦ Cela a la ¨²ltima choricilla de provincias con unos versos bajo el sobaco sudado. Madrid es ya una ciudad manhatt¨¢nica que se va distendiendo y como anonimizando. S¨®lo el instinto de Sara Montiel ha hecho el milagro de esta concentraci¨®n, este espesor de lo madrile?o, que la convierte en algo as¨ª como la Reina Madre de la movida.
Sara Montiel no se ha hecho vieja, que para eso le queda mucho, sino que se ha hecho eterna. Como el Gij¨®n. Se puede vivir en Sara Montiel como se puede vivir en el Gij¨®n (uno vivi¨® all¨ª sus a?os ¨¦picos y l¨ªricos). Uno, el otro d¨ªa, dijo esto mal que bien, lo mejor que pudo. Mal. Pero lo dijo. El redondo de Antonia es actual¨ªsimo. Ella est¨¢ en la juventud de los 60 y uno en la vejez de los 50. Luego, cuando uno escribe libros de Madrid, los cr¨ªticos perif¨¦ricos le dicen que Madrid no existe. Aqu¨ª, all¨ª, hubiera querido uno verles. Tomando caf¨¦ en el caf¨¦. Con Sara Montiel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.