Los palestinos protestan a la hora de la plegaria
Los musulmanes de Jerusal¨¦n rezan bajo la atenta mirada del ocupante israel¨ª
Viernes. Mediod¨ªa. Alrededor de 20.000 personas se hallan congregadas en la mezquita de Al Aqsa y la explanada circundante, junto al domo de La Roca. Es la hora de la oraci¨®n, pero tambi¨¦n la hora en que los palestinos musulmanes -alrededor del 90% del total- se encuentran unos con otros y hablan de la intifada, el levantamiento popular que llevan a cabo contra la ocupaci¨®n israel¨ª desde hace cinco meses.
Fuera del recinto, en las murallas que rodean el monte Moriah, un fuerte contingente de militares y polic¨ªas antidisturbios espera, provocativo, que se produzca alg¨²n peque?o incidente.El cord¨®n de seguridad s¨®lo deja abierta la estrecha puerta que da paso a la calle de la Cadena, en la linde con el barrio jud¨ªo de la ciudad vieja de Jerusal¨¦n. Acabada la plegaria, la salida de los fieles asemeja un chorro humano que impide cualquier intento de acercarse en direcci¨®n contraria. Ancianos tocados con las tradicionales kufias palestinas, j¨®venes vestidos a la occidental, mujeres cubiertas con pa?uelos blancos, regresan silenciosos en medio de los comercios cerrados desde hace cinco meses. Unos metros m¨¢s all¨¢, los hijos de Yahv¨¦ golpean sus cabezas contra el Muro de las Lamentaciones.
Sin testigos
"Compr¨¦ndanos. No podemos explicarle el motivo, pero tiene que irse. No puede estar aqu¨ª", insiste, educado, el polic¨ªa que en la puerta impide el acceso a la periodista."Get out (v¨¢yase)", grita m¨¢s impaciente un soldado jovencito profusamente armado, al ver el poco efecto de la cortes¨ªa exhibida por su compa?ero.
Finalmente, interviene el oficial al mando del destacamento. Por las buenas o por las malas, no desean que haya testigos. Como en el mito griego, los israel¨ªes culpan de las malas noticias al mensajero, especialmente, cuando puede dar testimonio gr¨¢fico de ellas.
"?ltimamente parecen m¨¢s interesados en la caza del periodista que en reprimir las manifestaciones", asegura un fot¨®grafo que lleva m¨¢s de tres meses cubriendo la intifada y que ha sido detenido en diversas ocasiones, mientras intenta, sin ¨¦xito, acceder a la mezquita. Este empe?o por alejar a los reporteros no evita que en los propios tejados de la comisar¨ªa instalada en la muralla, sobre la puerta, se haya habilitado una terraza para que instalen sus c¨¢maras. Poco que ver desde all¨ª. Los ¨¢rboles que crecen delante tapan casi por completo la manifestaci¨®n que en ese momento se realiza en la explanada, reconocible por los gritos de protesta que corea el nutrido grupo de palestinos que a¨²n permanece dentro del recinto de la mezquita.
Las fuerzas del orden no intervienen esta vez. Tampoco es necesario. Si desean dar ejemplo con algunos de los alborotadores, s¨®lo tienen que esperar a que salgan. M¨¢s tarde o m¨¢s temprano, todos tendr¨¢n que franquear la puerta. El resto de los accesos hab¨ªan sido bloqueados.
En semanas anteriores, el resultado no ha sido tan pac¨ªfico. Los enfrentamientos entre palestinos y soldados israel¨ªes a la salida de la oraci¨®n del viernes han dejado numerosos heridos y gran cantidad de detenidos. Nada de esto amedrenta a los palestinos, que, siguiendo el llamamiento de sus dirigentes, se hallan embarcados en una pol¨ªtica de desobediencia civil pac¨ªfica, cuyo exponente m¨¢s visible es la huelga.
Las tiendas abren s¨®lo durante tres horas al d¨ªa. Adem¨¢s, se boicotean los impuestos israel¨ªes y las familias m¨¢s acomodadas se han comprometido a sostener a otras necesitadas, para que todos puedan estar juntos en esta resistencia. Desde hace tres meses, los funcionarios de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) han visto mermados sus salarios en un 25% para ayudar a la intifada.
"Nunca en la historia reciente de Oriente Pr¨®ximo un levantamiento ha sido tan vasto y de tanta amplitud, tan radical en sus resultados, tan profundamente significativo como el actual contra la ocupaci¨®n israel¨ª de los territorios palestinos", ha asegurado Edward W. Said, miembro del Consejo Nacional Palestino (CNP, Parlamento en el exilio), ciudadano norteamericano y profesor de ingl¨¦s en la universidad de Columbia. En este mismo sentido se expresa Ibrahim. Kerain, director del recientemente clausurado Al Auda (El Retorno), ¨²nico semanario palestino en ingl¨¦s que se publicaba en los territorios ocupados.
Naci¨®n unida
"Estamos dispuestos a aguantar lo que haga falta. No importa que los comercios permanezcan cerrados; en cada casa hay un saco de trigo o de arroz y una gallina que pone huevos; es todo lo que hace falta. La conciencia de una naci¨®n palestina est¨¢ detr¨¢s de todos nosotros", declara a EL PA?S Kerain en su despacho."La naci¨®n palestina est¨¢ ahora unida, las distinciones entre clases, comunidades e intereses sido dejadas de lado; todos est¨¢n juntos", escrib¨ªa Edward W. Said en The International Herald Tribune el pasado jueves. Said es uno de los eminentes palestinos invitados por el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, para que le informaran de su opini¨®n acerca de los acontecimientos en Gaza y Cisjordania.
?sta no es s¨®lo la impresi¨®n que transmiten los dirigentes palestinos, trasluce tambi¨¦n el sentir del palestino de a pie Yusef Abu Samir, un hombre de 47 a?os nacido en una aldea cercana a Ramala; no duda en declarar su apoyo a la intifada, incluso delante de extranjeros. Abu Samir es cristiano, pero asegura que eso no cuenta, que todos est¨¢n "juntos frente a los invasores". "A pesar del miedo, hay que seguir luchando", insiste mientras acaba su refresco en una terraza de la ciudad vieja de Jerusal¨¦n. Y Yusef demuestra que de verdad no tiene miedo. Desoyendo los consejos de un amigo, decide acompa?ar a la periodista a la mezquita.
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