Influencias
Lo escuch¨¦ ayer en un bar/chafl¨¢n de Serrano:-Los cien a?os de honradez se han quedado en una semana de buena voluntad.
Pues no se?or, pues no es as¨ª. Por la fuerza natural de las cosas, resulta que hay m¨¢s pol¨ªticos de derechas que del PSOE enmara?ados en el tr¨¢fico de influencias. Normal. Est¨¢n en su terreno.
-?Y por qu¨¦ se empe?an en hacer noticia de lo que no es noticia, don Francisco? -me pregunta Pedro, el jardinero de mi dacha, con el que tengo muchos p¨¢rrafos horticultores, pero poca cosa de pol¨ªtica-. Mayormente los papeles, digo, y mejorando lo presente, que usted anda en ellos, y no poco, salva sea la parte.
Raz¨®n que le sobra a Pedro. Uno mismo est¨¢ contribuyendo, con esta columna, a hacer noticia de lo que es una sabidur¨ªa mostrenca del pueblo espa?ol, el m¨¢s iconoclasta y reserv¨®n de Europa: que los pol¨ªticos trafican con influencias. Uno, a estas alturas de la Liga, y yendo el Alcoyano como va, siempre ha dado por supuesto que los pol¨ªticos profesionales no est¨¢n ah¨ª para salvar la patria (que se salva sola, aparte de que no sabemos qu¨¦ cosa sea la patria), ni para montar Quintos Centenarios ni otras romer¨ªas, ni para arruinar al Estado alquil¨¢ndole a Thyssen un museo mediante renta de esc¨¢ndalo, ni para traer al Papa, dar sobre a los parados, abortar feministas o dejar que gobierne el pueblo, que es tan conservador.
Los pol¨ªticos est¨¢n para el tr¨¢fico de las cosas (tr¨¢fico de armas, de influencias, de premios, de castigos, de ideas, de empresas, de inmobiliarias, naranjas, rev¨®lveres y aprobados en Derecho Romano), y lo que hace falta es que el tr¨¢fico sea bueno, fluido, alegre, beneficioso, pr¨®spero y grato para todos, como lo viene siendo en Inglaterra (Ronson), Francia (Chalandon), USA (Deaver) y en este plan. Las grandiosas democracias del mundo viven de eso, viven en/ por/sobre eso. La encuesta o sofemasa que se quiere hacer aqu¨ª y ahora sobre el tr¨¢fico de influencias es tercermundista y supone olvidar la primera parte de la definici¨®n de Churchill: "La democracia es el menos malo...". Etc¨¦tera. De modo que all¨¢ van los ??igos, ferrados y campestres; los Osorio, alfonsinos y c¨¢ntabros; los Orozco, arqueros y aImerienses; los Arg¨¹elles, vascos y euros; los Lapuerta, quinteros de quinta o finca; los Grallas con agallas; los Su¨¢rez/ Urbis; los Arespacochaga, municipales, senatoriales y guipuzcoanos; los Clavijo, batalladores; los Torres (grana¨ªnos o granad¨ªs); los Monteros, siempre pardos como gatos nocturnos; los otros ??igos, cristianos y lataillades; los Zunzunegui, vallisoletanos y soldados; los Segurado, liberales y sefisas; los Castedo, inmobiliarios y Woody Allen; los Mart¨ªnez, carreteros y vices, y m¨¢s Su¨¢rez y m¨¢s arqueros y m¨¢s guerras y m¨¢s zunzuneguis y m¨¢s ¨ª?igos y m¨¢s madera. Salen m¨¢s de derechas que de izquierdas, pero es porque hay m¨¢s. Las estad¨ªsticas conspiran contra la gente bien. Las sofemasas ya se sabe que se hacen contra la pomada y le gratin gratin¨¦. En cualquier caso, siempre hay m¨¢s ricos entre los ricos que entre los pobres.
Pero la pol¨ªtica, insisto, est¨¢ para eso, para fluidificar el tr¨¢fico de influencias y, as¨ª, los modelos democr¨¢ticos de sociedad, tantos en Europa, no suponen sino un delicado equilibrio entre el navajeo y la beneficencia. S¨®lo es propio de espa?oles poner el grito en el cielo de la calle Alcal¨¢, con un ¨¢ngel de la Uni¨®n y el F¨¦nix, porque resulta que los pol¨ªticos no se dedican a salvar almas, curar parados, aleccionar tontos graves, redescubrir Am¨¦rica cada cinco a?os y alfabetizar ancianas.
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