Marchiani, un corso en Beirut
A fines del pasado noviembre, la noche que liberaron a Roger Auque y Jean-Louis Normandie, uno de los ¨²ltimos periodistas franceses con base en Beirut me dijo: "Esto lo ha arreglado un corso, un tipo con mucha experiencia en los servicios secretos y en historias maflosas. Se hace llamar Monsieur Stephani, pero ret¨¦n su verdadero nombre: Jean-Charles Marchiani".Aqu¨¦lla fue una de las buenas jornadas de Beirut. Cubrimos la liberaci¨®n de los dos rehenes, enviamos nuestras cr¨®nicas y nos entregamos al champa?a. Est¨¢bamos contentos: Roger Auque era nuestro compa?ero y nuestro amigo.
Monsieur Stephani, me contaron, hab¨ªa ido a Beirut sin que lo supiera su emba ada. ?l ten¨ªa sus propios m¨¦todos, sus propios fondos, sus propios contactos. Si ca¨ªa, nadie iba a admitir que lo hab¨ªa enviado. Cuando telefoneaba a Par¨ªs desde un hotel de Beirut, consultaba con su jefe en dialecto corso y as¨ª se enteraba.
Su jefe era su paisano Charles Pasqua, ministro del Interior del Gobierno de Chirac. Ambos hab¨ªan colaborado en el FAC, el servicio de acci¨®n de los gaullistas, que termin¨® convirti¨¦ndose en una panda de delincuentes comunes.
En marzo de 1986, en las v¨ªsperas de las elecciones legislativas, Fran?ois Mitterrand buscaba una liberaci¨®n total o parcial de rehenes franceses en L¨ªbano. Como intermediario del El¨ªseo utilizaba al hombre de negocios sirio Omran Adhan. El sirio estuvo a punto de conseguirlo, pero finalmente no le sali¨® la jugada y los secuestradores terminaron enviando unas espantosas fotos del cad¨¢ver del soci¨®logo Michel Seurat. Los periodistas de Beirut vimos tantas veces esas instant¨¢neas que terminamos por tener pesadillas.
La derecha de Jacques Chirac gan¨® los comicios, Pasqua sac¨® de su retiro a Monsieur Stephani, o sea, Jean-Charles Marchiani, un corso de 45 a?os expulsado de los servicios secretos franceses en 1970 despu¨¦s de una serie de esc¨¢ndalos que terminaron con el asesinato del guardaespaldas de Alain Delon.
Monsieur Stephani comenz¨® a llamar a las distintas puertas que conducen a la liberaci¨®n de los rehenes occidentales en poder de integristas isl¨¢micos libaneses. Estuvo en Damasco, Teher¨¢n y Beirut. Mercade¨® con unos y otros, hizo promesas que nadie suscribir¨ªa en p¨²blico, y comenzaron a salir rehenes.
S¨®lo un trapacero de primera especie, un campe¨®n mundial de trucos en el p¨®quer pod¨ªa obtener el impresionante resultado de la liberaci¨®n de todos los rehenes franceses. Si en el camino han sido pisoteados algunos principios, tanto peor para ellos. "Si alg¨²n d¨ªa me secuestran los locos de dios", dijo el periodista franc¨¦s en la noche de la liberaci¨®n de Auque y Normandin, "que Monsieur Stephani se entienda con ellos, por favor".
Mitterrand no tuvo suerte con el sirio Omram Adham; Chirac y Pasqua ganaron el bingo con Marchiani.
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