Los problemas de Dinamarca
La puesta en com¨²n de pol¨ªticas y de recursos, obligada en la Comunidad Econ¨®mica y en la Alianza Atl¨¢ntica, comporta el sacrificio de intereses nacionales. Ello acarrea, a veces, la resistencia de pa¨ªses miembros a renunciar a parcelas de su soberan¨ªa o de su identidad en aras del bien comunitario. Es un ego¨ªsmo colectivo que, pese a ser miope, resulta comprensible.Dinamarca es ejemplo t¨ªpico de ello. Hace dos a?os, hubo de celebrarse un refer¨¦ndum, ganado por el Gobierno, para permitirle adherirse al Acta ¨²nica Europea, instrumento que introduc¨ªa un modesto cambio constitucional en la estructura de la CE (creando un atisbo de pol¨ªtica exterior com¨²n y consagrando la regla de la mayor¨ªa en la toma de algunas decisiones). El partido socialdem¨®crata, mayoritario en la oposici¨®n, no hab¨ªa querido que pasara inadvertida su resistencia a que, por reforzar a la CE, pudiera limitarse la soberan¨ªa danesa.
Ahora se ha vuelto a plantear en Copenhague una cuesti¨®n de inter¨¦s nacional, por oposici¨®n a una de conveniencia multilateral, en este caso, de la OTAN. El problema nace de aplicar la l¨®gica a un compromiso de desnuclearizaci¨®n permanente adoptado por Dinamarca cuando se hizo miembro de la Alianza. A mediados del mes pasado, los socialdem¨®cratas consiguieron que el Parlamento aprobase su propuesta de enviar una carta a cada nav¨ªo de guerra extranjero que navegara por sus aguas, reiterando formalmente que es pol¨ªtica danesa no admitir armamento nuclear en su territorio. El primer ministro, el conservador Poul Schl¨¹ter, podr¨ªa haber soslayado el problema como en otras ocasiones; al fin y al cabo, la carta tiene un gui?o c¨®mplice, porque las autoridades s¨®lo reiteran en ella un principio, sin pretender inspeccionar cada buque que atraviesa sus aguas. Pero Schl¨¹ter ha preferido considerarlo "cuesti¨®n vital" y ha convocado elecciones generales para el 10 de mayo.
Admitir una ficci¨®n
Dinamarca ha admitido durante d¨¦cadas una ficci¨®n impuesta por las tensiones de la guerra fr¨ªa: la escala y paso de barcos de miembros de la OTAN con armamento nuclear a bordo no viola su pol¨ªtica de desnuclearizaci¨®n permanente. Pero, si se aplicara a rajatabla la carta, y en vista de que EE UU y el Reino Unido nunca aclaran si sus nav¨ªos llevan o no armamento nuclear, podr¨ªa alterar la sustancia estrat¨¦gica de la Alianza, al modificar un principio que es considerado por muchos como parte de la pol¨ªtica de disuasi¨®n aliada. El Parlamento dan¨¦s est¨¢ en su derecho de hacerlo. Pero, aunque, contrariamente a lo que pretende Schl¨¹ter, el eje de la elecci¨®n general no pasa por la decisi¨®n de pertenecer o dejar de pertenecer a la OTAN, ¨¦sta, siempre hipersensible, juega a que es la peligrosa disyuntiva y presiona a Dinamarca. Es notable que lo haga a petici¨®n del propio Gobierno de Copenhague.
Independientemente de lo que ocurra el 10 de mayo y de c¨®mo quede reestructurado el poder en Dinamarca (tanto s¨ª gana la alianza conservadora de Schl¨¹ter, como si triunfan los socialdem¨®cratas y socialistas, o lo hace el l¨ªder del partido bisagra, el radical centrista Petersen, cosa que depende de complicadas alianzas poselectorales), el pa¨ªs no tiene intenci¨®n de dejar de ser miembro de la OTAN. As¨ª lo confirman los sondeos. Pero lo que s¨ª puede estar en juego para los daneses es la redefinici¨®n de su papel en la Alianza.
Dos factores influyen en este examen de conciencia. En primer lugar, debe recordarse que Dinamarca fue miembro fundador de la OTAN, pero s¨®lo despu¨¦s de un intenso debate pol¨ªtico. Terminada la II Guerra Mundial, Dinamarca, un pa¨ªs con una tradici¨®n fuertemente neutralista (pese a que resultara violada por la ocupaci¨®n nazi), apost¨®, primero, por unas Naciones Unidas cuya solidez hiciera imposible la confrontaci¨®n Este-Oeste; intent¨®, luego, facilitar la creaci¨®n de la Uni¨®n Escandinava de Defensa, con Suecia y Noruega. Y s¨®lo despu¨¦s de que la neutralidad activa de Suecia impidiera la constituci¨®n de la Uni¨®n y de que, adem¨¢s, Groenlandia quedara excluida del dise?o estrat¨¦gico de aqu¨¦lla, se decidi¨® el Gobier no de Copenhague a participar en la alianza defensiva que se constitu¨ªa en Washington.
El segundo factor que influye en el an¨¢lisis dan¨¦s es la relajaci¨®n de la tensi¨®n internacional Indudablemente, la noci¨®n de una Europa en pie de guerra y dividida en dos bloques militares enemigos ha perdido fuerza en los ¨²ltimos tiempos; por consiguiente, han pasado a primer plano otras consideraciones, como las preocupaciones ecologistas o la impopularidad de un equilibrio que se mantiene a base del terror a una guerra at¨®mica, o el paso de armamento nuclear por delante de la puerta.
Es normal que un pa¨ªs tan neutralista y de vanguardia como Dinamarca se replantee los t¨¦rminos de su compromiso estrat¨¦gico en el marco de una situaci¨®n internacional cada vez menos tensa. Pero es interesante que, por dos veces consecutivas, la defensa a ultranza de la independencia democr¨¢tica haya aparecido como elemento distorsionador en la armon¨ªa de Europa.
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