La pista libanesa
El juicio del subcomisario valenciano revela las disputas entre la polic¨ªa judicial y la gubernativa
Dos libaneses shi¨ªes han ocupado el banquillo de los acusados esta semana en Valencia. Ambos regentan clubes de alterne, y afirmaron ante el tribunal que sobornaron al subcomisario de polic¨ªa Miguel Herrero para evitar el cierre judicial de sus locales. El banquillo se complet¨® con otros tres propietarios de prost¨ªbulos y el propio subcomisario. El caso est¨¢ visto para sentencia, pero los interrogantes que han acompa?ado a este proceso no han sido resueltos.
Mukhaiber Haidar -conocido tambi¨¦n como Manolo- apareci¨® con un tiro en la pierna d¨ªas antes de denunciar que Miguel Herrero le solicitaba dinero a cambio de paralizar una supuesta orden judicial de cierre de su local, el club S¨¦samo. Se produjo la herida "haciendo pr¨¢cticas", seg¨²n dijo el pasado mi¨¦rcoles, durante el juicio, a los magistrados de la audiencia.Sabah Mounah confes¨® haber pagado 300.000 pesetas a Herrero, la misma cantidad que el resto de due?os de prost¨ªbulos. Los hechos ocurrieron en la primavera de 1985, cuando este liban¨¦s regentaba el club Cupido. Desde entonces Sabah ha declarado cinco veces sobre estos hechos. S¨®lo el pasado mi¨¦rcoles dijo que 140.000 pesetas de las que entreg¨® al subcomisario le hab¨ªan tocado en el bingo.
Los otros tres due?os de clubes -Francisco Soriano, Enrique Luz y Pedro Leal- incurrieron en contradicciones importantes, pero s¨ª estaban seguros de haber entregado el dinero al polic¨ªa. Y ello, a pesar de que jam¨¢s creyeron en la autenticidad de la supuesta orden judicial de cierre de sus locales que les ense?¨® Miguel Herrero. "?Por qu¨¦ pagaron entonces?", pregunt¨® el defensor de Herrero, Rafael Fern¨¢ndez.
Tel¨¦fono privado
La primera denuncia de estos hechos la efectu¨® una persona an¨®nima que llam¨® al entonces jefe superior de polic¨ªa de Valencia, Carlos G¨®mez de Ram¨®n, por el tel¨¦fono directo de su despacho, seg¨²n dijo en el juicio el jefe policial. Este peri¨®dico intent¨® ayer, sin ¨¦xito, obtener de la Compa?¨ªa Telef¨®nica el tel¨¦fono directo del despacho del actual jefe de polic¨ªa.El juez Guillermo Forteza, suspendido de sus funciones en la actualidad por "falta muy grave", instruy¨® la causa. Un abogado amigo ¨ªntimo de este juez, Jos¨¦ Corb¨ªn, defendi¨® en el juicio a cuatro de los cinco due?os de clubes procesados. Forteza, por su parte, orden¨® detener a los dos mandos policiales que investigaron el presunto cohecho. Uno de ¨¦stos, Vicente Perales, era jefe de la brigada judicial de Valencia en el momento de su detenci¨®n. Seg¨²n Forteza, la investigaci¨®n adoleci¨® de graves errores.
Miguel Herrero aventur¨® en su declaraci¨®n dos hip¨®tesis que explicar¨ªan por qu¨¦ se encuentra procesado. Por un lado, record¨® sus ¨¦xitos policiales en la lucha contra el desmantelamiento de la prostituci¨®n en Valencia. "Alg¨²n mafioso se ha querido vengar", dijo. Herrero dirig¨ªa el grupo policial, que desarticul¨® la famosa red de corrupci¨®n de menores. Dos de los condenados el pasado a?o por estar implicados en esa red se encontraban entre el numeroso p¨²blico que asisti¨® al juicio del mi¨¦rcoles.
Por otra parte, Herrero declar¨® que su implicaci¨®n en el supuesto cohecho puede estar relacionada con "roces policiales". Asegur¨® que ¨¦l dirig¨ªa el grupo m¨¢s admirado de las cinco experiencias piloto que se formaron para montar la polic¨ª¨¢ judicial, que depend¨ªa directamente de jueces y magistrados. Varios testigos coincidieron en decir que "alguien quiso obstaculizar el nacimiento de una verdadera polic¨ªa judicial".
Esta segunda versi¨®n estar¨ªa avalada por el conocimiento del tel¨¦fono del despacho de jefe superior que ten¨ªa el denunciante an¨®nimo que dio la primera pista. Alg¨²n polic¨ªa pudo facilitarlo. Por otra parte, una fuente policial dijo a este peri¨®dico que el disparo que recibi¨® el liban¨¦s pudo no ser tan fortuito. Un confidente de la polic¨ªa fue investigado como supuesto autor de la agresi¨®n. Se trata de un tercer liban¨¦s.
El subcomisario tampoco resolvi¨® importantes dudas. Explic¨® los extra?os movimientos de sus cuentas bancarias diciendo que fue su hermano, un notario barcelon¨¦s, quien le entregaba el dinero. El notario declar¨® como testigo y afirm¨® que entregaba peri¨®dicamente fuertes cantidades a su hermano. "Me parec¨ªa injusto que yo ganara tanto y ¨¦l no", dijo. Una fuente confirm¨® que esto es real, aunque no demuestra todos lo movimientos bancarios del subcomisario.
Redadas nocturnas
Herrero tampoco aclar¨® lo que denomin¨® "roces policiales". "Falta de pruebas", asegur¨® a este peri¨®dico un ex miembro de su grupo.El fiscal est¨¢ convencido de que Herrero recibi¨® 1.500.000 pesetas de los proxenetas procesados, pero s¨®lo reclama dos meses de arresto para cada uno de los inculpados. Calific¨® de "show period¨ªstico" las informaciones que aparecieron en la Prensa sobre las redadas en locales de clubes de alterne que promovi¨® el juez Forteza. Centenares de personas fueron detenidas durante el show.
No obstante, una de las actuaciones m¨¢s sorprendentes durante el juicio fue la de los defensores de los proxenetas. Seg¨²n estos abogados, sus clientes entregaron dinero al polic¨ªa para evitar el cierre de sus locales, pero pidieron la absoluci¨®n al considerar los hechos no constitutivos de delito.
El fiscal dijo entonces que no se pod¨ªan admitir los hechos y pedir la absoluci¨®n sin m¨¢s. El presidente del tribunal, Francisco Monterde, el mismo que juzg¨® a los componentes de la red de corrupci¨®n de menores, suspendi¨® la sesi¨®n para que los defensores modificaran esa petici¨®n. Un letrado dijo entonces que su patrocinado deb¨ªa ser absuelto porque se arrepinti¨® espont¨¢neamente. El otro asegur¨® que sus clientes actuaron bajo miedo insuperable.
El defensor de Herrero conoce el L¨ªbano al otro lado del Mediterr¨¢neo. Estuvo all¨ª hace muchos a?os como integrante de una orquesta. Fern¨¢ndez pidi¨® la absoluci¨®n de su cliente. En su informe record¨® el asunto del tel¨¦fono directo del jefe superior, la bala de Mukhaiber, y el bingo de Sabah.
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