Ardorosa defensa del Papa de la actividad sindical ante campesinos uruguayos

, Una multitud de peregrinos brasile?os se uni¨® ayer a los miles de uruguayos que esperaban al papa Juan Pablo II en Melo. En aquella ciudad fronteriza con Brasil, fundada por el capit¨¢n espa?ol Agust¨ªn de la Rosa en 1795, Juan Pablo II inici¨® su recorrido por la tierra uruguaya, primera fase de su viaje por cuatro naciones latinoamericanas, el noveno que realiza a esta regi¨®n en su pontificado. Ante los campesinos de Melo, el Papa hizo una gran defensa de la actividad sindical, que, dijo, "no s¨®lo es justa, sino que contribuye a lograr la armon¨ªa social".
Probablemente con el coraz¨®n puesto en Polonia, el papa Wojtyla dijo que "merecen incondicionalmente apoyo y aliento todos aquellos que con abnegaci¨®n y sacrificio dedican sus esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores". Sin embargo, el Papa insisti¨® en que los sindicalistas deben tener en cuenta "las limitaciones que impone la situaci¨®n general del pa¨ªs" y que la lucha sindical "no es una lucha contra los dem¨¢s".Ya desde el principio del viaje, el papa Wojtyla ha insistido en la necesidad para la Iglesia de este continente de no dejarse contagiar por la ideolog¨ªa marxista. Ayer a los campesinos de Melo les dijo que "la Iglesia no puede dejarse arrebatar por ninguna ideolog¨ªa o corriente pol¨ªtica la bandera de la justicia".
Y a?adi¨® que al mismo tiempo "ninguna ideolog¨ªa puede abrogarse el monopolio de las soluciones a los problemas del trabajo". Ni siquiera la Iglesia, ya que "nadie tiene el derecho", dijo, "de definir como cat¨®lica su soluci¨®n, puesto que los principios ense?ados por la Iglesia admiten pluralidad de aplicaciones pr¨¢cticas".
En Uruguay, donde el incremento de la natalidad es de los m¨¢s bajos de Am¨¦rica Latina, Juan Pablo II est¨¢ insistiendo en que las familias, para ser fieles a Dios, deben aceptar "todos los hijos que vengan, y estar para ello dispuestas a aceptar los sacrificios consiguientes". Aqu¨ª, donde la ley del divorcio es muy abierta, Juan Pablo Il grit¨® que "la fidelidad matrimonial no ha pasado de moda" en el mundo y pidi¨® que las leyes civiles se adapten y no pongan obst¨¢culos ni a la procreaci¨®n ni a la fidelidad de los esposos.
"En vuestro pa¨ªs", dijo el Papa, "la instituci¨®n del matrimonio sufre desde hace a?os la plaga del divorcio y se ha debilitado el sentido de la perpetuidad del compromiso conyugal".
El presidente, Julio Mar¨ªa Sanguinetti, dio la bienvenida al Papa con gran deferencia, asegur¨¢ndole que tanto el Gobierno como las instituciones de la Rep¨²blica le recib¨ªan "con j¨²bilo y alegr¨ªa", mientras que el pueblo lo hac¨ªa "m¨¢s all¨¢ de creencias, m¨¢s all¨¢ de diferencias, m¨¢s all¨¢ de ideas, m¨¢s all¨¢ de discusiones". Sanguinetti destac¨® que en Uruguay est¨¢ desapareciendo el viejo laicismo anticlerical y que ya a partir de la primera visita del Papa a esta naci¨®n, en marzo del a?o pasado, "un esp¨ªritu de tolerancia religiosa ha ido ganando al pa¨ªs, penetrando los esp¨ªritus", y todo ello ha sido, concluy¨® Sanguinetti, "un motivo de reflexi¨®n, necesario, oportuno y fecundo".
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